Durante años, los tiburones blancos han sido considerados los grandes depredadores de los océanos. Sin embargo, en regiones como Sudáfrica y Australia, un nuevo actor está dominando las aguas: las orcas. Recientes estudios han confirmado que estos cetáceos han desarrollado una estrategia de caza precisa y letal para extraer los hígados de los tiburones blancos, un órgano rico en nutrientes y grasas esenciales. Este comportamiento, que ha sido documentado desde 2017, está provocando un drástico cambio en la dinámica del ecosistema marino.
Están alterando los hábitat
Investigaciones realizadas en Gansbaai, Sudáfrica, han revelado que la presencia de orcas ha obligado a los tiburones blancos a abandonar sus hábitats tradicionales. Los expertos advierten que este desplazamiento tiene consecuencias significativas, ya que estos escualos desempeñan un papel clave en la regulación de las poblaciones de otras especies marinas. Sin su presencia, depredadores menores como los tiburones cobre han comenzado a proliferar, generando un efecto en cascada que altera el equilibrio de la cadena trófica.
El fenómeno no es exclusivo de Sudáfrica. En las costas australianas, los científicos han documentado ataques similares en los que las orcas dejan tras de sí los cuerpos de tiburones blancos casi intactos, con una sola marca de mordedura de hasta 50 cm en la zona abdominal. Este comportamiento sugiere una notable inteligencia y capacidad de adaptación en estos mamíferos marinos, que han perfeccionado su técnica de caza para obtener el máximo beneficio con el menor esfuerzo.
El cambio climático como motor de cambio
Los investigadores también señalan la posibilidad de que el cambio climático esté influyendo en esta nueva estrategia de depredación. A medida que las temperaturas del océano varían y las fuentes de alimento se ven afectadas, las orcas podrían estar modificando sus hábitos de caza y transmitiendo este conocimiento a las generaciones más jóvenes. Esta capacidad de aprendizaje y socialización entre los grupos de orcas podría explicar la rápida expansión de este comportamiento en distintas partes del mundo.

Más allá del impacto en los tiburones blancos, la creciente agresividad de las orcas ha generado preocupación sobre su papel como superdepredadores del océano. Se teme que el declive de ciertas especies a causa de su caza pueda desencadenar desequilibrios ecológicos de gran magnitud. Por ello, científicos marinos han comenzado a monitorear de cerca la evolución de este fenómeno, con el fin de evaluar sus consecuencias a largo plazo.