No es complicado encontrar motivos numéricos para argumentar que Pokémon GO debe estar en esta lista de los juegos más influyentes de la presente década. Desde su lanzamiento ya fue un éxito global en las tiendas de aplicaciones de iPhone y Android, y por mucho que el fenómeno haya pasado por momentos más álgidos y otros más bajos, siempre ha estado dominando los rankings de descargas: el título ha generado 3.000 millones de dólares y se ha descargado 541 millones de veces. Se dice pronto.
Pero esto no va de cifras, sino de importancia para la industria y la cultura del videojuego; va sobre cómo ha influido a los jugadores, a otros videojuegos y a géneros (en este caso, creando uno propio). Aun así, no se puede hablar del fenómeno Pokémon GO sin tener en cuenta la razón principal de su éxito: la nostalgia.
Muchas de las personas que rondan hoy día los veintimuchos o los treintaypico se criaron con un cartucho de Pokémon Rojo, Azul o Amarillo en sus Game Boy. Unas consolas con las que no solo nos aventurábamos en un mundo mientras íbamos creciendo, mejorando y madurando, sino en el que también entablábamos amistad con cientos de criaturas. Sí, amistad. Porque en la imaginativa mente de un nińo ese puńado de píxeles se convertían en compańeros de aventuras a los que ponían el nombre de sus mascotas; crearon lazos afectivos con unos monstruos de bolsillo digitales, y esos no se olvidan del todo aunque crezcamos.
Pero además, esos vínculos dejaban la pantalla y la individualidad porque Pokémon siempre nos ha invitado, desde sus inicios, a salir a la calle y a conocer gente, a preguntar a los chavales del parque si tenían tal Pokémon y si disponían de un cable link. Para muchos, Pokémon era la chispa que conseguía que socializaran con otros nińos con los que se imaginaban un mundo donde los Pokémon existían, donde todos los días se vivían aventuras únicas y donde siempre se podían olvidar los problemas de la nińez con unos amigos, un puńado de consolas y un cable.
żCómo podía fracasar Pokémon GO? żCómo todos esos chavales, ahora ya adultos, no le iban a dar al botón de descargar aunque fuera solo para ver cómo era? Al fin y al cabo, lo que el juego prometía era una realización de lo que dos décadas antes imaginaron: Pokémon viviendo en el mundo real. Obviamente, una vez con la aplicación instalada, las ilusiones se diluyeron: esto era un Google Maps con una lista de tareas (la Pokédex) que completar lanzando Pokéball con el dedo a criaturas que se superponían a nuestro mundo, pero no vivían en él.
Era algo extremadamente simple, pero lo suficientemente novedoso para pasar unos días jugando, tiempo durante el que se fue corriendo la voz e incluso quienes no conocían la serie acabaron con la aplicación en su smartphone. El título se convirtió en un fenómeno de masas precisamente por ser sencillo: cualquiera lo podía comprender, tanto quien buscaba su criatura favorita como quien descubría a los 151 Pokémon. Durante el verano de 2016 las calles se llenaron de gente mirando sus teléfonos, de parejas que iban al parque a encontrar un Vaporeon, de padres e hijos que jugaban juntos para conquistar Gimnasios de su equipo; incluso se hicieron quedadas multitudinarias a lo largo de todo el mundo. De nuevo, Pokémon creando vínculos.
Es innegable que en los meses posteriores la popularidad del título bajó. La propuesta no daba para más, y ni siquiera la llegada de los Pokémon de segunda generación reavivó las cosas. Pero tras el bajón que supuso 2017 (también en cifras), los desarrolladores de Niantic cogieron las riendas de un armazón que escondía un potencial no explotado. Desde entonces no han parado de ańadir cosas siempre que el juego comenzaba a sentirse repetitivo: combates entre jugadores, raids que provocan que una veintena de personas se aglomeren en los parques para conseguir un legendario, misiones, eventos temporales, e incluso el Team Rocket conquistando las Poképaradas de todo el mundo; haciéndose un título mucho más profundo (sin hacerse complejo) por el camino.
A pesar de que los jugadores de Pokémon GO son muy activos, no nos llevemos a engańo: el juego no es (y probablemente nunca lo volverá a ser) el fenómeno que fue en julio de 2016; ya no vemos a presentadores de televisión jugando en emisiones en directo ni marabuntas de cientos de personas corriendo a por un Vaporeon. Pero el juego ha influenciado a una industria que intenta seguir sus pasos con títulos como Harry Potter: Wizards Unite y el ambicioso Minecraft Earth, y ha generado comunidades a lo largo de todo el mundo que lo mismo se juntan para hacer unas incursiones que para limpiar residuos en el Día del Medio Ambiente. Pokémon GO es influyente e importante no como videojuego, sino como fenómeno cultural, porque ha conseguido que la gente salga de casa, que nos relacionemos y nos unamos.
Los juegos de la década
Durante todo el mes de diciembre, cada día, vamos a hablar de unos de los juegos que creemos que han marcado la última década. Por su calidad, por su influencia, porque han sido un enorme éxito de público o porque han iniciado modas o tendencias que han definido estos diez últimos ańos en el mundo de los videojuegos, así hasta un total de 31 títulos que hemos seleccionado:
