El juego del calamar es algo más que una serie. Es un fenómeno imparable que ha hecho ganar a Netflix más de 900 millones de dólares. El éxito y el avance de sus temas en redes sociales ha llevado a los expertos y docentes a alertar de su influencia en los menores, que llevan semanas replicando los tortuosos juegos de la ficción surcoreana en los colegios. Mientras países como Corea del Norte afirma que se trata de un producto nocivo para las mentes, la Policía Nacional española advierte de nuevas técnicas que usan la popularidad de la serie para intentar engañar a los incautos.
El peligro de los códigos QR y los datos sensibles
El intento de timo ha arrancado en España, donde han empezado a aparecer la mismas tarjetas que reciben los jugadores para unirse a este concurso mortal. Estas tarjetas, de cartón y con las tres figuras geométricas que se han hecho famosas gracias a la iconografía de la producción de Netflix (triángulo, cuadrado y círculo), han aparecido por diferentes partes del país con un código QR detrás. La Policía Nacional ha estado investigando el asunto, y parece ser que, pese a que es una estrategia de publicidad poco honesta, simplemente se trata de un código de acceso a un atienda online de comercio electrónico.
En un principio han destacado que no parece peligroso en términos de seguridad, pero desde las redes sociales oficiales del cuerpo de seguridad han afirmado que no hay que bajar la guardia y que, por principios, no debemos escanear códigos QR de procedencia desconocida. "Si escaneamos un código QR y no sabemos si es de confianza puede llevarnos a sitios infecciosos y poner en peligro nuestros dispositivos", explicaban desde un post en Facebook. Sin embargo, parece que el aviso no ha tenido demasiada aceptación. Miles de usuarios han caído en la trampa de estas tarjetas, escaneando códigos de procedencia desconocida, llevados por la emoción que supone encontrarse una de ellas en la calle con la tipografía de El juego del calamar.
Teniendo en cuenta que están apareciendo en sitios públicos -metro, autobuses, plazas, bancos y parques-, no hay que confiarse. En pocos días, algún tipo de pirata informático podría usar el mismo formato para extraernos información o instalar malwrare. Si escaneamos el código QR, podríamos infectar nuestros aparatos tecnológicos con un virus e incluso podríamos estar dando pie a que un hacker robe todos nuestros datos o credenciales bancarias.