Dungeon Siege fue un juego de acción y rol para PC que salió en 2002, desarrollado por Gas Powered Games y publicado por Microsoft Game Studios. A pesar de no ser un título demasiado original –se le acuso de copiar a Diablo-, ni especialmente deslumbrante en ninguno de sus apartados, sí era muy entretenido y adictivo, llegó en un momento en el que los juegos de acción y rol estaban en auge, y por ello tuvo bastante éxito. Le seguiría una expansión al año siguiente -Legends of Aranna-, y una secuela en 2005, con su correspondiente expansión -Broken World-.
Gas Powered Games fue un estudio fundado por Chris Taylor, un respetado diseñador de videojuegos que creo en el clásico de estrategia Total Annihilation, y que después de fundar esta compañía además de la saga Dungeon Siege también desarrolló la serie Supreme Commander. Un título cuya segunda entrega se encargó de distribuir Square Enix, la que se ha hecho con los derechos de Dungeon Siege, que nos trae ahora su tercera parte, esta vez con cambio de desarrolladora, pasando de Gas Powered Games a Obsidian Entertainment, aunque parece ser que este trabajo está siendo supervisado por el propio Chris Taylor. Los californianos Obsidian son unos expertos en crear juegos de rol, desde Star Wars: Caballeros de la Antigua República 2, Neverwinter Nights 2 hasta Fallout: New Vegas, todos con un denominador común: sagas de rol ya comenzadas que ellos continúan (excepto Alpha Protocol, su única serie original).
En Dungeon Siege III se nos cuenta la historia de la Décima Legión, el ejército imperial de más rango y más temible en la historia de la tierra de Ehb. A lo largo de décadas la Décima Legión ofreció estabilidad y protección para el reino, a la vez que fue ganando poder, y su influencia se fue volviendo contraria a la monarquía. Hasta que el rey de Ehb fue asesinado y la culpa recayó sobre la Legión. Dirigidos por la joven y carismática Jeyne Kassynder, la gente se reveló y acabó con la Décima Legión, de la que solo consiguieron sobrevivir unos pocos descendientes. Muchos fueron perseguidos y asesinados, pese a ello, quedaron unos pocos supervivientes que ahora han sido convocados en una reunión, en un intento por reconstruir la Legión y recuperar su reino de manos de Jeyne Kassynder.
Al comenzar el juego tenemos que elegir uno de los cuatros personajes posibles, descendientes de la Décima Legión, que tienen unas características y habilidades particulares, cambiando bastante la jugabilidad entre unos y otros. Lucas Montbarron, hijo del antiguo Gran Maestro de la Legión, el último de una línea noble y respetada, usa la espada, y como los otros personajes tiene dos posiciones de combate. Una en la que empuña una espada y un escudo para protegerse, y la otra en la que coge la espada con las dos manos, realizando ataques más fuertes pero a la vez más lentos. Anjali es una arconte, un espíritu de fuego que puede tomar dos formas; la humana, en la que lucha con una lanza o un bastón realizando ataques físicos, o forma de fuego, en la que puede lanzar llamas y realizar todo tipo de hechizos usando este elemento.
Reinhart Manx es el descendiente de una larga tradición de magos de la Legión, que usa dos tipos de magia, una eléctrica y más a corta distancia, y otra parecida al viento de más alcance. Y por último Katarina, la hija ilegítima de Hugh Montbarron –el Gran Maestro de la Legión- y una bruja Lescanzi. Este personaje utiliza unas pistolas que disparan ataques mágicos a larga distancia, o una escopeta de más potencia adecuada para los enemigos cercanos. Lo cierto es que aunque no podamos crear nuestro personaje como en otros títulos de acción y rol, cada uno está muy bien diferenciado, y a la hora de combatir son bien distintos y necesarios a su manera, formando un buen equipo.
El control es sencillo y básico, tenemos dos ataques y pulsando un botón cambiamos nuestra posición de combate, por lo que en total serían cuatro ataques distintos. Con el gatillo izquierdo nos protegemos o esquivamos, siendo este movimiento diferente en cada personaje –por ejemplo Reinhart se teletransporta unos metros, y Lucas rueda por el suelo-. Con el stick derecho movemos la cámara a nuestro antojo, que se sitúa en una vista casi cenital, aunque presionando el stick podemos acercarla viendo la acción más de cerca, pero perdiendo perspectiva del escenario. Aunque contamos con cuatro personajes con su propia historia, que es narrada en unas secuencias a base de ilustraciones, el desarrollo del juego es el mismo para todos, ocurriendo los mismos sucesos y pasando por los mismos escenarios en idéntico orden.
Los primeros compases sirven para hacernos con los controles, lo que no tardaremos en hacer ya que son poco los botones que se usan, y el sistema de combos no va más allá de tres ataques seguidos, siendo muy simple. Nos enfrentamos a grupos de enemigos, en ocasiones bastante numerosos, y estos cuentan con un círculo a sus pies que indica la cantidad de vida que les queda, pasando de verde a naranja y rojo. La dificultad para acabar con estos grupos, una vez hemos avanzado, es saber a qué enemigos atacar primero, por ejemplo cuando hay arqueros que nos hacen daño desde lejos, o magos que nos lanzan hechizos. Los combates son entretenidos aunque muy básicos, tanto por el sistema de combos como por unas animaciones un tanto rácanas, y no son demasiado difíciles –en nivel medio, ya que al inicio se puede elegir entre tres dificultades-. La cosa se pone complicada al llegar a ciertos jefes rodeados de multitud de enemigos, los que además cuentan con un aura que proporciona poderes a sus aliados, como regeneración de vida o poder mágico.
Nosotros también contamos con habilidades que podemos usar, aunque gastan poder de concentración. Las hay desde curativas a otras ofensivas, y podemos adquirirlas y mejorarlas cuando subimos de nivel, gracias a unos puntos con los que nos premian. Además tenemos amplias posibilidades de equipamiento, desde armas a escudos, y todo tipo de armaduras. Este menú nos parece muy acertado, ya que es sencillo y claro, y vemos con un simple golpe de vista qué equipamiento hemos adquirido nuevo y qué atributos va a mejorar en caso de equiparlo, o va a descender. Cuando atravesamos los escenarios encontramos todo tipo de cofres que esconden armaduras o armas, además de romper elementos como barriles y otros objetos que nos proporcionan oro, que sirve para comprar en las tiendas, dinero que también obtenemos venciendo a los enemigos, además de orbes que nos permiten recuperar la vida o el poder de concentración.
En los pocos y pequeños pueblos que hemos podido visitar podemos hablar con la gente, con un sistema de conversación clásico en el que elegimos unas pocas frases. En ocasiones, y cuando un personaje tenga un signo de exclamación en su cabeza, nos pueden encargar misiones secundarias. Por tanto podemos tener varias misiones disponibles, y si seleccionamos una, al pulsar la cruceta digital hacia arriba, una línea de puntos sobre el escenario nos indicará hacia dónde debemos dirigirnos para resolver la misión activa, lo que se agradece.
Aunque haya misiones secundarias y caminos alternativos, el juego es muy lineal, con escenarios muy pasilleros, excesivamente estrechos en ocasiones, y no hay más que activar el mapa para comprobarlo. Es un título de acción y rol muy clásico, con mucho más de lo primero que de lo segundo, y aunque el peso de la acción en la jugabilidad es grande, no está resuelta de manera destacable como ya hemos dicho, entretiene, pero no tiene un sistema de combate demasiado profundo, y los toque de rol son superficiales. La historia tampoco nos ha dicho gran cosa de momento, con muchos textos y libros -por cierto todo en castellano- que encontramos aquí y allá, que permitirán, a quien lo desee, profundizar en la mitología de la tierra de Ehb.
Donde parece que el juego brillará más sin duda es en su modo cooperativo para cuatro jugadores a través de internet, y para dos jugando desde la misma consola, modalidad que hemos probado y que como siempre, resulta muy divertida. De hecho jugando solos llegamos a un punto en el que un jefe nos mataba una y otra vez, en el que se disparaba la dificultad de una manera enorme, y tuvimos que jugar a dobles para acabar con él, por lo que nos ha dado una sensación de que su desarrollo está muy orientado a la experiencia cooperativa, y que jugando solos no tendrá tanta gracia.
Técnicamente es del montón, no brilla en nada, pero tampoco tiene grandes defectos o fallos que entorpezcan la jugabilidad. Los escenarios lucen bien, aunque se echan en falta unos efectos gráficos más espectaculares para las magias, o unos diseños tanto de los personajes no jugables –los habitantes de los pueblos- como de los enemigos, un poco más generosos, ya que pecan de sencillos, con unos modelados casi más propios de la generación pasada. Pese a ello, se mueve con fluidez y se deja ver con agrado.
Dungeon Siege III es un título de acción y rol muy clásico, con un apartado técnico discreto y una jugabilidad que no deslumbra, pero que entretiene. Una saga que visita por primera vez las consolas, y para quien no la haya disfrutado nunca en PC, decirle que nos recuerda a los Baldur's Gate: Dark Alliance de hace unos años, que visitaron PlayStation 2, GameCube y Xbox. Un estilo de juego que algunos echan de menos y sobre todo en su faceta cooperativa, algo que Dungeon Siege III nos vas ofrecer con su modo para dos jugadores de manera local y hasta para cuatro jugando online. Será dentro de un mes, el 17 de junio, cuando podamos comprobar cuánto da de sí este título para PlayStation 3, Xbox 360 y PC.