Los lácteos, incluidos los yogures, forman parte de la nutrición de muchos de nosotros prácticamente de forma diaria. La leche, por ejemplo, a menudo está incluida en el desayuno y en el pasado se ha asociado con el fortalecimiento de los huesos gracias a su calcio, pero en la actualidad, dependiendo de las diferentes tendencias dietéticas o los estudios de alimentación que uno lea, diversos lácteos como los yogures pueden definirse como buenos o malos para la salud. ¿Cuál es el veredicto más cierto a este respecto?
¿Qué dice la ciencia sobre la ingesta de lácteos como yogures? ¿Son buenos?
Hace unos años, desde Harvard Health Publishing, se publicó en el blog de salud de la prestigiosa universidad de la costa Este de los Estados Unidos un artículo que trataba de dar respuesta a la preocupación de muchos acerca de los lácteos en la dieta alimentaria. El científico investigador en nutrición de la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard, Vasanti Malik, comenzaba explicando lo siguiente:
"Los lácteos no son necesarios en la dieta para una salud óptima, pero para muchas personas, es la forma más fácil de obtener el calcio, la vitamina D y las proteínas que necesitan para mantener el corazón, los músculos y los huesos sanos y funcionando correctamente".
Es decir, los lácteos como la leche, el yogur o el queso, son buenas fuentes de calcio. Por lo tanto, sí es cierto que suelen reducir el riesgo de sufrir fracturas de huesos. No obstante, cabe señalar que necesitamos más o menos cantidad de calcio por día dependiendo de nuestra etapa de vida, e incluso de nuestro sexo. Los hombres adultos hasta los 50 años necesitan 1000 miligramos de calcio por día. Mientras que las mujeres mayores de 50 años y los hombres mayores de 70 años necesitan 1200 mg. Para hacerse una idea, una porción típica de yogur tiene alrededor de 187 mg de calcio.
A su vez, las proteínas que proporcionan los lácteos también pueden ser una buena manera de prevenir la pérdida natural de masa y fuerza muscular que sufren nuestros cuerpos con la llegada de la vejez. Pero, con todo, numerosas investigaciones nos han advertido a lo largo de los años del excesivo consumo de lácteos...
La Asociación Estadounidense del Corazón (AHA), en este sentido, ha recomendado desde hace mucho que los adultos consuman productos lácteos a poder ser sin grasa, o en su defecto bajos en grasa. Sin embargo, un informe presentado en el Congreso de 2018 de la Sociedad Europea de Cardiología, en el que se analizaron 20 estudios con casi 25.000 participantes, no encontró asociaciones entre el consumo de la mayoría de los productos lácteos del mercado y las enfermedades cardiovasculares. De lo que se extrajo que, en realidad, es probable que los lácteos enteros no sean una gran amenaza para nuestra salud.
Otros estudios científicos, como recogen desde Harvard, han propuesto justo lo contrario: que determinada ingesta de lácteos puede prevenir enfermedades cardíacas. El British Journal of Nutrition llevó a cabo una investigación con 2.000 hombres que comieron muchos productos lácteos fermentados como yogur y queso y detectaron que estos tenían un menor riesgo de sufrir enfermedades en las arterias coronarias que los hombres que ingerían menos de estos productos.
La mayoría de expertos apuntan a un consumo moderado, evitando los lácteos enteros
En definitiva, a pesar de los numerosos estudios e investigaciones, parece que la ciencia se ha encontrado en un camino de grises con los lácteros. Se podría decir que ni son maravillosos, ni son malignos. A lo largo del día, ingerir algunos lácteos con moderación puede ayudar a recibir nutrientes vitales saludables para nuestro cuerpo. Pero Vasanti Malik nos recuerda: "Una dieta bien equilibrada que incluya muchas verduras de hojas verdes y frutos secos puede ayudar a obtener el calcio y las proteínas que necesita en lugar de depender demasiado de los lácteos".
El científico todavía recomienda personalmente consumir lácteos bajos en grasa, pues esto ayuda a reducir la ingesta de grasas naturales. Y en el caso de los yogures, su consejo es preferiblemente escoger los yogures griegos naturales, evitando las versiones con sabores ya que tienen un alto contenido en azúcar. En palabras de Malik, el yogur griego natural "tiene más proteínas que el yogur normal y contiene probióticos que ayudan con la salud intestinal. Y es bastante versátil, ya que puedes comerlo solo o agregarlo a otros platos como batidos y usarlo como sustituto de la crema en recetas".
