La llegada al Valle putrefacto será algo accidentada. Tras la secuencia cinemática, tu primera misión es dar con Gran Girros, el enorme monstruo con cabeza de serpiente que has visto.
Nada más descender, sigue los rastros, en dirección a la zona marcada en el mapa como 1. Una pequeña secuencia nos presenta al Radoban, uno de los monstruos de la zona, al que ahora tenemos que dar caza. El Radoban es grande, y pega como una locomotra, pero es bastante lento y predecible: verás venir cuando vaya a golpearte con la cola y te dará tiempo a esquivar en la dirección adecuada.
Su peor ataque, ese en el que rueda hacia ti como ha hecho en su secuencia de presentación, puede anularse si cortas su cola. Una vez rota, cuando vaya a hacer ese ataque irá a trompicones, siendo casi imposible que te de salvo que te pille muy por sorpresa.
Una vez lo hayas eliminado, sólo te queda localizar al Gran Girros. Puedes dar vueltas hasta dar con él, pero suele estar por las zonas 8 y 9, bajo tierra. Mientras exploras la zona, presta mucha atención al efluvio, unas nubes de gas tóxico amarillo. Van apareciendo y desapareciendo por el subsuelo, si ves que hay mucha densidad, espera o busca otra ruta. No es que sea un daño extremo ni letal de necesidad, pero te irá bajando la vida poco a poco y eso puede provocar que te maten porque has perdido más salud de la que creías. Una vez des con el monstruo con cabeza de serpiente, ya puedes volver a la Base de Investigación para completar esta misión de reconocimiento. Para poder avanzar a la siguiente misión, tienes que volver a hablar con la Maestra.