La creciente tensión geopolítica ha comenzado a sembrar incertidumbre dentro de la Unión Europea. Desde Bruselas han pedido a los ciudadanos que se abastezcan de comida, productos básicos y enseres de cara a una posible guerra o una crisis climática.
En un borrador interno, se destaca la necesidad de prepararse para “incidentes y crisis intersectoriales a gran escala, incluida la posibilidad de agresión armada”, lo que refleja la gravedad de una situación que, lejos de calmarse, parece acentuarse. En las últimas horas, hemos asistido a un rearme de varios países de la Unión Europea, así como un viraje en la política de EE.UU desde la llegada de Donald Trump. ¿Hay que preocuparse?
El 'último verano de paz' en Europa según un destacado analista militar: 'Nos estamos preparando para lo peor'
Este clima de incertidumbre tiene raíces profundas, como bien señala el experto alemán Sönke Neitzel. En una entrevista para el diario Bild, Neitzel se mostró especialmente pesimista sobre el futuro cercano de Europa, sugiriendo que “podría ser el último verano de paz” en Europa Occidental. Su visión subraya la fragilidad de una paz que, en su opinión, podría desmoronarse en cualquier momento debido a un posible ataque de Rusia contra algún miembro de la OTAN, con Lituania como un blanco especialmente vulnerable.

El escenario que plantea Neitzel está impregnado de una certeza inquietante, aunque matizada por una condición crucial: un conflicto de tal magnitud no ocurriría antes de que se alcanzara algún tipo de acuerdo de paz en Ucrania. Sin embargo, la situación en Lituania no hace más que confirmar los temores del experto. En la capital lituana, Vilna, la sensación de amenaza rusa está a flor de piel, como relata un residente del lugar en The Kyiv Independent: “Las discusiones sobre una posible invasión rusa son muy frecuentes”. La ministra de Defensa de Lituania, Dovilė Šakalienė, lo confirma al señalar: “La guerra no estallará mañana, pero nos estamos preparando”. Una preparación que refleja la creciente preocupación ante un futuro incierto.
Según Neitzel, el origen de esta incertidumbre radica en las maniobras militares recientes de Bielorrusia y las tensiones entre los presidentes de Rusia y Estados Unidos, Vladimir Putin y Donald Trump. La posibilidad de una intervención de Bielorrusia cruzando la frontera lituana genera alarmas en el país báltico, aunque la amenaza más grande podría llegar desde la OTAN misma. Neitzel asegura que, en tal situación, “la cláusula de asistencia mutua de la OTAN probablemente dejaría de aplicarse, al menos para Estados Unidos; la disuasión se vería debilitada”.

Esto implicaría que la OTAN, lejos de unirse en defensa mutua, podría verse fragmentada en sus respuestas ante una agresión rusa. En este contexto, el experto sugiere que la Alianza Atlántica debe prepararse para un escenario en el que se vea obligada a defenderse de una posible ofensiva rusa. “La guerra dependerá de cómo reaccione la OTAN en su conjunto, del papel de Trump y de lo que los europeos estén dispuestos a hacer”, comenta, subrayando la importancia de una respuesta coordinada que hoy parece lejana, tanto por la actitud de ciertos miembros de la OTAN como por la falta de unidad interna.
La cuestión militar no se limita a la geopolítica, sino que también abarca el estado de las Fuerzas Armadas alemanas, que, según Neitzel, están muy por detrás de lo necesario para hacer frente a una guerra a gran escala. El experto lamenta los intentos fallidos de modernización de la Bundeswehr, destacando la escasez de cuarteles y la obsolescencia de la infraestructura, lo que podría prolongar el proceso de renovación durante décadas. Pero el problema más grave radica en la falta de armamento adecuado.

“Desde 1990, siempre hemos adquirido la munición justa para mantener las operaciones de entrenamiento, pero nada para la guerra”, expone Neitzel. Durante la Guerra Fría, la falta de suministros era un talón de Aquiles, y según él, la situación actual no es diferente. Hoy, incluso la munición para operaciones de combate sigue siendo escasa, con reservas que solo alcanzan para unos pocos días de combate intenso.
Este déficit de recursos no se limita a la munición, sino que se extiende a la tecnología, como ya hablamos en el caso de Francia. Neitzel critica el estado de los drones alemanes, obsoletos tanto en cantidad como en calidad. La falta de capacidad para operarlos en condiciones adversas como la noche o mal tiempo pone de manifiesto la falta de preparación de las fuerzas armadas ante un conflicto real. La consecuencia de esta desventaja, en opinión de Neitzel, es clara.
Las reformas militares son, por naturaleza, procesos lentos, y el experto advierte que, si no se toman medidas urgentes, Alemania podría seguir incapaz de afrontar una amenaza real dentro de diez años. El mensaje de Neitzel es claro: Europa y, en especial, la OTAN, deben entender la magnitud de la amenaza que se avecina.