Análisis de Shadow Blade: Reload (PS4)
Cada vez es más común que juegos exitosos de móviles salten a plataformas domésticas con una remasterización o remake, al menos aquellos donde tiene sentido por su jugabilidad –véase République-. Hace un año llegó a PC Shadow Blade: Reload, una revisión del juego de móviles Shadow Blade, que ahora pasa a PlayStation 4 y próximamente a Xbox One, Wii U y PS Vita.
La historia es la misma que os adelantamos en nuestras impresiones para ordenador. El joven Kuro, un aprendiz de ninja, debe rescatar a su maestro y para ello tiene que superar los peligros en una aventura repleta de enemigos, saltos acrobáticos y trampas mortales. A diferencia de otras aventuras de guerreros silenciosos, no estamos ante un Mark of the Ninja o Assassin’s Creed Chronicles, aquí el sigilo es casi lo de menos.
El argumento es prácticamente anecdótico y no pasa del típico enfrentamiento de clanes narrado mediante viñetas de cómic. Puesto que carece de ambientación histórica creíble, además del dojo de la primera fase puedes esperar escenarios más modernos como una ciudad inspirada remotamente en el ciberpunk. Encontrarás villanos controlando un mecha, con extremidades robóticas y portando armas contemporáneas, tipo misiles guiados, lanzallamas y rifles de francotirador.
La jugabilidad es muy parecida a plataformas actuales en cuanto a que invita a hacer partidas con fluidez y rápidas. Se decanta claramente por el estilo arcade, con puntuaciones y fases cortas –dos o tres minutos cada una-. Sin embargo, equilibra un poco la parte de saltos con la acción, y no es por lo habitual tan exigente como pudieran ser N++ o Super Meat Boy a cambio de introducir una pequeña dosis de combate que en realidad acaba formando parte de la coreografía o "puzle" que es cada escenario.
Shadow Blade: Reload se juega estupendamente con pad y parece diseñado con él en mente desde un principio por la precisión que requiere. Los movimientos son muy sencillos: saltos dobles y rebotes en paredes, golpe de katana, una carrera o impulso –ejecutable en el aire- que puede terminar con un tajo de espada y sirve para romper ciertas paredes, o el práctico tiro de shirukens, infinitos aunque necesitan un tiempo para recuperarse.
El diseño de los escenarios es un punto a su favor. Abundan los coleccionables que en muchas ocasiones se encuentran escondidos en rutas apartadas, o visibles pero difíciles de alcanzar. Los numerosos puntos de control facilitan los reintentos para arriesgar estos desvíos, eso sí, las muertes tendrán un impacto negativo en nuestra valoración final –si es que nos interesa este aspecto de competición-. Debemos decir que no será nada fácil conseguir una buena nota al mínimo error o pérdida de tiempo, por tanto el juego en sí no es complicado, otra cuestión es demostrar que eres el mejor.
El peligro aparece por partida doble: trampas y enemigos. Los enemigos no suelen plantear problemas salvo por aquellos colocados en lugares estratégicos para molestar. Para despachar a la mayoría basta con usar la espada o saltar sobre ellos en picado, nuestro protagonista nos regalará una animación de fatality -salta sangre, pero no pasa de la violencia de cómic-. Con aquellos que utilizan armas de fuego hay que ser más cuidadoso, aunque suelen disponer de una alerta para avisar con tiempo de su inminente disparo.
Algunos de estos ninjas se protegen y eso nos llevará a usar, en la medida de lo posible, los infalibles ataques por la espalda. Como hemos comentado, no se trata de un juego de sigilo y rara vez vamos a esperar al momento justo para que el rival nos dé la espalda –y tampoco hay técnicas para esconderse-, ahora bien, siempre que podamos aprovechar la situación lo lógico es sacar partido a esta ventaja y evitar mayores complicaciones.
Las trampas y saltos son constantes, muchas veces serán nuestro mayor reto por encima de los enemigos, especialmente en la recta final. Trampas móviles, plataformas, pinchos que surgen del suelo o de las paredes por las que hay que deslizarse, lo cierto es que no hay nada original en el diseño de Shadow Blade: Reload –y éste es uno de sus defectos-, pero funciona bien porque son mecánicas que han probado su efectividad durante años. Una vez superado el modo historia, y si deseas continuar poniendo a prueba tus reflejos, tienes disponible un modo de retos contra el reloj.
Hay tres niveles de dificultad y lo curioso es que suman más enemigos y se cambian un poco el recorrido, con más o menos trampas o nuevos caminos alternativos. El juego no es demasiado largo, pero estas variantes ayudan a dar rejugabilidad a cada fase; cualquiera que disfrute de Shadow Blade se picará por ver la revisión. Una lástima que carezca de editor de niveles –presente en PC-, lo que resta valor a Reload en consolas.
Dejando a un lado que no hay un ápice de originalidad en lo que hace o cómo lo hace, uno de los fallos que hemos encontrado es la poca variedad a lo largo del juego. Sea porque se echan en falta más tipos de trampas y enemigos, o porque todo nos suena a haberlo jugado anteriormente, la mayoría de niveles se limita a reordenar los gadgets y no hay demasiada sensación de progreso. Sólo los jefes, con pequeños picos de dificultad, añaden un poco de picante a Shadow Blade.
Gráficamente se nota su origen de móvil, pese a algún detalle de interacción como pasar por cortinas que se comportan con física creíble. Modelados muy simples, escenarios semivacíos, iluminación y efectos de hace una o dos generaciones delatan una remasterización de portátil, o en este caso de móviles. La estética estilizada y de cómic ayuda a disimular un poco este apartado y, en realidad, tampoco se puede exigir mucho más a un proyecto indie; los citados Super Meat Boy o N++ no son precisamente portentos técnicos.
Una de cal y otra de arena en el sonido. Es interesante que al recoger los puntos luminosos se escuche un sonido de instrumento de cuerdas que se integra en la música, y las melodías de corte oriental ambientan bien muchas fases. La lástima es que se hacen repetitivas a lo largo de una misma temática y que en la aparición de jefes el ritmo se vuelve tan cañero que rompe demasiado el estilo étnico de la exploración.
Conclusiones
El fuerte de Shadow Blade: Reload es su jugabilidad, y ahí cumple sobradamente con lo que se espera de un juego de plataformas por momentos frenético. El control con pad le sienta como un guante, y su naturaleza de smartphone sólo se refleja en gráficos y el desarrollo de fases breves. No conviene darse un atracón de dos horas continuadas de partida porque pierde su frescura rápido.
En definitiva, no es el mejor lanzamiento independiente de este estilo que ha pasado por PlayStation 4, pero tampoco es un mal juego. Si buscas un plataformas de habilidad sin muchas florituras, Shadow Blade llega a ser adictivo.
Hemos realizado este análisis con un código de descarga que nos ha proporcionado Dead Mage.