Desde que Magic the Gathering popularizara los juegos de cartas coleccionables en los años 90, muchos han sido los que se han sumado al carro con más o menos éxito. Licencias como Pokémon, Dragon Ball o World of Warcraft no han sido ajenas a este fenómeno, aunque sus complejas reglas de juego hacen que la barrera de entrada para los nuevos jugadores suela ser algo alta.
Con esto en mente, Blizzard ha decidido crear un nuevo juego de cartas intercambiables basado en Warcraft y desarrollado por ellos mismos (el anterior fue obra de otra compañía) para convertirlo en un título gratuito para PC y tabletas con el que enganchar a todos los jugadores que les sea posible.
Una de las grandes prioridades del estudio californiano con este Hearthstone: Heroes of Warcraft era la de crear un juego de cartas intercambiables totalmente accesible y que ya desde la primera partida supiéramos jugar con soltura.
Si bien tenemos que admitir que no confiábamos demasiado en que esto fuera posible, al iniciar su beta por primera vez nos sorprendió comprobar cómo de fácil y sencillo resulta aprender a jugar.
Lo primero que hay que destacar es su fantástica interfaz: sencilla, eficaz, práctica y muy elegante. Todo lo que se muestra en pantalla lo hace de forma clara y muy intuitiva, por lo que con un rápido vistazo al tablero ya sabremos todo lo que está pasando en la partida. Además, los controles son muy simples y con diversas líneas e iconos se nos indicará lo que podemos hacer en cada momento. Por ejemplo, las cartas que podamos usar o que puedan atacar se nos mostrarán con los bordes iluminados, mientras que a la hora de realizar una acción que nos obligue a escoger un blanco aparecerá una línea desde la carta hasta el puntero de nuestro ratón con una diana al final para que no tengamos dudas.
En el caso de que queramos echarle un vistazo más detenidamente a cada carta bastará con que pasemos el cursor por encima de ellas para que estas hagan un zoom. Si hacemos lo mismo con otros elementos aparecerá un pequeño mensaje indicándonos qué es y para qué sirve, por lo que en este sentido no podemos más que aplaudir a Blizzard por la claridad que han conseguido con la interfaz.
Pasando ya a lo que es el propio juego, nos enfrentaremos a otros jugadores o a la IA en diversos combates donde nuestro único objetivo será bajarle todos los puntos de vida al rival. Cada jugador tendrá su propio mazo, el cual puede configurarse añadiendo tanto criaturas neutrales como cartas de clase. Estas últimas dependerán de nuestro héroe, lo que nos permitirá adoptar un estilo de juego u otro.
En total existen nueve héroes, famosos personajes de World of Warcraft como Thrall o Jaina, y cada uno representa a una de las clases del exitoso MMORPG de Blizzard, quedándose fuera los Caballeros de la Muerte y los Monjes. De esta forma, si jugamos como magos, podremos convertir en ovejas a las criaturas rivales y lanzar poderosas bolas de fuego, entre otros hechizos y ventajas, mientras que si optamos por un pícaro podremos equiparnos dagas y potenciarlas con veneno para que hagan más daño, por citar unos ejemplos.
Generalmente se intenta emular el estilo de juego que cada clase tiene en World of Warcraft, algo que se ha conseguido con bastante éxito. También hay que tener muy en cuenta que cada héroe tiene una habilidad especial única, la cual podremos usar a cambio de dos cristales de maná. Estas nos permiten realizar acciones como lanzar bolas de fuego o invocar criaturas, y si sabemos usarlas correctamente pueden acabar dándonos la victoria.
En cuanto al desarrollo de los turnos, estos resultan sorprendentemente rápidos y ágiles. Al comenzar la partida se lanza una moneda al aire para decidir quien empieza. Si somos los segundos podremos robar una carta extra de nuestra mano inicial, e independientemente de quién empiece, ambos jugadores pueden decidir si prefieren cambiar alguna carta de su mano por las siguientes de sus respectivos mazos antes de que comience la partida.
Una vez en juego veremos que hay cartas que hay dos tipos de cartas bien diferenciadas: de criatura y de hechizo. Las primeras se podrán colocar sobre el tablero y podremos usarlas para atacar al rival. Estas tienen tres valores distintos: coste, ataque y vida. El coste representa el número de cristales de maná que tendremos que usar para bajarlas al campo de batalla, el ataque los puntos de salud que quitan y la vida la cantidad de daño que pueden recibir.
Cada criatura puede atacar una vez por turno, aunque tendrán que esperar uno para poder pasar a la ofensiva en caso de que acabemos de colocarlas sobre el tablero (a menos que tenga la habilidad Carga). Algo muy importante a tener en cuenta es que siempre que ataquemos a una criatura rival y a menos que se indique lo contrario, esta contraatacará, haciéndonos los mismos puntos de daño que indique su valor de ataque. De forma que si tenemos una criatura con un punto de vida y decidimos atacar a otra con tres de daño, nuestro aliado morirá tras la ofensiva.
En cuanto a las cartas de hechizo, a cambio de una determinada cantidad de maná podremos usarlas, lo que nos permitirá realizar acciones muy diferentes, como un ataque directo, robar cartas del mazo, ataques de área y otros múltiples efectos. Hablando de los cristales de maná, al comienzo de la partida cada jugador tendrá un cristal como máximo y por cada turno que pase ganaremos uno extra y se regenerará todo lo que hayamos gastado previamente, por lo que al principio de la partida nuestras acciones se verán muy limitadas, algo que cambiará en los turnos más avanzados, en los cuales podremos poner en práctica estrategias más elaboradas si disponemos de las cartas necesarias.
Por lo demás, como en cualquier otro juego de cartas coleccionables, cada naipe podrá tener efectos muy diferentes, lo que nos animará a que construyamos los mazos con cabeza para sacarles el máximo partido a nuestros recursos. De esta forma habrá criaturas que cuando sean colocadas sobre la mesa realizarán acciones especiales, otras que obligarán al rival a derrotarlas primero para poder seguir golpeándonos y un largo etcétera de posibilidades.
Por último, mencionar que también podremos equipar armas a ciertos héroes, lo que nos permitirá atacar directamente con nuestro personaje como si fuera una criatura más, aunque ojo, porque con cada ataque nuestro equipo se irá rompiendo hasta que se quede sin durabilidad.
En lo que respecta al sistema de progresión que hay actualmente en esta beta, de poco serviría contaros lo que hemos visto, ya que Blizzard tiene planeada una gran actualización con la que pretenden cambiar totalmente el sistema de recompensas y progresión del juego, por lo que tendremos que esperar a que se implemente dicho parche (el cual también reiniciará las cuentas de todos los jugadores) para ver en qué quedará todo.
A nivel técnico, viendo el tipo de juego que es no hay demasiado que destacar más allá de las bondades de su interfaz y de lo geniales que son las ilustraciones con las que cuentan todas las cartas, aunque sí que nos gustaría destacar lo cuidado que está su apartado sonoro, con multitud de comentarios y diálogos genialmente doblados al español que conseguirán sacarnos más de una sonrisa, así como una banda sonora típica de taberna que animará cada uno de nuestros enfrentamientos.
Por lo que hemos podido jugar, Hearthstone nos ha parecido un juego rápido y directo (dos características raras veces vistas en un título de estas características). Resulta sorprendentemente divertido y adictivo y tiene toda la pinta de ser una alternativa perfecta para pasar esos ratos muertos en los que no sabemos muy bien qué hacer por falta de tiempo para ponernos con otra cosa, ya que la agilidad y la rapidez de sus partidas nos invitan a echarnos uno o dos duelos en cualquier momento. Su lanzamiento final se espera para antes de que acabe el año, por lo que ya no queda demasiado para que podamos profundizar en su sistema de juego y ver hasta dónde llegan sus posibilidades.
