Análisis Atelier Yumia, un JRPG entrañable que llega por primera vez en español (PS5, PC, PS4, Xbox One, Xbox Series X, Switch)

En los últimos meses hemos asistido al lanzamiento de numerosas nuevas entregas de franquicias del mundo del JRPG que hasta hace relativamente poco tiempo eran poco o nada conocidas para el público en general. Aunque algunas llegan en inglés (Ys: Nordics), hay motivos de sobra para celebrar estos tiempos en los que vivimos. Atrás quedan aquellos años en los que suspirábamos por poder jugar con las series menos conocidas, populares en Japón, pero con un recorrido prácticamente anecdótico en Occidente. Y si bien es cierto que gran parte de los lanzamientos que se han producido recientemente forman parte de la tendencia actual del mercado a ofrecer remasters y remakes (Suikoden I & II, Tales of Graces f Remastered (con este último, por cierto, se ha anunciado ya una colaboración especial en forma de DLC), Romancing SaGa 2), hay otros que siguen buscando innovar (Visions of Mana, Metaphor: ReFantazio) y que incluso se toman la molestia de llegar por primera vez traducidos al español.
Este último es el caso del juego que hoy tenemos entre manos, siendo la entrega más reciente de una saga que cuenta con casi treinta años de experiencia en el sector, aparecida originalmente en PSX y popularizada con el paso de los tiempos gracias a su mezcla homogénea entre distintos géneros, algo que hoy en día es bastante habitual, pero que en aquel entonces no lo era tanto. La aparición de Atelier Yumia: La alquimista de los recuerdos y la tierra imaginada es un acontecimiento importante no solo por llegar por primera vez traducida al español, algo que llevábamos tiempo reclamando y que seguramente ayudará a que los jugadores más advenedizos se interesen por ella, sino también por tratarse de la primera vez que la serie ve la luz en Xbox (en formato digital, al igual que la versión de Switch). Tal vez sean dos conceptos que resulten baladí a ojos de algunos aficionados, pero que ponen de relieve el incremento de la popularidad ya no solo del género, sino también de la franquicia creada por Gust, el estudio japonés que hace poco ofreció el entretenido Fairy Tail 2.
No obstante, poco o nada importaría que el juego llegue a todas las consolas del mercado en español si no estuviese a la altura de las circunstancias. Nada más lejos de la realidad, y como tendremos tiempo de explicar a lo largo de este análisis, Atelier Yumia (pedimos perdón de antemano por omitir su extenso sobrenombre) no solo es un JRPG notable, sino que además es una de las entregas más destacadas de la franquicia, como así también una magnífica ventana por la cual asomarse si no conocemos nada de la misma. Como las últimas entregas troncales cerraron el arco argumental que se inició en Atelier Ryza: Ever Darkness & the Secret Hideout, Yumia ofrece un nuevo hilo argumental con una nueva protagonista, Yumia Liessfeldt, que mediante la ayuda de un selecto grupo de compañeros es la punta de lanza que representa los cambios más interesantes que descubrimos en esta reimaginación de la franquicia Atelier.
La alquimia, un arte prohibido
El papel de Yumia, la protagonista que da sentido a esta historia y que además pone también el título al juego, es doblemente significativo. No solo por su marcado carácter y su afán por descubrir la verdad que se esconde tras la compleja trama que se urde ante sus ojos, sino también porque ella es quien mejor representa el cambio que ha dado la franquicia con respecto a lo que ha ofrecido en anteriores iteraciones. Maestra de la alquimia, Yumia deja atrás a otras protagonistas adolescentes o infantiles de Atelier para dar paso a una mujer que teje su destino tomando sus propias decisiones, sin consultar a ningún mentor, tan solo con la ayuda de los compañeros. Su historia personal es conmovedora, ya que narra la pérdida de su madre y el posterior descubrimiento de su afinidad con la alquimia. Acompañada por su inseparable ayudante Flammi, una llamita de carácter un tanto robótico que ofrece consejos de cuando en cuando, pronto conoce a Viktor y a Isla, la dupla de coprotagonistas que la acompañan durante los primeros compases de juego.
El trasfondo de su aventura viene impuesto por el Imperio Aladissiano, que tras vivir una época de esplendor, pierde gran parte de su esencia a causa de un terrible cataclismo. Siglos después, aquella tierra libre y progresista pasa a convertirse en un lugar peligroso, donde la alquimia se considera tabú y, por ende, también todo aquel que se atreve a ponerla en práctica. La trama comienza in medias res para, a través de un flashback, pasar a narrar los difíciles comienzos de Yumia, la historia de cómo conoció a sus nuevos amigos y posteriormente centrarse en descubrir qué sucedió realmente en el pasado con respecto a la alquimia y al misterioso cataclismo que cambió para siempre a los habitantes de Aladiss. Para ello se forma el denominado "Equipo de Investigación de Aladiss", que nos llevará a transitar por zonas repletas de artes oscuras, monstruos y de maná, siguiendo primero las indicaciones de un jefe de escuadrón y posteriormente de nuestros propios sentimientos.
Esta premisa es, sin duda, mucho más madura que la de otras entregas de la serie. Sin embargo, le cuesta arrancar, el ritmo es bastante lento (sobre todo teniendo en cuenta la ingente cantidad de objetos que podemos descubrir a lo largo y ancho del continente) y su evolución, pese a que mejora bastante en los tramos finales, es anodina. Con un buen puñado de clichés y de situaciones que ya hemos vivido en innumerables ocasiones en otros títulos del género, la sensación que deja tras de sí este apartado es un poco agridulce. Echamos en falta que Gust no haya puesto más énfasis en dotar a los personajes secundarios de más personalidad, o a vivir momentos que nos empujen a seguir jugando para descubrir qué sorpresas nos aguardan. Con todo, el argumento sigue las líneas habituales de cualquier JRPG genérico, dejando así patente algo que ya sospechábamos al comenzar a jugar: el auténtico protagonista de esta entrega no es la historia, sino su mecánica de juego.
Un enorme mundo por explorar
La mecánica de Yumia sigue el camino establecido por anteriores capítulos de la franquicia. Su base se divide en tres conceptos básicos que aquí vuelven a cobrar un especial protagonismo: la exploración, que se desarrolla en un enorme mapa repleto de secretos por descubrir; la síntesis, o lo que viene a ser lo mismo, la parte relacionada con la creación o mejora de objetos, y por último (y en este caso concreto, sí el menos importante), los combates, que pese a las novedades con respecto a otras entregas claramente representan el aspecto menos atractivo de los tres. A cada uno de ellos le tendremos que dedicar una cantidad de horas considerable tanto para aprender sus nociones básicas como para dominar su peculiar mecánica. Y aunque los jugadores que nunca se hayan sentado a disfrutar de un Atelier podrían sentirse algo saturados por la cantidad de tutoriales y de diferentes explicaciones de las que somos testigos durante las primeras horas de juego, lo cierto es que, una vez superada la fase introductoria, el sistema resulta bastante divertido y fácil de comprender.
Vayamos por partes. La exploración es el aspecto en el que más tiempo invertimos. El mundo de Aladiss se divide en tres regiones muy diferenciadas entre sí. En la primera, la región de Lignumbria, proliferan los paisajes verdosos, repletos de flora y fauna. En la segunda, legión de Syvashi, la más desolada de las tres, descubrimos las consecuencias del mal uso de la alquimia; en la tercera, la región de Auruma, podemos echar un vistazo al motor industrial del continente. Cada región tiene sus particularidades tanto en concepto de monstruos como de los retos y misiones secundarias que tenemos que superar. En este sentido, Atelier Yumia ha tomado nota de los grandes exponentes del sandbox, ofreciendo una variedad significativa de tareas que podemos (o debemos, según el caso) realizar. Aquí encontramos todo tipo de cuestiones habituales en estos casos, como cacerías de grupos enemigos, objetos perdidos, recolección de algún tipo de material específico, acceso a Santurarios, etcétera.
Aunque al principio resulta algo agobiante enfrentarnos ante el vasto espacio que cubre cada región, la agilidad de Yumia y posterior adquisición de una motocicleta facilitan el proceso de exploración y de búsqueda de secretos (hay innumerables tesoros ocultos, además de materiales que podemos ir recolectando a medida que pasamos por sus cercanías, una novedad que se agradece con respecto a anteriores Atelier). Además, contamos con tirolinas que nos permiten superar algunos de los muchos obstáculos naturales que encontramos a nuestro paso. También es posible ir de un punto a otro utilizando el viaje rápido con una carga entre menús meramente anecdótica. Explorar es, por lo general, muy entretenido: además de las misiones secundarias basadas en realizar acciones específicas, descubrimos también algunas misiones esporádicas que solo aparecen al darse una serie de circunstancias concretas. Podemos priorizar qué preferimos hacer en cada momento sin que el juego nos penalice por ello. Cuanto más exploramos, más materiales recolectaremos, lo que nos lleva a centrarnos en el siguiente punto de la mecánica de Atelier Yumia: la síntesis.
Síntesis, alquimia y momentos de relax
Exploramos, descubrimos nuevos Santuarios del Rezo, recolectamos todo tipo de material que se encuentra en los lugares que recorremos, realizamos misiones secundarias… Pero ¿qué hacemos con ellos? La síntesis de objetos, la alquimia, es desde su creación uno de los puntos característicos de Atelier, por lo que no es de extrañar que aquí vuelva a tener una relevancia significativa. Probablemente lo más que llama la atención sea que se ha facilitado su uso para poder sumergirnos en su mecánica sin tener que sufrir en el proceso. Existen dos tipos de síntesis: una que nos permite crear nuevos objetos utilizando recetas y manipulando maná, de cuyo resultado dependen los parámetros de los que empleamos durante el proceso; y otra más sencilla que, de contar con la materia prima necesaria, nos permite crear objetos de uso primario, como kits médicos o de uso más práctico, entre algunos otros. Mientras que para poder acceder al primero necesitamos de estructuras específicas, el segundo se puede aplicar en cualquier lugar.
La síntesis está muy relacionada con uno de los aspectos en los que Gust ha invertido más esfuerzo en esta entrega: la construcción. Atelier siempre ha tenido un toque de juego cozy, aunque diríamos que pocas veces había alcanzado las cotas de las que puede presumir en Yumia. A lo largo y ancho de nuestros paseos por el continente descubrimos algunas zonas de campamento que tendremos que construir empleando objetos previamente creados o descubiertos. Hay un poco de todo: desde suelos a paredes, pasando por techos, espacios decorativos, jardines, etcétera. El sistema que se emplea para construir no rompe la dinámica del juego y se aprovecha para cumplir una serie de retos (también conocido como "nivel de comodidad") que a la postre nos permiten desbloquear nuevas recetas. Es decir: construir no es solo algo que hacemos pasar el rato, sino que tiene sus propias recompensas.
Pese a ello, conviene tener en cuenta que, si no eres de los que disfruta pausando la partida para dedicarse a hacer otra cosa que combatir y explorar, el juego permite establecer construcciones ya prefabricadas con las que ganamos tiempo y, en algunos casos, también evitamos sentir frustración si el diseño de interiores no es lo nuestro. Cada construcción, al margen de las estructuras básicas, suele contar con una cama que nos permite descansar y recuperar la energía, así como talleres para desarrollar objetos, un cofre desde el que podemos acceder a objetos que hemos dejado guardados y demás. En los campamentos también podemos cocinar y descubrir algo más sobre nuestros compañeros. No obstante, en este sentido sucede algo parecido con los comentarios que nos espetan de forma recurrente mientras exploramos: no suelen ir mucho más allá de los típicos clichés del género. Cuando sentimos que hemos llenado la barriga y descansado lo suficiente, nos ponemos en marcha al siguiente destino, aunque para ello primero tenemos que pasar por el tercer aspecto fundamental en la mecánica de este Atelier: el combate.
Combate en tiempo real
El otro aspecto que ha cambiado notablemente con respecto a otras entregas es el de los combates, que tradicionalmente no suele tener el mismo protagonismo que los dos anteriores. Los enfrentamientos tienen lugar ahora en tiempo real y nos invitan a tomar decisiones rápidas. Podemos hacer uso de dos tipos de ataque o equiparnos con un objeto previamente creado en la síntesis al que podemos dotar de cualidades básicas que nos permitan afrontar las debilidades de los enemigos con más facilidad. Cada ataque o habilidad se equipa en un botón específico y su uso tiene una serie de restricciones, por lo que es esencial aprender a cambiar entre los personajes durante el combate para evitar quedarnos desprotegidos a las primeras de cambio. Además de atacar, también es posible defendernos y esquivar ataques. Existen dos posiciones de ataque, frontal y en la retaguardia, cuyo uso depende del estilo que empleemos durante las batallas. Si cumplimos los requisitos necesarios, podremos emplear un ataque especial entre todos los aliados. Cada personaje cuenta asimismo con un ataque especial de mana que tiende a arrasar con todo lo que se encuentra en el campo de batalla.
Valorar en su justa medida el sistema de combate depende del nivel de dificultad que elijamos al comenzar a jugar. Podemos elegir desde fácil, donde nos limitamos a machacar botones sin ton ni son, hasta el modo muy difícil, donde sí se nos exige la máxima concentración para prosperar ante los enemigos más resistentes. En este caso, y a diferencia de otros JRPG que han aparecido en los últimos meses, elegir el modo más sencillo es sinónimo de pasar por la aventura sin tener que preocuparnos por este aspecto en ningún momento. Si elegimos todo lo contrario sí tendremos que aplicarnos al máximo en todos los sentidos: tanto en los combates propiamente dichos como a la hora de sintetizar objetos de cura o mejoras para los personajes. En todo caso, y pese a que a nivel visual los combates son bastante dinámicos y transcurren sin problemas, hay algunos aspectos que no han terminado de convencernos en este sentido, como el hecho de que tengamos que ver una y otra vez la misma transición final pese a que luchemos con enemigos muy fáciles de batir. Esto contrasta con lo que ha buscado Gust en este caso, que es básicamente integrar los combates en el sistema de exploración para evitar romper el ritmo de juego.
Es curioso que, pese a los cambios introducidos, en este aspecto Atelier Yumia siga estando un poco por detrás de otros referentes del género. El sistema de combate no busca ser muy profundo, pero los enfrentamientos sí que son muy habituales, la adquisición de habilidades especiales bastante sencilla y, por lo general, no hará falta que nos detengamos más de la cuenta para superar a este o aquel enemigo.
Un mundo repleto de contrastes
A nadie extrañará saber que los recursos con los que cuenta Gust para desarrollar el motor gráfico de Atelier no tiene nada que ver con el de las propuestas más ambiciosas del género. Teniendo esto en cuenta, es muy reconfortante apreciar cómo el estudio japonés ha logrado que el nivel de calidad gráfico de esta última entrega esté a un nivel más que notable, tanto en lo que se refiere al diseño de personajes, mapeados y monstruos como al rendimiento técnico propiamente dicho. Los tiempos de carga son mínimos, las ralentizaciones no son un problema y por lo general da la impresión de haber pulido al máximo esos típicos elementos que suelen fallar, como imprecisiones en las fases de creación o problemas técnicos durante las fases de exploración. Que la estética es eminentemente anime es algo que salta a la vista con tan solo echar un vistazo a las imágenes adjuntas a este análisis, y aunque algunas animaciones están por debajo de lo esperado, el conjunto puede presumir de estar muy por encima de otras propuestas del género que nos han recordado a generaciones de consolas pasadas.
Sucede un poco lo mismo con la banda sonora, muy cuidada y con voces únicamente en japonés, donde destacan las melodías de corte más relajante que escuchamos en las fases de exploración, alejándose de las genéricas y machaconas que suelen hacer acto de presencia en el género. Por lo general, Gust ha realizado un trabajo muy sólido a nivel técnico, propio de esta generación, y aunque no carece de algunos altibajos (hay ubicaciones muy hermosas y otras que no lo son tanto), rinde a un nivel más que aceptable para los tiempos que corren.
Al margen de esto, vale la pena destacar algo que ya hemos comentado en varias ocasiones: el juego llega completamente traducido al español, en una traducción que además es digna de elogio.
Conclusiones
Buscaba Gust con esta entrega crear una experiencia nueva, parecida pero distinta a las anteriores, y damos fe de que eso es exactamente lo que se ha conseguido en este caso. Dejando de lado el buen rendimiento que tiene su parte técnica, estamos ante una aventura bastante más madura que sus hermanos mayores, con una mecánica llamada a ofrecer un buen puñado de horas de juego, una exploración muy entretenida, potenciada por un mundo abierto repleto de tareas por realizar y de secretos por descubrir. Queda claro que prima aquí recorrer el amplio mundo que ofrece por encima de los combates, también renovados, pero todavía con un amplio margen de mejora para ofrecer interesantes novedades en el futuro. Además, llega perfectamente traducido al español, una característica que, sumada a todas las demás expuestas a lo largo de este análisis, hacen de Atelier Yumia: La alquimista de los recuerdos y la tierra imaginada la excusa perfecta para descubrir por primera vez la franquicia… o para volver a sumergirnos en ella.
*Hemos realizado este análisis en PS5 con un código proporcionado por Plaion.
NOTA
Puntos positivos
Puntos negativos
En resumen
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