El binomio formado por Demon's Souls y Dark Souls se ha convertido en uno de los mayores éxitos de los últimos años entre los llamados jugadores dedicados o hardcore. En unos tiempos en los que la gran mayoría de los videojuegos cada vez son más fáciles y asequibles, los japoneses FromSoftware sorprendieron a todos con una aventura de acción y rol descaradamente difícil, sin ayudas, explicaciones o concesiones, haciendo del hecho de morir y fracasar una y otra vez uno de los pilares del juego.
Primero con Demon's Souls exclusivo de PlayStation 3 ya que estuvo Sony tras la producción, y después con Dark Souls ya multiplataforma, su indudable secuela espiritual, dentro de muy poco llegará Dark Souls II, el cierre de una trilogía que tantas alegrías, vicios y malos ratos ha hecho pasar a esos jugadores ávidos de experiencias desafiantes y sobre todo absorbentes, con una capacidad de enganchar como pocos juegos pueden presumir en los últimos años.
Dado el éxito de ventas de Dark Souls, Namco Bandai ha apostado muy fuerte por esta secuela, que no ha dudado en promocionar con todas sus energías, algo que desde los primeros compases, junto a algunas palabras malinterpretas de sus creadores, puso con la mosca tras la oreja a muchos de los fans de la saga, que temieron que esta continuación se volviera más asequible para atraer a un mayor número de jugadores. Ayer, tras jugar sus primeras horas, hemos salido definitivamente de dudas: no, Dark Souls II no es más fácil que sus antecesores, para nada.
Si acaso, es un poco más accesible, lo que no quiere decir que sea más fácil o asequible. Esto se debe a ciertas decisiones de diseño que dichas en frío y sin probar el juego pueden sonar claramente a ayudas y concesiones, pero que luego, a la hora de la verdad, se contrarrestan con novedades que nos ponen las cosas todavía más difíciles, recuperando incluso algunos detalles del genial Demon's Souls. Al final, lo comido por lo servido, y la sensación es que Dark Souls II es igual de difícil que el anterior, sino más, por algunos detalles que ahora comentaremos.
Por ejemplo, ahora desde el principio de la aventura tenemos viaje rápido entre hogueras, una ayuda que no se conseguía hasta bien avanzado Dark Souls. Esta alegría se torna en estupefacción cuando descubres que ahora no puedes subir de nivel en la hogueras, sino que se encarga un personaje en un lugar concreto, al que tenemos que viajar cada vez que queramos subir de nivel –algo que realmente no es tedioso gracias al viaje rápido-. Y ojo, porque ahora los enemigos sueltan menos almas, y subir de nivel sigue siendo igual de caro, por tanto, es más difícil subir de nivel en Dark Souls II.
Un nuevo elemento que en diversas ferias en los últimos meses nos pareció una clara concesión para hacer la experiencia más amable fueron las gemas de vida, un nuevo objeto consumible y que parecía bastante abundante, lo soltaban los enemigos, y su precio en los mercaderes no era demasiado elevado –diez piedras al económico precio de 300 almas-. Pues bien, en la versión casi final que hemos jugado, ni este objeto aparece tan a menudo, ni es tan milagroso como parecía. Al usarlo es cierto que te puedes mover, pero la barra de vida se empieza a llenar a un ritmo muy lento, nada que ver con el frasco de Estus, por lo que en una situación en la que estemos rodeados de enemigos, estas gemas no nos servirán de mucho. El frasco de Estus sigue teniendo su cuota de protagonismo, pero ojo, ya no se aumenta su capacidad avivando hogueras, ahora hay que conseguir unos objetos llamados "fragmentos de frasco de Estus" para ampliarlo, y comenzamos con un solo uso, un trago, al contrario que en Dark Souls, que era de cinco.
Pero las "buenas noticias" no acaban aquí, porque en Dark Souls II la muerte tiene una mayor penalización. "¿Cómo es posible?" os estaréis preguntando, pues bien, ahora cada vez que morimos en forma de Hueco, la barra de vitalidad disminuye, hasta quedarse en un 50% del tamaño original. La manera de recuperarla es volviéndonos humanos, algo que en el anterior Dark Souls podía ser accesorio o poco importante, con incluso muchos jugadores que no sabían muy bien para qué servía. Pero ahora, en una sabia decisión de diseño, el juego nos invita explícitamente a adoptar esta forma continuamente, o si no estaremos jugando casi todo el tiempo con la barra de salud por la mitad, lo que quiere decir que con un par de golpes estaremos muertos. En consecuencia, volverse humano ahora es más fácil, gracias a unos objetos en forma de efigies, que parecen relativamente abundantes.
Este detalle seguro que a más de uno no le gusta, ya que en el anterior juego, solo en forma humana, otros jugadores podían invadir tu mundo. Pues "tranquilos", porque en Dark Souls II otros jugadores pueden invadir tu partida también siendo Hueco, por lo que nunca estarás a salvo. Esto puede sonar muy hostil e incluso descorazonador, pero se ha tenido en cuenta que si no eres un jugador agresivo, es menos probable que te invadan. Existe el llamado nivel de pecados, que aumenta según eliminas a otros jugadores, por lo que si eres un amante de esta práctica, es más probable que la sufras en tus propias carnes.
Aunque Dark Souls II en apariencia parece una secuela muy continuista, sin grandes novedades de peso, cuando te sumerges en su propuesta descubres que sí hay muchas novedades y pequeños ajustes, que no cambian la base de lo que todos creemos y esperamos que debe ser un Dark Souls, pero que sí ayudan a que el juego se sienta como una verdadera secuela. Siempre es imposible contentar a todos, y seguro que algunas decisiones disgustan a partes de los fans, como el hecho de que ahora existirá la posibilidad de reiniciar todas las estadísticas del personaje, lo que rompe un poco con la responsabilidad de apechugar con las malas decisiones que hayas tomado en una partida.
Otro detalle polémico es quizás la inclusión de chat de voz cuando jugamos en cooperativo, que acaba con la magia de encontrarte con un desconocido y entenderte con él solo a base de gestos y movimientos, lo que tenía su encanto. De hecho ahora será más fácil que el juego nos empareje con amigos, gracias al llamado "Name-Engraved Ring". Con este objeto equipado, podremos jurar lealtad a uno de los diez dioses, y si tus amigos están inscritos en el mismo dios, la probabilidad de que el juego te empareje junto a ellos será mucho mayor.
Entre la larga lista de detalles que nos han parecido curiosos, o incluso polémicos, es el hecho de que si te matan muchas veces en una zona, y cuando decimos muchas, es muchísimas, al reaparecer una y otra vez en la hoguera desaparecen ciertos enemigos que nos encontrábamos siempre, nos limpian el camino por así decirlo. Esto puede sonar a una ayuda, pero por el contrario, dificulta el "farmeo", por lo que no podremos estar varias horas en la misma zona subiendo de nivel, ya que nos van quitando enemigos poco a poco. No sabemos si pasado un tiempo vuelven a aparecer, si por ejemplo cambiamos nuestro radio de acción a los alrededores de otra hoguera, pero es algo que sin duda nos ha parecido curioso, llegando incluso a echar de menos a esos odiosos esqueletos que siempre nos encontrábamos cada vez que moríamos.
El fuego se ha vuelto en un elemento importante de la jugabilidad, y lo necesitaremos para alumbrarnos en algunas zonas especialmente oscuras. Si tenemos una antorcha, podremos encenderla en las hogueras, pero esta se consume pasados unos cinco minutos, tras los cuales nos quedaremos incluso sin la madera. Se pueden encender puntos intermedios, para tener nuevas fuentes de fuego, y su uso es muy realista, si llevamos un antorcha en una mano, en la otra solo podremos llevar un arma de una mano, y prescindir con esto del escudo, por lo que tendremos que valorar bien qué nos interesa más, si ir bien armados pero a oscuras, o con luz para adelantarnos a los peligros.
Uno de los grandes problemas de Dark Souls se ha solucionado, su rendimiento gráfico. Hemos jugado a la versión de PlayStation 3, y al menos en las zonas que hemos visitado, la tasa de imágenes se ha mantenido totalmente estable, y eso sin renunciar a ciertas mejoras, como una iluminación más lograda y sistema de físicas mejorada.
El diseño artístico sigue siendo igual de fabuloso, magistral a la hora de diseñar monstruos y enemigos originales, desconcertantes y con carisma, al igual que unos parajes de ensueño, o más bien de pesadilla, con tanta personalidad que hacen que no nos aburramos de recorrerlos una y otra vez. Llevándonos a un mundo diferente al del anterior Dark Souls, por momentos más luminoso y colorido, consigue transmitir la mismas sensaciones que aquel, creando una atmósfera agobiante a la par que hipnótica, consiguiendo de una manera magistral algo nada fácil, llevarnos de la mano a un mundo único, del que nunca queremos salir, perdiendo la noción del tiempo.
¿Estás preparado para morir?
Comentando novedades y ausencias, elementos que se han vuelto más asequibles a cambio de otros que se han vuelto más complicados, quizás no os ha quedado demasiado claro, pero sí, Dark Souls II nos ha fascinado, y podéis estar bien tranquilos los fans de la saga de From Software, porque esta secuela no os va a decepcionar absolutamente nada. En el que se dice es el año de despedida de PlayStation 3 y Xbox 360, el 14 de marzo las dos consolas veteranas van a recibir uno de los mejores juegos de toda su historia. A diferencia de otros juegos a los que tienes que buscarles un hueco en tu vida para poder disfrutarlos, será tu vida la que tendrá que buscarse un hueco entre el torrente de horas de entretenimiento que te esperan en Dark Souls II.