We Happy Few nos presenta un mundo distópico donde los habitantes de Wellington Wells - bajo la fachada de un alegre pueblecito inglés - escapan de la realidad gracias al consumo de una droga llamada Joy. Dicho consumo es obligatorio para todos los habitantes, el cual les sume en un estado prácticamente de ensoñación. De esta forma, el abuso de drogas, las enfermedades mentales y el autoritarismo son temas centrales en el juego de Compulsion Games.
Sin embargo, parece que el aspecto del consumo de drogas no ha convencido a la Junta de Clasificación Australiana, que ha decidido no dar luz verde al título de Compulsion Games para su publicación en el país. El estudio no ha dudado en salir en defensa de su juego.
Los juegos que se suelen rechazar por la Junta de Clasificación Australiana son aquellos donde se representan, expresan o tratan asuntos de sexo, uso indebido o adicción a las drogas, crímenes, crueldad, violencia o fenómenos "repugnantes o abominables que ofenden los estándares de moralidad, decencia y decoro aceptados por adultos razonables".
En Fallout 3, las Med-X eran originalmente conocidas como morfina, hasta que la Junta de Clasificación Australiana rechazó publicar el juego hasta que Bethesda cambiara el nombre por otro que no hiciera alusión a una droga del mundo real.
El caso de We Happy Few es, por tanto, extraño, dado que la droga Joy no existe en el mundo real, y es por eso que Compulsion Games quiere esclarecer qué ha sucedido.
En una publicación en su blog oficial, el estudio hizo alusión a que la primera escena de We Happy Few consiste en que "el protagonista redacta material que podría ofender a la sociedad, como parte de su trabajo como 'archivista' del gobierno. Los ciudadanos están siendo obligados a consumir Joy, y el objetivo del juego es rechazar esta norma y rebelarse".
"En este contexto, el comentario social que hace nuestro juego no difiere del que se puede leer en Brave New World de Aldous Huxley o Brazil de Terry Gilliam".
Compulsion Games se ha dirigido también a los patrocinadores australianos de su campaña de Kickstarter. El estudio quiere primero apelar la decisión de la Junta y, de no conseguir nada, procederían a devolver el dinero a los usuarios australianos que aportaran en la campaña de financiación.