El tecnólogo de alimentos Miguel Ángel Lurueña, conocido en las redes como @gominolasdepetroleo, en una entrevista concedida a DAP, señala que “la alimentación en España cambió radicalmente en los años ochenta, que es precisamente cuando comienza el libro”.
El libro al que se refiere, Del ultramarinos al hipermercado, es una radiografía de cómo ha pasado España de tener tenderos de toda la vida a cajas autoservicio, afectando además, por el camino, la dieta del español medio. Lurueña explora cómo la alimentación en España experimentó una revolución significativa en los años ochenta, coincidiendo con su nacimiento en 1978.
Más alimentos ultraprocesados por culpa de la publicidad
Señalando el impacto de la publicidad y la proliferación de productos ultraprocesados de grandes multinacionales en la dieta española. Una transición que ha tenido consecuencias negativas como el aumento de la obesidad y la diabetes tipo 2, atribuidas a un entorno que favorece elecciones alimentarias poco saludables. Los hábitos de consumo y las tasas de obesidad en España han comenzado a emular patrones vistos previamente en Estados Unidos, desafiando la percepción de superioridad en la gastronomía gracias a la diera Mediterránea y los hábitos alimentarios españoles.
De la dieta mediterránea a los fritos
A pesar de conservar tradiciones culinarias ricas, España está perdiendo aspectos valiosos de su cultura alimentaria en favor de tendencias menos saludables. El motivo, la sobreabundancia de alimentos procesados que ha hecho que se disparen los índices de obesidad o de diabetes tipo 2. "Comemos más y nos movemos menos", explica el experto.
“Antes mirábamos a Estados Unidos con condescendencia y diciendo, bueno, mira, qué tasas de obesidad, qué mal están ahí, qué mal comen ahí”, apunta. "Ahora estamos aquí poco más o menos igual. Los índices de obesidad son parecidos y muchas veces los hábitos de consumo pues también. Afortunadamente, bueno, nuestra gastronomía, nuestra cultura, es mucho más potente en ese sentido. Todavía quedan buenos hábitos alimentarios a años luz del mundo anglosajón.. Pero vamos perdiendo muchas cosas", añade.
No es cuestión de comer menos
Este cambio destaca la importancia de reconocer y abordar los desafíos presentes en el entorno alimentario moderno. De ahí la importancia de la responsabilidad individual frente a las elecciones alimentarias, desmitificando la noción de la fuerza de voluntad frente a un ambiente que promueve activamente opciones poco saludables. “Todavía lo dicen algunos profesionales sanitarios, en plan, ‘bueno, pues para adelgazar hay que ingerir menos calorías de las que gasta, y ya está’. Y tan fácil como eso. Hombre, si fuera tan fácil como eso no estaríamos como estamos”, explica Lurueña.
De esta forma invita a una reflexión sobre cómo el entorno y la accesibilidad influyen en nuestras decisiones dietéticas, más allá del conocimiento sobre nutrición y salud. La discusión se extiende a la necesidad de un cambio social y político que respalde elecciones más saludables, subrayando que la solución al problema de la obesidad y las enfermedades relacionadas trasciende la simplicidad del balance energético.
Por último, plantea un llamado a la acción, tanto para consumidores como para políticos, para influir en el futuro del sistema alimentario. El tecnólogo de alimentos sugiere que cambios pasados, como las regulaciones sobre el tabaco y la publicidad dirigida a los niños, pueden servir de modelo para abordar la prevalencia de los alimentos ultraprocesados.