Estás encerrado en la prisión de Durgesh, pero no por mucho tiempo. Para salir de aquí hay que formar un gancho con cuerda y bajar por la montaña. De hecho, ve hacia el risco donde pondrás bajar luego y sigue el camino para adentrarte en unas cuevas protegidas por alguno de los brujos que has visto en Shangri-La. No te molestarán mucho si no te ven.
Recorre las laberínticas catacumbas y darás con un altar de sacrificios donde hay un pobre empalado en un metal.
Ese garfio es uno de los componentes del gancho, quédatelo y sal de estas salas para ir a las celdas donde has empezado, la puerta que antes estaba cerrada ahora se abre y da acceso a otro laberinto que en este caso tiene a un tipo colgando de una cuerda. Ese es el segundo ingrediente que necesitas para salir de Durgesh.
Vuelve al precipicio y comienza el descenso. Son varias plataformas por las que ir bajando, en la última aparecerá una visión de un brujo que te hará caer. Has salido de la prisión, sí, pero estás en los campos de trabajos forzados y sin armas, no puedes ni apuñalar a los soldados.
Ve hacia el objetivo, mejor por la parte derecha. En tu camino encontrarás un arco, y en una de las habitaciones de los muros –parte inferior, junto a las puertas cerradas- hay armas de fuego, pero realmente no necesitas pasar por ahí ni plantar cara, porque son muchos los soldados normales, acorazados y perros. Tu mejor opción es subir las murallas y saltar al exterior, aunque para eso hay que esquivar al grandullón con coraza. Si corres cuando está despistado, podrás salir rápidamente.
Fuera hay una tormenta de nieve, pero tranquilo, has completado esta misión y alguien te va a rescatar.