Compuesto
El compuesto hace referencia al tipo de neumático empleado en el coche. Cada compuesto está pensado para cumplir con unos requisitos de rendimiento o para unas condiciones climatológicas concretas. Los neumáticos lisos son ideales para correr en seco, con un compuesto duro que es más apto para condiciones cálidas que el suave. El neumático de lluvia es mejor para correr sobre mojado, pudiendo elegir entre varios compuestos según la cantidad de lluvia.
Los neumáticos todoterreno combinan unos trazos más anchos y profundos con una goma blanda para tener agarre en terrenos de arena y gravilla. Los neumáticos de invierno están pensados para el frío extremo y la nieve, siendo especialmente adherentes en estas superficies.
Los neumáticos de hielo presentan cientos de clavos de 7 mm que penetran en el hielo y agarran el coche a la superficie.
Elegir el compuesto adecuado en las condiciones existentes es un factor fundamental para conseguir un manejo óptimo del coche.
Presión
La presión inicial de los neumáticos cambiará a medida que conducimos. También varía según la temperatura de los neumáticos y de la pista, así como de las condiciones climatológicas. Debemos ajustar la presión para optimizar la zona de contacto, controlar la temperatura del compuesto y sacarle el máximo partido según las condiciones de la pista.
Una presión más baja reduce la rigidez del chasis y aumenta el tamaño de la zona de contacto. Esto disminuye la respuesta al girar y aumenta el agarre al principio, pero generará más calor y resistencia en la rodadura. Una presión más alta aumenta la rigidez del armazón y reduce el tamaño de la zona de contacto, lo que aumenta la respuesta al girar y reduce el agarre, aunque generará menos calor y resistencia a la rodadura.
Buscar la presión correcta de cada neumático nos permitirá corregir posibles problemas de desgaste, mejorar el rendimiento en las curvas y optimizar el equilibrio general del coche.