Ubisoft está teniendo mucha suerte úlitmamente con las ambientaciones que elige para sus juegos. El pasado mes de febrero lanzó Tom Clancy's Ghost Recon Wildlands, ambientado en la guerra contra el narcotráfico en Bolivia, en un momento en el que la serie Narcos de Netflix está en boca de su público; con Far Cry 5 ha vuelto a dar en el clavo. La serie abandona las ambientaciones exóticas de las entregas anteriores y nos lleva esta vez al corazón de América, a un condado de Montana dominado por una secta religiosa ultranacionalista. Justo en el momento en el que el polémico Donald Trump comienza a presidir los Estados Unidos.
Un mundo abierto en Montana
En efecto, tras los mercenarios de las islas del amigo Vass y el ejército del excéntrico Pagan Min ahora nos enfrentaremos a gañanes de la América profunda, miembros de una secta religiosa ultrapatriótica y paramilitar que controla este territorio ante la indignación silenciosa de sus pobladores.
En la demostración que pudimos probar en el E3 vimos una muestra del mundo abierto del juego, liberamos un pequeño pueblo y un aeródromo y pudimos probar la principal novedad que parece incluir Far Cry 5: la presencia de compañeros.
Aunque la fórmula evoluciona poco y hay quien puede acusar con razón al juego de ser un skin más de Far Cry 3, lo cierto es que los minutos se nos pasaron volando porque Far Cry 5 sigue siendo extremadamente divertido.
Dos soldados y un perro nos pueden acompañar
La demostración del E3 nos situaba en esta pequeña parte del condado de Hope que recorreremos en la versión final, y antes de comenzar nos dejaba escoger entre un acompañante: dos soldados con diferentes y habilidades y un perro. Escogimos este último para comprobar lo efectivo que resulta detectando enemigos cercanos y acabando con ellos. Aparentemente a medida que avancemos en la aventura podremos ir ampliando nuestro repertorio de "ayudantes", y de hecho a uno de ellos, Nick Rye, lo conocíamos integrado en el juego en una de las submisiones que pudimos llevar a cabo.
En la demostración comenzábamos viendo cómo en medio de una pequeña aldea de unos 40 habitantes había media docena de miembros de la secta que se disponían a ejecutar a dos o tres "pecadores" de manera sumaria en medio de la carretera. Lógicamente interveníamos y se sucedía un enfrentamiento muy al estilo Far Cry: enemigos buscándonos por todas partes, superándonos en número y haciéndonos daño, y nosotros intentando escabullirnos entre las malezas para poder flanquearlos de alguna manera. Mientras tanto, el perro a lo suyo, mordiendo.
El tiroteo nos resultó muy familiar, similar a lo visto en Far Cry 4, pero con algunas diferencias. Aparte de que la inteligencia artificial y el sistema de detección de impactos todavía necesita bastante trabajo (tienen tiempo hasta febrero del año que viene), es como si ahora todo hubiese subido de nivel destructivo. A fin de cuentas Far Cry 3 sucedía en un paraje natural, y Far Cry 4 en un lugar subdesarrollado. En cambio, Far Cry 5 sucede en -teóricamente- un país desarrollado, lleno de vehículos de gran cilindrada (mucho más inflamables), barriles explosivos por todas partes (porque sí) y el enemigo es una secta con más dinero y por lo tanto armas mucho más modernas. Lo que nos llamó la atención en que, muy al estilo América auténtica, en vez de poder lanzar granadas lo que arrojamos son cartuchos de dinamita.
Liberando el condado de Hope
Todo esto, por supuesto, desembocaba en un tiroteo mucho más incendiario y explosivo que en juegos anteriores, y de hecho un camión cisterna lleno de gasolina que pasaba por ahí acabó también en llamas y desintegrándose en una gran explosión. Una vez todos estaban muertos liberamos el pueblo, del mismo modo que hacíamos con los puestos de control de Pagan Min.
Minutos después descubrimos un nuevo lugar, un aeródromo, que también liberamos al acabar con los enemigos. Por cómo ha cambiado el mapa del juego (ahora es tridimensional y no aparecen torres de propaganda) y lo que hemos visto, nos ha dado la impresión de que ya no existirán las "atalayas" para desbloquear el mapa, y en cambio lo que podremos hacer es ir ganando territorio a territorio, como pasó con el pueblo y el aeródromo.
Precisamente en esta escuela de aviación conocimos al señor Rye, que nos encargó una misión divertida: tomar su hidroavión (armado hasta los dientes) y acabar con los silos de Las Puertas del Edén. Esta tranquila misión en la que podíamos probar la ametralladora y las bombas del avión (con una visión de bombardero de la Segunda Guerra Mundial) acababa desembocando en un duelo contra otro avión de la secta. Si en Far Cry 4 pilotábamos aquel helicóptero tan sencillo, en esta segunda parte ha evolucionado en un sistema de aviación con ametralladoras y misiles que nos ha encantado. Lo único es que, en las dos veces que intentamos la misión, nos pasó lo mismo: al acelerar (X) y desacelerar (Círculo) para intentar ganar la cola del avión enemigo acabamos pulsando accidentalmente el botón cuadrado, saliendo del avión y cayendo al vacío…
No muy original, pero sí muy divertido
Esta media hora que tuvimos para probar Far Cry 5 nos dejó con ganas de más porque, independientemente de dónde lo ambientes, sus mecánicas son siempre muy divertidas. Aunque necesita una buena revisión de su sistema de inteligencia artificial y detección de blancos de los tiroteos, este mundo abierto lleno de cosas que explotan y fanáticos armados provoca situaciones memorables.
La adición de las "pistolas de alquiler" y de los combates aéreos le da un giro nuevo, aunque sigue sin ser un juego especialmente original, que bebe demasiado de los visto en las dos entregas anteriores. Estamos seguros de que lo que más juego acabará dando es la ambientación y las hilarantes secuencias de la historia de esta América profunda salida de madre.
Pudimos jugar media hora a Far Cry 5 en el stand de Ubisoft en el E3.