El primer tatuaje OLED es real y ha sido desarrollado en Europa por un nutrido grupo de científicos e ingenieros. Lo que podría parecer algo vacío y meramente estético, un síntoma de una necesidad constante de adaptar la tecnología al devenir vanidoso de la sociedad, podría ser algo más interesante de lo que podríamos pensar en un principio, ya que este tipo de wereables o modificaciones podrían ayudarnos a indicarnos visualmente posibles problemas médicos de salud (vía Gizmodo).
Un tatuaje que va más allá de lo meramente estético
Los tatuajes se han popularizado muchísimo en los últimos tiempos, convirtiéndose en algo más común de lo que creemos. Su finalidad es diversas, y va desde el placer estético a la expresión corporal de algún tipo de sentimiento o pertenencia a una comunidad.
Llevan con nosotros desde tiempos inmemoriales, desde que apenas éramos unos seres con ínfulas que necesitaban destacar sus méritos o demostrar su valía con marcas en el cuerpo, pero lo cierto es que los tatuajes del mañana pueden ser algo más que simple reclamos estéticos, y como destacan los expertos, quizás sean unas buenas herramientas médicas capaces de ayudarnos a saber cómo estamos, cómo nos encontramos o de qué manera podemos mejorar nuestra salud mirándonos el brazo, la pierna o el pecho.
Se trata de un nuevo enfoque sobre este tipo de tatuajes que no necesitaría ningún tipo de cirugía y que permitiría al portador tener una mayor consciencia de su estado de salud en todo momento. Según han publicado un grupo de científicos y expertos del University College de Reino Unido y del Instituto Italiano de Tecnología en la revista Advanced Electronic Materials, gracias a la tecnología orgánica de diodos emisores de luz, similar a la vista en los teléfonos plegables o algunos panales OLED, este tipo de tatuajes pueden revolucionar la manera en la que concebimos este tipo de modificación corporal. Estos nuevos tatuajes, hechos de una capa muy fina de polímero electroluminiscente, son capaces de brillar cuando se le aplica una carga, emitiendo una fuerte luz capaz de alertar a su portador de cualquier complicación en sus constantes vitales o indicarle algún tipo de problema. Estas capas tienen solo 2,3 micrómetros de espesor, un tercio del diámetro de un glóbulo rojo, por lo que su implante es muy sencillo, no molesta y no necesita de intervención, ya que su implante se realiza mediante un proceso novedoso de impresión. Novedoso y muy caro, pues la tecnología necesaria para su introducción en la piel humana es de momento excesiva y prohibitiva. También hay que solventar problemas concretos, como la batería, algo esencial para su vida útil en el largo tiempo sin necesidad de sustitución o reemplazo.
En cualquier caso, estos tatuajes también se pueden aplicar fácilmente a las superficies utilizando el mismo proceso que se utiliza en las calcamonías diseñadas para niños, y resisten el sudor, las inclemencias del tiempo y el agua y el jabón. Como os podéis imaginar, son capaces de emitir y presentar cualquier color -usan el enfoque RGB de las OLED que podemos tener en un móvil o un televisor-, y según el estudio, pueden tener grandes aplicaciones médicas. Este tipo de tatuajes pueden invitarnos a inyectarnos insulina si somos diabéticos, beber agua en caso de deshidratación o incluso cambiar de color si lo pasamos por encima de los alimentos más o menos saludables, confirmándonos fechas de caducidad o indicándonos si es recomendable para nuestra dieta. Todavía queda mucho para que esta tecnología se convierta en algo de consumo masivo, pero está claro que los wereables y las modificaciones corporales se están integrando poco a poco dentro de nuestra vida, dejando de ser elementos propios de la literatura o el cine futurista para pasar a convertirse en algo realmente tangible.