El gotelé, esa técnica de pintura con textura granulada tan característica de algunas épocas pasadas, ha generado opiniones divididas. En el pasado, esta forma de acabado era omnipresente, especialmente en los hogares españoles, donde cubría paredes y techos como una solución práctica y económica para disimular imperfecciones. Hoy en día, su presencia evoca cierta nostalgia, pero también rechazo, manifestado en la tendencia de quienes buscan viviendas a preferir superficies lisas. Este cambio refleja una evolución en los gustos estéticos y un deseo de modernidad en el espacio habitacional.
Coincide con una época en la que se construía muchas casas y además asequibles
El surgimiento del gotelé en España durante los años sesenta se vincula con un momento de transformación social y en las ciudades. La necesidad de construir viviendas rápidamente para acomodar a la creciente población urbana, debido al éxodo rural y al boom de la construcción, llevó a la adopción del gotelé. Era una solución funcional que permitía ocultar las imperfecciones de una construcción rápida y económica. A lo largo de los años, el gotelé se convirtió en un símbolo del desarrollo urbano de la época, encarnando una solución práctica a problemas constructivos comunes.
La eliminación del gotelé de las viviendas actuales no es una tarea sencilla ni económica. El coste de retirarlo puede ser significativo, lo que desalienta a muchas personas a emprender esta renovación. Además, el proceso de eliminación implica un inconveniente considerable, ya que suele requerir que los habitantes abandonen temporalmente la vivienda. Este hecho, sumado a la complejidad técnica de la tarea, ha mantenido a muchas paredes bajo su textura característica, a pesar del cambio en las preferencias estéticas.
Un granulado molesto de gran utilidad
Lo cierto es que el gotelé ha tenido una notable utilidad en el ámbito de la construcción y decoración, principalmente por su capacidad para ocultar imperfecciones en las superficies de paredes y techos. Esta técnica, consistente en la aplicación de una pintura texturizada que deja un acabado en relieve, fue especialmente valorada por su practicidad y bajo coste. Su textura específica ayuda a disimular las irregularidades como grietas menores, desniveles o daños en el enlucido, lo que la convierte en una opción atractiva para constructoras y propietarios de viviendas. Además, el gotelé ofrece una durabilidad considerable, resistiendo mejor el desgaste y los impactos cotidianos en comparación con las paredes lisas, lo que redunda en una menor necesidad de mantenimiento y reparaciones frecuentes.
