En la pasada generación los juegos independientes lograron cambiar la opinión de los jugadores gracias a juegos como Limbo o FEZ. Esos juegos "baratos" y con gráficos de los 90 empezaron a experimentar en jugabilidad y arte, probando ideas arriesgadas que eran impensables en lanzamientos físicos. Thatgamecompany era uno de estos estudios centrado en la distribución digital y Sony produjo sus primeros títulos para PS3: Flow en 2006 y Flower en 2009, que ya apuntaba buenas maneras pero le faltaba ese punto de genialidad que sí tuvo su tercer juego en consola, Journey, que debutó en PlayStation 3 para llegar después a PS4, PS4, PC y dispositivos iOS.
La definición de juego zen
Journey rompió muchas de las reglas habituales en los videojuegos al presentar una aventura que no es más ni menos que un viaje que comienza en la amplitud de un desierto. El objetivo es alcanzar la cima de una montaña que se encuentra en el horizonte, sin grandes peligros en el sentido clásico –salvo uno, pero tampoco nos lleva a la pantalla de "Game Over"-, ni complicados puzles. Eso sí, es un juego en el que todo funciona a la perfección para causar emociones en el jugador: visualmente es una delicia, ofrece una de las mejores bandas sonoras de la década –una genialidad de Austin Wintory- y se hace muy agradable de controlar.
Thatgamecompany partió de ideas vistas en Flower, un juego que nos proponía controlar un pétalo que se deja llevar por las corrientes de aire. En Journey, nuestro personaje puede planear brevemente, una sensación placentera sobre estos paisajes idílicos que incluyen dunas, templos subterráneos con toques submarinos, ruinas de una antigua civilización y el épico ascenso por una montaña nevada. A lo largo del camino hay pequeños retos para coleccionar piezas que amplían nuestra bufanda o nos obligan a interactuar con ciertos objetos o criaturas, pero Journey nunca pone el foco en esto, no hay un gran desafío. A excepción de las secciones finales, donde sí hay algo más de tensión, la experiencia va dirigida a dar tranquilidad y paz. Quizás no fuese el primero en su clase, pero Journey puso nombre a lo que hoy es un tipo de juego en sí mismo: los juegos zen, donde la jugabilidad no busca retar las habilidades del usuario.
Ideas frescas en el online
Durante una década, desde finales de los 90 hasta 2010, la mayoría de juegos con funciones online apenas innovaba en esta modalidad: juegos competitivos o los MMORPG. Demon’s Souls de FromSoftware fue uno de los más influyentes al cambiar este paradigma: ¿y si los jugadores colaboran entre sí, si lo desean, en un juego principalmente para un jugador? Journey también es una aventura que se puede disfrutar en solitario, de hecho es uno de los temas de su ambientación –sentirse diminuto en un mundo tan amplio-, pero las sensaciones cambiaban drásticamente jugando con la PS3 conectada a Internet.
Con el juego online, nuestro personaje podía cruzar su viaje con el de otro jugador y mantener pequeñas "conversaciones" mediante un sistema básico de sonidos. A efectos prácticos la presencia de otro usuario es innecesaria, pues no existen puzles que requieran la colaboración, y además era seleccionado aleatoriamente; no era un amigo de nuestra lista ni existe posibilidad de invitar al usuario que queramos, y no descubríamos su nombre de usuario hasta los títulos de crédito finales. Pero este detalle hacía nuestra primera partida diferente, pues ambos jugadores exploraban el mundo descubriendo cada plataforma o giro en compañía, parándose en los detalles o avisando ante cualquier descubrimiento. Pura amistad virtual.
Journey es un título que sin duda sorprendía y que a su manera era "perfecto". Con una duración justa, que se podía completar en una larga sentada de tres horas, muy agradable de jugar y con esa impresionante banda sonora que concluye con una emotiva canción tras un final conmovedor. Por supuesto no pretende gustar a todos los usuarios pero a aquellos que sí les tocó la fibra por alguna razón no pueden olvidar esta joya de la década que volvía a demostrar que los juegos pueden ser arte, y que no todos los juegos necesitan conflictos, retos o agresividad para enganchar.
Copiado, pero no superado
Thatgamecompany abrió la veda a muchos estudios que simplemente querían contar historias o experiencias audiovisuales, con más o menos énfasis en las mecánicas de juego. Podemos citar otro título que apadrinó Santa Monica Studio, Bound de Plastic –los desarrolladores de Datura-, que combinaba plataformas con baile en un mundo en completa distorsión y una poderosa dirección artística. Por su parte, uno de los directores de arte de Journey crearía su propia aventura del estilo, Abzû, que llevaba conceptos similares en cuanto a la libertad y exploración a un mundo submarino, siempre con una estética que intenta dejarnos con la boca abierta.
La propia Thatgamecompany ha intentado repetir su éxito con Sky: Children of the Light, que ha debutado en iOS –aunque llegará a más plataformas-, respetando el espíritu social con el desbloqueo de nuevas habilidades que permiten chat o envío de regalos y la exploración de diferentes reinos, todo con el objetivo de hacer que las estrellas regresen a sus constelaciones. Un juego que ha logrado nominaciones a algunos de los principales premios de 2019, pero lejos de conseguir el mismo impacto que su predecesor. Journey es único, y cualquier juego que intente replicar su fórmula tendrá muy difícil alcanzar su calidad.
Los juegos de la década
Durante todo el mes de diciembre, cada día, vamos a hablar de unos de los juegos que creemos que han marcado los últimos diez años. Por su calidad, por su influencia, porque han sido un enorme éxito de público o porque han iniciado modas o tendencias que han influido el mundo de los videojuegos, así hasta un total de 31 títulos que hemos seleccionado:
