Una de las grandes novedades que tiene Zelda: Breath of the Wild (entre las decenas que incluye en la saga) es que las armas se pueden romper. Además del daño elemental y de los atributos que tengan de daño, hay uno de durabilidad que indican cuánto aguantan hasta que se rompen y nos dejan indefensos.
El problema es que, al terminarse la durabilidad, las armas se rompen. Muchos usuarios se preguntan si hay forma de llevar las armas a reparar para que recuperen esta durabilidad, y por desgracia la respuesta es NO.
Hay tres excepciones: la espada maestra y los dos tridentes.
El sentido común nos dice cómo podemos hacer que nuestras armas duren más: además de mejorarlas deberemos usarlas con cabeza y no golpearlas contra objetos demasiado duros. De todas formas, por mucho que cuidemos nuestras armas acabarán desgastándose y rompiéndose, dejándonos indefensos. La clave para esto es llevar siempre varias armas, para lo cual es esencial disponer de muchos huecos en nuestro inventario, lo que conseguiremos recolectando semillas Kolog.
El arma que nunca se rompe
Como todo fan de Zelda habrá averigüado, hay un arma que nunca se rompe y ésta es la Espada Maestra. La mítica espada no es realmente ni el arma más poderosa del juego ni la que tiene mayor durabilidad (tiene un respetable 40), pero cuando se agote no se romperá, sino que como si fuese un ser vivo comenzará a recuperarse.
Al agotarse la durabilidad de la Espada Maestra comienza un período de recuperación de unos minutos durante el cual no la podemos usar, hasta que ha "recuperado la vida" y podemos disfrutar de ella.
Las armas que sí podemos reparar
Los dos tridentes de los Zora, el ceremonial y el de escamas (recompensa de Vah Ruta), se pueden reparar si se rompen acudiendo al herrero de esta zona del juego. También podemos reparar la cimitarra de la ira (recompensa por la bestia divina Vah Naboris), el machacarrocas (recompensa de Vah Rudania) y el árco del águila (recompensa de Vah Medoh).