Análisis de Dragon's Dogma (PS3, Xbox 360)

Una épica epopeya en la que tendrás que recuperar el corazón y salvar al mundo de la amenaza del dragón
La historia de Dragon's Dogma, al menos en su inicio, no puede ser más simple, sencilla y clara, lo que no nos parece mal, como en los clásicos cuentos de fantasía. Un mundo que vive siempre esperando el temido regreso del dragón, con el que tiene que surgir un héroe, el Arisen, que sea quien lo derrote, repitiéndose la historia cíclicamente. En el inicio, una especie de prólogo, controlamos a uno de esos héroes en la batalla final, una fase que sirve a modo de tutorial. Después, pasaremos a crear nuestro propio personaje, con un correcto editor -que podría haber sido más completo-, y en ese momento será cuando arranque la aventura de verdad. El dragón llegará a la aldea natal de nuestro héroe, le arranca el corazón, y desde este momento y hasta el final nuestro objetivo será derrotar al dragón y recuperar el corazón, en nuestro papel de Arisen, un elegido mata dragones.

Por el camino, tendremos que hacernos un gran guerrero, derrotar enormes criaturas, realizar todo tipo de encargos y misiones, combatir a una secta que está poniendo su granito de arena para que llegue el fin del mundo, ayudar al rey y su entorno, y demás topicazos de cualquier historia de fantasía medieval que se precie. Lo curioso de todo esto es que aunque parece un juego que podría haber hecho un estudio occidental, al final la extravagante personalidad japonesa se acaba imponiendo, y vemos sus destellos de hermosa locura en algunos momentos de la trama, con situaciones un tanto surrealistas y perturbadoras, que a un estudio occidental nunca se le podrían haber ocurrido. En cualquier caso y como ya hemos dicho, la historia en general es bastante floja, aunque cumple con su papel de llevarte de un lugar para otro y tener en el horizonte un objetivo final claro y motivador: derrotar al dragón.
Además de elegir el aspecto físico del protagonista, en un editor que no permite excesivas florituras –ojo que ya hemos visto peinados extra como contenido descargable…-, lo más importante será elegir la clase de personaje, llamada aquí vocación, partiendo de tres básicas que evolucionan y acaban siendo un total de nueve. Tres vocaciones básicas: luchador –combatiente de fuerza, defensas y energías altas, que utiliza espadas y escudos-, strider–maestro del arco, ágil y rápido, con dagas-, y mago –especialista en magia curativa y elementos, que usa bastones-. En las vocaciones avanzadas tenemos: guerrero –experto en el cuerpo a cuerpo mediante espadones-, explorador –su dominio del arco le hace letal a cualquier distancia, pudiendo usar arcos largos-, y hechicero –mago que practica todo tipo de magia, mediante archibastones-. Y por último las vocaciones combinadas: caballero místico -versátil, con útiles habilidades de apoyo y conjuros, pudiendo utilizar espadas, bastones y escudos mágicos-, asesino -ágil experto en ataques sorpresa y múltiples armas, incluidas espadas, dagas y arcos- y arquero mágico -explorar experto y equilibrado aventurero, que permite equipar dagas, bastones y arcos mágicos-.
Al poco de empezar y salir de la primera aldea, nos explicarán el sistema de peones, y tendremos que, mediante el editor de personajes, crear a nuestro peón principal. Este nos acompañará durante toda la aventura, subirá de nivel como nosotros, aprenderá habilidades, podremos cambiar su vocación, y a efectos prácticos es igual que nuestro personaje principal, solo que no lo controlamos directamente. Lo maneja la CPU y de manera bastante acertada, con una correcta inteligencia artificial, que va evolucionado, ya que aprende técnicas para acabar con los enemigos de manera más eficaz, o maneras de ayudarnos, dependiendo de la clase. Si es un mago nos curará automáticamente cuando nos falte salud, impregnará nuestro arma de fuego o rayo para dañar más a los enemigos, o hasta los agarrará por la espalda para que los golpeemos a placer.

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