Lanzamiento: 26 de marzo
Desde el mismo momento en el que conocimos a Elizabeth ya sabíamos que Infinite iba a robarnos el corazón de forma inevitable. Desde su salida al mercado en 2007, BioShock mostró que podía ser uno de los referentes en el futuro, y sí, Infinite se llevó calificativos como los de "una de las obras cumbres del género". Los más de cinco años de desarrollo merecieron la pena para ofrecer un producto que bebe directamente del estilo y el saber hacer de la saga pero cuenta con una personalidad marcadísima que se aprovechaba al máximo del frenetismo y la espectacularidad que nos ofrecían los cielos de Columbia. Hablar de la ciudad hace que podamos incidir un poco más en una ambientación en la que todo se cuidó hasta el más mínimo detalle.
Pasear por sus calles y rincones fue una experiencia indescriptible que describimos en su análisis como "posiblemente una de las ambientaciones más trabajadas y bellas vistas nunca en un videojuego". A todo ello lo envolvía una narrativa hilvanada para fluir sin escenas cinemáticas, simplemente a través de la jugabilidad. Leer el juego por encima nos presentaba una sorprendente historia entre Elizabeth y Booker DeWitt que conforme avanzábamos se transformaba en un entramado donde afloraban temas como el ultranacionalismo, el racismo, la religión o la lucha de clases. Un combinado explosivo que se instaló, sin lugar a dudas, en el Olimpo de los grandes del videojuego y que muchos elevaron enseguida a juego del año. Del final mejor no hablar, solo emplazaros a jugarlo si todavía no lo habéis disfrutado.