Sí, hemos hecho memes y nos hemos reído con una de las noticias de la semana. Hablamos del buque de cargo atascado en el Canal de Suez, aquel que tras una navegación errática acabó bloqueando una de las rutas comerciales más importantes del planeta y una de las vías de transporte vitales para el tráfico de bienes y productos entre las naciones de Occidente y Asia. Más allá de lo espectacular de la imagen -hablamos de uno de los barcos de transporte más grandes jamás fletados-, ¿qué consecuencias tiene todo este asunto para la economía mundial? ¿Cómo nos afectará a nosotros como ciudadanos? Os lo contamos.
El buque portacontenedores que le dio la puntilla a una economía ya trastocada por la COVID-19
El comercio internacional estaba recuperándose poco a poco tras más de un año de paralización casi absoluta por la pandemia de coronavirus. Tras la guerra comercial entre China y Estados Unidos, los temores a un nuevo repunte entre las hostilidades entre Rusia y el citado país, ahora en manos de Joe Biden, la economía mundial se vio azotada por el virus que surgió en Wuhan y rápidamente se extendió por todos los rincones de la Tierra. El tejido comercial ha estado viviendo grandes contratiempos y cambios, en los últimos meses, y parecía salir del abismo tras un auge de las políticas proteccionistas y el avance de la pandemia de COVID-19. Pero antes de que el barco quedase completamente encallado en el estrecho canal, los principales exportadores e importadores de materiales, productos y otros objetos de consumo, se dieron de bruces con una crisis de precios al alza en los envíos debidos a la escasez de contenedores, la subida de precios de los propios barcos o la falta de semiconductores, algo que ha afectado a productos muy demandados en Asia y Occidente como el iPhone, PlayStation 5 o Xbox Series X. El tapón que ha originado el capitán del Ever Given en el Canal de Suez era lo que faltaba para frenar en seco la recuperación económica.
¿Quién pagará esto? En resumidas cuentas, los consumidores. "Calculamos que cada semana de inmovilización podría costarle al comercio mundial entre 6000 y 10.000 millones de dólares", remarcaban fuentes desde Allianz a medios especializados en economía como El Economista. El coste estimado se realiza calculando el precio extra que habrá que asumir para que la mercancía termine llegando a su destino, porque no lo olvidemos, en este escenario podríamos encontrarnos en pocos días con una tendencia de los precios al alza. Los consumidores podemos pagar el pato de este accidente con unos precios mayores en el día a día, pues las empresas intentarán sacarle el máximo partido al stock existente de muchos de sus productos y materiales al buscar maximizar su beneficios en la actual situación. "El problema real es que el bloqueo del Canal de Suez es la gota que colma el vaso del comercio mundial", remarcan los analistas de Allianz. Para que os hagáis una idea, se estima que todo lo ocurrido en las últimas horas en el comercio internacional podrían restarle el equivalente al 20% de toda la economía de España.
Aunque se cree que el Canal podría estar operativo a mediados de la semana que viene, no hay nada seguro. Esta vía es la puerta de entrada para el movimiento de mercancías entre Europa y Asia, y recibió más de 19.000 barcos en 2019 o 1250 millones de toneladas de carga. "Esto representa alrededor del 13% del comercio mundial, por lo que es probable que cualquier bloqueo tenga un impacto significativo", explican los analistas de la citada aseguradora alemana. "En particular, este incidente probablemente provocará retrasos en el envío de artículos cotidianos para consumidores de todo el mundo", matizaba. ¿Qué productos? Pues de todo. Desde ropa a pilas, pasando por utensilios del hogar, piezas de repuesto para automóviles, coches, electrodomésticos o calzado. A eso hay que sumarle el retraso en los envíos de videojuegos, consolas y otros productos tecnológicos, cada vez más reclamados por los consumidores.
La posición de las empresas en una crisis que no se sabe cuánto durará
Todo dependerá de cuánto dure el atasco y de la capacidad de reacción de las empresas, que ya han empezado a bordear el Cabo de Buena Esperanza y la costa Sudafricana para evitar el tapón del Canal de Suez y así poder abastecer a los mercados, industrias y distribuidores. En este momento, y aunque se es positivo con respecto a la normalización en un plazo de unos días, quizás semanas, las empresas tienen decidir si estos mayores costes se comen una parte superior de sus márgenes o se lo trasladan a los consumidores, encareciendo los productos y materiales. En términos reales y casi bajo cualquier prisma, esto se traduce en menores beneficios y una caída del poder adquisitivo de los consumidores, cuyos bolsillos están muy dañados por la crisis del coronavirus. En el puerto de Valencia (España), uno de los más importantes de Europa, temen incluso en un colapso de sus terminales cuando se desbloquee el canal.
"Los efectos de segunda ronda serán mucho más importantes a través del principal canal que es el impacto en los precios. La interrupción de la cadena de suministro está afectando especialmente a los precios de los insumos europeos", comentaban desde Allianz. Y no hablamos únicamente de Europa, ya que Estados Unidos también se verá afectado, pero su dependencia de este canal de suministro, por localización geopolítica, es menor. Pese a todo, y al escenario de incertidumbre en el que nos encontramos, el golpe podría haber sido mayor en un entorno de escasez de petróleo.
Con los números en la mano, el atasco en Suez aún no ha tenido una gran influencia en el precio del barril de crudo, pese a las subidas y bajadas un tanto artificiales de su precio en las últimas horas. Este viernes cotizaba con alzas del 1% hasta los 63 dólares el barril en el caso del Brent, mostrándonos un aumento de unos dos dólares por barril tras la noticia del bloqueo de la ruta comercial. En un principio, y siempre pensando en que estaremos ante un escenario de bloqueo mínimo, de apenas unas semanas, no se deberían ver impactos prolongados en el mercado. ¿Por qué? Pues porque precisamente los elevados niveles de reserva de petróleo soportarán la supuesta escasez o los retrasos en el corto plazo. Ahora existen una gran variedad de productos derivados, el coche se usa menos desde la irrupción de la pandemia en nuestras vidas -los hábitos de movilidad han cambiando y se han visto controlados por los gobiernos- y los países exportadores han sabido orientar su estrategia a los nuevos tiempos.
En definitiva, el consumidor no debería notar nada en un principio. Si la situación se complica y las labores de liberación del canal por parte de las autoridades no terminan de avanzar, y la restauración del tráfico tarda días en recuperar su ritmo habitual, sí es cierto que muchas compañías podrían volcar el peso de estas pérdidas a los usuarios . Aunque no lo creamos, un aumento de varios céntimos o euros en productos que tienen un precio asumible podría traducirse en un daño notable a corto plazo para nuestros bolsillos, que se verían aún más afectados en la adquisición de productos básicos y de consumo.
