Apenas llevamos 3 meses de 2024, pero ya podemos afirmar sin ningún atisbo de duda que este está siendo el año de los juegos de rol japoneses. Han salido tantos, tan variados y de tantísima calidad que para muchos de nosotros está siendo una auténtica odisea sacar el tiempo necesario para jugarlos a todos, una tendencia que no parece que vaya a cambiar en las próximas semanas. Todavía nos estamos recuperando del atracón de Final Fantasy VII Rebirth y Unicorn Overlord, dos títulos que probablemente estéis intentando terminar actualmente, pero el calendario de lanzamientos no muestra clemencia y el 22 de marzo llegan a las tiendas Dragon’s Dogma 2 y Rise of the Ronin, dos obras muy esperadas que prometen ofrecernos decenas de horas de diversión.
Del juego de Capcom ya os hablamos la semana pasada para poneros los dientes largos con nuestras impresiones finales, por lo que hoy nos toca hacer lo propio con lo nuevo de Team Ninja tras haber podido jugar por fin sus primeras horas. Y si bien todavía nos quedan muchas aventuras por delante, hay algo que ya os podemos adelantar y que no os va a pillar por sorpresa a poco que hayáis jugado algún título anterior del estudio: sus combates son una auténtica gozada.
Llevando la acción de Team Ninja a un mundo abierto
Como no nos dejan hablaros mucho más allá de las dos primeras horas y su análisis final está a la vuelta de la esquina, en este artículo solo vamos a comentaros qué nos están pareciendo sus primeros compases, ya que hay muchos aspectos, mecánicas y sistemas en los que no hemos podido profundizar todavía.
Así pues, Rise of the Ronin nos ofrece un juego de rol y acción en mundo abierto ambientado ambientado en Japón a mediados del siglo XIX, una interesantísima y caótica época histórica que quedó marcada por la llegada de los barcos negros de Occidente, las enfermedades y los conflictos políticos entre quienes apoyaban al shogunato de los Tokugawa y quienes se oponían a él.
Aunque tiene sus licencias y vamos a ver ninjas, técnicas de combate exageradísimas e incluso artilugios que nos van a permitir movernos por el mundo planeando por los cielos, aquí se ha buscado sumergirnos en un mundo anclado en la realidad, por lo que no esperéis monstruos mitológicos ni nada similar, algo que, de primeras, nos ha gustado mucho por lo que ayuda a sumergirnos en la Japón del Bakumatsu para vivir una auténtica historia de samuráis desde el punto de vista de un ronin. De hecho, todo lo relacionado con su ambientación nos ha gustado bastante, ya que es un auténtico gustazo moverse por ciudades como Yokohama o por los preciosos parajes naturales de dicha época mientras protegemos a los inocentes de los bandidos, libramos intensos duelos de espadas y conocemos a figuras históricas reales con las que entablaremos amistades (y enemistades).
De su historia no podemos contaros demasiado todavía, ya que, a excepción de un importante giro que se da en la primera misión, el resto del tiempo nos han tenido haciendo recados y visitando sitios para conseguir las cosas que necesitábamos para avanzar, aunque sí que os podemos adelantar que la narrativa tiene más peso que en cualquier otra obra del estudio, con muchas más secuencias de vídeo, un guion mejor llevado e incluso momentos en los que deberemos tomar decisiones y que irán afectando tanto a la trama general como a nuestro nivel de afinidad con otros personajes, así que esperamos que el relato que nos quieren narrar vaya mejorando y cobrando interés con el paso de las horas.
En lo puramente jugable, estamos ante un mundo abierto que, a priori, nos está pareciendo muy tradicional, con montones de iconos por todos lados en los que realizar diversas actividades, como encontrar gatos para acariciarlos, rezar en santuarios, derrotar peligrosos fugitivos o campamentos en los que hay que acabar con todos los enemigos para liberarlos y que vuelva la vida a ellos. De momento no hemos encontrado nada demasiado original o demasiado estimulante, algo que podemos extender también a las pocas misiones secundarias con las que nos hemos topado, aunque es contenido que merece la pena hacer, ya que nos ayudará a subir de nivel, a conseguir nuevo equipo, a mejorar nuestra relación con cada región, a conseguir puntos de habilidad, a desbloquear nuevos estilos de combate e incluso a reclutar a nuevos aliados que nos ayuden durante las misiones principales, un bucle que resulta adictivo y gratificante.
La buena noticia es que esto es, ante todo, un juego de Team Ninja, lo que siempre es una garantía de calidad cuando empieza la acción, y Rise of the Ronin no es la excepción. El sistema de combate, de primeras, no parece que sea tan complejo o profundo como el de un Ninja Gaiden o Nioh, pero sigue teniendo muchísima tela que cortar y es tan excelso como siempre.
En líneas generales, contamos con un botón para realizar combos cuyos movimientos podemos variar dependiendo de si cargamos los golpes y de cómo acompañemos nuestras pulsaciones con los movimientos del stick, algo a lo que debemos sumarle acciones tan clásicas como bloquear o esquivar. Además, contamos con un montón de tipos de armas diferentes con sus propios sets de movimientos que hay que aprender a dominar, así como con varios estilos de combate distintos que podemos desbloquear y mejorar, los cuales cambian por completo nuestra forma de luchar con cada arma, definen las técnicas marciales que podemos ejecutar y nos darán ventaja o desventaja contra los enemigos.
Sumadle que podemos equiparnos con dos armas distintas y asignar tres estilos de combate a cada una entre los que podemos cambiar al vuelo durante las peleas, y os empezaréis a hacer una idea de la de posibilidades que esconde su sistema de combate, aunque probablemente la mecánica más placentera sea, sin duda alguna, el contraataque, un movimiento que vendría a ser el equivalente a la parada perfecta de otros tantos juegos.
Dependiendo de nuestra arma y del estilo de combate que usemos, nuestro movimiento de contraataque será de un modo u otro y si este conseguimos ejecutarlo en el instante justo en el que vamos a recibir un golpe, detendremos la ofensiva del enemigo y romperemos su guardia, momento que podremos aprovechar para hacer mucho daño y bajar su barra de ki. Evidentemente, es una maniobra arriesgada, pero que ofrece grandes recompensas y que nos será casi obligatoria para derrotar a los rivales más duros, quienes son capaces de realizar combos enteros que tendremos que detener a base de contraataques antes de poder desbaratar sus defensas. Requiere muchísima precisión, pero cuesta describir con palabras lo enormemente satisfactorio que resulta cuando sale bien, convirtiendo los combates en un auténtico espectáculo capaz de hacernos sentir como los mejores espadachines del mundo.
Antes hemos mencionado la existencia de una barra de ki, la cual funciona de un modo muy similar a lo visto en Nioh: lleva a 0 el medidor del enemigo y quedará vulnerable a un ataque crítico, un poderoso movimiento que hace un daño descomunal. Para hacer esto, tendremos que mantener una ofensiva constante y realizar contraataques, aunque también podremos apoyarnos en las técnicas marciales, las cuales son capaces de disminuir el máximo del indicador de ki de nuestro adversario, lo que debería facilitarnos mucho las cosas.
Eso sí, nosotros también contamos con nuestra propia barra de ki, la cual se consume al atacar, defender, esquivar, contraatacar y recibir golpes, aunque se rellena rápidamente al no hacer nada y podemos recargarla limpiando nuestra espada de sangre tras acertar un golpe. Cuanta más sangre haya acumulado nuestra espada, más ki recibiremos al limpiarla. Obviamente, si nos quedamos a cero los que quedarán aturdidos y expuestos seremos nosotros, así que mucho cuidado con actuar a lo loco y procurad estudiar bien a vuestros enemigos para identificar correctamente sus acciones.
Nos cuesta expresar con palabras lo buenos que son los combates, pero os podemos asegurar que el desarrollo de la acción es ágil, vertiginoso y muy espectacular, convirtiendo cada enfrentamiento en una tensa batalla a muerte entre luchadores expertos capaz de compensarnos la mayoría de defectos que estamos encontrando. Eso sí, la cámara es un tanto problemática en interiores y ya nos ha jugado muy malas pasadas en algunos combates que tienen lugar en espacios pequeños como el interior de una casa.
Por otra parte, cabe destacar que aunque la acción sea maravillosa, el juego también nos permite optar por el sigilo para acabar con nuestros enemigos desde las sombras. Es un sigilo muy básico consistente en simplemente pillar por la espalda a unos rivales que a veces parecen un poco miopes, pero nos está pareciendo divertido gracias a las posibilidades que nos ofrecen los propios escenarios, ya que son muy verticales y nos permiten emboscar a nuestras presas desde las alturas, así como encontrar rutas alternativas para llegar hasta nuestros objetivos sin que nos detecten. Y todo ello por no hablar de lo satisfactorio que resulta asesinar a alguien y que sus compañeros queden aterrorizados durante unos segundos al vernos aparecer, instantes que también podemos aprovechar para ejecutarlos antes de que siquiera puedan reaccionar para dar la voz de alarma. Hasta podemos usar un planeador para sobrevolar una base y aterrizar clavando la katana en el cuelo de un enemigo.
Hablando de planeadores, gracias a este artilugio y a un gancho que podemos usar en determinados lugares, moverse por el mundo y especialmente por las ciudades resulta en una experiencia divertida que incentiva la exploración, animándonos a fijarnos en los escenarios y a plantear nuestros movimientos a diferentes alturas para llegar a secretos muy bien escondidos o evitar problemas.
Quizá la parte que menos nos está convenciendo sea su apartado gráfico. Si bien la dirección de arte nos gusta, en lo puramente técnico es un juego que no consigue sorprender ni con sus modelados ni con sus escenarios, y mucho menos con sus expresiones faciales o las animaciones que no están relacionadas directamente con los combates, algo que resulta especialmente doloroso en los animales o al vernos andar. Las texturas se limitan a cumplir, la distancia de dibujado es simplemente decente y jugando en modo rendimiento hemos notado algunas bajadas durante la exploración del mundo abierto (por suerte, no nos ha pasado durante los combates). Eso sí, todavía nos falta su segundo parche de lanzamiento, así que esperamos que esto mejore cuando llegue a las tiendas.
En cuanto al sonido, la banda sonora apuesta por temas ambientales con un marcado estilo japonés que le sienta de fábula y que sabe cuándo acompañar con melodías bellas, calmadas y evocadoras y cómo subir la adrenalina con ritmos rápidos y vivaces en el momento en el que empiezan los katanazos. Los efectos también están a buen nivel y el doblaje nos llega tanto en español como en inglés y japonés. Si bien es toda una sorpresa de lo más agradable que se haya apostado por incluir voces en nuestro idioma, se trata de un juego que pide a gritos jugarlo en japonés, especialmente si tenemos en cuenta que el doblaje español está simplemente "bien".
Una primera y positiva toma de contacto
Rise of the Ronin nos está gustando. Los combates son una maravilla, su ambientación histórica convence y el bucle jugable del que hace gala es adictivo y gratificante, animándonos siempre a hacernos más fuertes para poder superar desafíos más complicados cada vez. Hay algunas cosillas que nos generan más dudas, como su historia, su diseño de mundo abierto, sus misiones secundarias o su discreto apartado gráfico, pero en el momento en el que nos infiltramos en algún sitio y las katanas se convierten en las protagonistas, consigue que nos olvidemos de todo y disfrutemos como niños. Todavía nos queda muchísimo por ver y jugar para profundizar en todo lo que ofrece, pero ahora mismo, si nos tenemos que fiar de estas primeras horas, no creemos que vaya a decepcionar. ¿Hasta dónde será capaz de llegar? La semana que viene lo descubriremos.
Hemos escrito estas impresiones gracias a un código de descarga que nos ha facilitado PlayStation.