Ramsés II, también conocido como Ramsés el Grande, ha sido uno de los faraones más emblemáticos de la historia del Antiguo Egipto. Su reinado se caracterizó por proezas militares, desarrollo arquitectónico y un fuerte enfoque en la propaganda política. Este dirigente dejó un legado imperecedero a través de numerosas estatuas, desde el Delta del Nilo hasta las fronteras sudanesas de Nubia. Sus obras más emblemáticas incluyen los colosales templos de Abu Simbel, donde su imagen se repite en cuatro gigantescas estatuas sentadas que guardan la entrada, sin embargo, la parte superior de una de estas figuras había permanecido oculta hasta ahora.
Un equipo compuesto por expertos egipcios y estadounidenses ha desenterrado una parte monumental de la estatua de Ramsés II en Hermópolis Magna, la antigua ciudad que otrora fue un bullicioso centro de culto. El descubrimiento, liderado por Basem Jihad del Consejo Supremo de Antigüedades y Yovonna Trnka de la Universidad de Colorado, tuvo lugar en un sitio que respira historia en cada rincón de sus ruinas milenarias. La parte superior de la estatua, erguida y majestuosa, reveló al faraón Ramsés II en una pose digna de su legado, coronado con la doble corona del Alto y Bajo Egipto y adornado con el ureo, símbolo del poder real.
Hermópolis Magna
La ciudad de Hermópolis Magna, un importante centro religioso en el Antiguo Egipto, se ha convertido en un sitio clave para comprender el alcance de la influencia de Ramsés II. La escultura recientemente descubierta, cuya primera parte se halló en 1930, no solo es un testimonio del arte y la artesanía egipcia sino también un recordatorio de la devoción religiosa y el poder político que Ramsés II ejerció durante su reinado. Las dimensiones de la estatua, cuyo tamaño completo es de 7 metros de altura, sumadas a la riqueza de los detalles y los jeroglíficos que la adornan, ponen de manifiesto la grandeza que se le atribuía al faraón, consolidando su imagen como un gobernante divino y temido.
El descubrimiento de esta estatua en Hermópolis Magna ha proporcionado a los arqueólogos y a los historiadores nuevas pistas sobre la presencia de este faraón de la dinastía XIX (1295-1069 a. C.) en esta área del Egipto Medio. La investigación y excavación en este sitio han revelado que su influencia se extendía mucho más allá de las capitales y grandes ciudades del reino, llegando a lugares de importancia cultural y espiritual como Khemenu.
Lo cierto es que la tecnología moderna, al servicio de la arqueología, está desvelando aspectos hasta ahora ocultos de las civilizaciones antiguas, permitiendo un estudio más detallado de su cultura, religión y arte.