El viaje comenzará, cómo no, creando a tu personaje. Dedícale un rato, que vas a estar junto a él o ella durante muchas horas de diversión, muerte y desesperación. Intenta hacerte un poco con los controles, aunque por el momento no es que tengas mucho que hacer ya que ni siquiera cuentas con armas con las que defenderte. Aprende al menos cómo moverte y esquivar, que eso sí que puedes hacerlo. Después, échale valor y sal por la única puerta que está abierta (la otra puerta no se abrirá hasta que pase mucho, mucho tiempo).
Nada más pasar a la primera sala, entenderás que esto es un Souls como dios manda, porque sucederá lo que sucede siempre en el prólogo de estos juegos. Te atacará un hombre lobo al que, técnicamente, podrías derrotar.
Es todo cuestión de esquivarlo, de girar a un lado, al otro, de apartarte de sus embestidas y de matarlo a manotazos. Como si esto fuera Goldeneye 007, poco a poco podrías hacer bajar su barra de vida hasta eliminarlo.
Por desgracia, ten en cuenta que el lobo tiene ventaja y lo más posible es que te mate con una rapidez de lo más vergonzosa. No te preocupes, porque esto es algo que ya estaba previsto e irás a la zona que el juego usa como hub. No te recomendamos realmente que intentes derrotar al lobo porque entonces avanzarás sin armas y por tanto estarás en completa desventaja frente a los enemigos.
Cuando te elimine pasarás al Sueño del Cazador, conseguirás tus armas y volverás a la Clínica cuando estés preparado. Ahora sí, dale lo suyo al lobo. Recoge los objetos que verás por la sala (nada realmente importante, tan sólo son consumibles que usarás mientras juegas) y sigue adelante. Pronto llegarás a la primera zona de verdad del juego: Yharnam Central.