Análisis de Assassin's Creed Bloodlines (PSP)
Por fin en la portátil de Sony
La portátil de Sony, PSP, está viviendo una de sus mejores épocas gracias a la aparición de títulos de las sagas más importantes de la actualidad. Estos anuncios y lanzamientos deparan un futuro más esperanzador de lo que podríamos imaginar para la portátil, que no ha logrado alcanzar lo que de ella se esperaba. De entre los títulos subidos al carro se encuentra la ración portátil de la saga de Ubisoft, Assassin’s Creed. Tras el gran éxito cosechado por Assassin’s Creed en su lanzamiento para las consolas de sobremesa, esperábamos una adaptación para la portátil de Sony que nunca llegó, pues el movimiento de la desarrolladora fue hacer una versión portátil, pero para Nintendo DS.
Ahora, junto con el lanzamiento de la esperada segunda parte para Xbox 360 y PlayStation 3, se ha optado por seguir con la atractiva historia de Altair –recordemos que en la segunda parte de la saga, ya no es Altair el protagonista, sino Ezio- para que el jugador pueda conocer con más detalles cuál es el rumbo que el sigiloso asesino encapuchado ha tomado tras los acontecimientos ocurridos en el título original. Así, la lucha con los templarios se traslada a Chipre y a la portátil de Sony en Assassin’s Creed: Bloodlines.
Una historia intermedia
Esta nueva entrega de la saga para PSP, pretende recrear lo visto anteriormente en el título original aparecido en las consolas de sobremesa, narrando hechos ocurridos entre el título original y la secuela. De tal forma, y con Altair al frente, se retoma la historia justo donde la dejó la primera entrega de la franquicia, y se traslada a Chipre, dejando atrás Tierra Santa, pues el ahora líder de los Templarios, Armand Bouchart, ha tomado la decisión de trasladar su ejército y ocupar esta nueva localización, pues ha corrido el rumor de que un objeto de gran valor, el Fruto del Edén, se encuentra en esta isla. Nuestro protagonista, Altair, ya no sigue las órdenes del líder de los asesinos, Al Mualim, pues él mismo le dio muerte al final del título original. Sin embargo, debe evitar a toda costa que los Templarios se hagan con el poder de este valioso objeto, y ello incrementará sus ansias de terminar con este ejército. Es por ello que sigue sus pasos hasta este nuevo emplazamiento. Allí, la ocupación de los Templarios no es bien recibida, y por ello encontraremos una pequeña resistencia que nos servirá de ayuda -y a la que ayudaremos- para terminar con estos indeseables soldados en más de una ocasión. También se ayudará de Maria, una chica de la que estaba enamorado el villano del título original y a la que hicimos frente en dicha entrega, y que en esta ocasión nuestro protagonista tomará como rehén para beneficiarse en su lucha contra los Templarios.
El animus seguirá presente, así como las secuencias de ADN en las que se nos irán narrando los hechos del argumento, que realmente es algo escaso y vacío más allá de ver si Altair es capaz de lograr su objetivo y acabar así con los Templarios. Lo que ocurre en este capítulo intermedio puede ser bastante interesante para comprender algunos detalles del argumento de la secuela de sobremesa, en la que no controlaremos a Altair, sino a Ezio, pero ha sido concebido como un título independiente dentro de la saga que sirve como enlace, pero en el que no es necesario haber conocido todos los entresijos de la saga para poder disfrutar plenamente de él.
Corre, salta, lucha y asesina
El sistema jugable de Assassin’s Creed: Bloodlines es idéntico al de sus hermanos mayores, por el interés de la desarrolladora en plasmar a la perfección el universo creado en la franquicia. De tal forma, cuando juguemos a este nuevo título en nuestra PSP podremos hacernos rápidamente con el sistema jugable plasmado en él. El sistema de combate, la libertad para escalar, saltar y correr –llamado ‘free running’-, etcétera, será exactamente igual a lo visto anteriormente, pero adaptado a nuestro bolsillo.
El sistema de misiones seguirá intacto, aunque para intentar evitar la sensación de encontrarnos haciendo lo mismo una y otra vez del original, Ubisoft ha intentado dotar de mayor variedad en cuanto al tipo de misiones disponibles para realizar. En Assassin’s Creed: Bloodlines habrá misiones en las que deberemos acabar con los objetivos en distintas condiciones, en otras misiones nuestro objetivo será acabar con un número determinado de enemigos en un tiempo límite marcado, en otras ocasiones nuestro objetivo será llegar a un punto determinado acabando con los enemigos que encontremos en nuestro camino. Para los aficionados a la infiltración, es una alegría que el juego también cuente con algunas misiones en las que se nos encomendará eliminar un objetivo sin alertar a los soldados.
El sistema de combate seguirá siendo el mismo. Desde el principio, Altair contará con una espada, una daga, la hoja oculta y cuchillos que podremos lanzar a nuestros enemigos a media distancia. Estas armas nos serán muy útiles, aunque más que útiles, estaremos obligados a utilizarlas porque la mayoría del juego, por no decir la totalidad, está orientado al combate, a la acción continua, por lo que cuanto antes nos familiaricemos con el sistema de combate y las armas, con mayor facilidad acabaremos con nuestros enemigos –cabe decir que los soldados solamente aguantan cuatro golpes, aunque se defiendan, al cuarto golpe habremos terminado con ellos- y completaremos las repetitivas misiones. En las misiones en las que se nos pida acabar con un objetivo de forma sigilosa, la hoja oculta nos facilitará mucho las cosas, pues al situarnos tras un soldado desprevenido, podremos agarrarlo por la espalda y acabar con su vida en un abrir y cerrar de ojos. Si alertamos a algún soldado en nuestras misiones, podremos intentar escabullirnos tanto caminando entre la gente aparentando ser un monje, como escondiéndonos en montones de paja y similares.
Los contraataques seguirán presentes, y serán bastante más devastadores que antes, a la par que vistosos. De igual modo, el sistema de escalado seguirá siendo impresionante dadas las características técnicas de la portátil, y el subirse a una atalaya para observar la ciudad sería bastante más satisfactorio si la ciudad no se encontrase tan vacía, aunque hay ciudadanos y guardias a la espera de ver aparecer por la calle a nuestro encapuchado asesino, vemos poco movimiento en las calles de una ciudad que fue muy importante para el comercio de la época. Ello se suma al punto débil del título original, que no ha sido eliminado por completo pese al esfuerzo de la desarrolladora, por lo que aunque parezca que hay más variedad de misiones, todo resulta tan mecánico que acaba cansando. Además, la libertad no es tan clara, pues todo está dividió en áreas a las que para poder acceder deberemos esperar un tiempo de carga que puede ser reducido si decidimos instalar los datos en la portátil. Con esta división en secciones, puede darse alguna cómica situación en la que nos veamos perseguidos por un grupo de soldados y pasemos por una puerta a otra área, y una vez en dicha sección, los soldados hayan desaparecido.
Otro punto negativo lo encontramos en la adaptación del sistema de juego a la portátil. Pese a que los controles básicos están bastante bien adaptados a la portátil de Sony –botones de acción, la cruceta representa el arsenal de armas, etcétera-, la cámara resulta desastrosa. Para moverla debemos mantener apretado el gatillo izquierdo, mientras apretamos los botones clásicos para dirigirla hacia donde deseemos. El resultado es tan ortopédico que la exploración por la ciudad es más un sacrificio que un incentivo. De tal forma, para escalar los edificios, muchas veces deberemos dejar de movernos para ajustar la cámara en la dirección que deseemos. Y con este grave defecto se hace imposible que el jugador vea la necesidad de encontrar todos los objetos coleccionables que hay en este vacío Chipre, pese a que la idea de Ubisoft es muy buena, ya que hay muchas monedas templarias repartidas por todos los rincones de la ciudad, y a su recolección va unido un sistema de premios con los que podremos mejorar varios apartados de nuestro personaje, como la vitalidad, la potencia de ataque, etcétera. Además, se premia a los jugadores que cuenten con ambos títulos por medio de la conectividad entre una portátil PSP y la consola de sobremesa PlayStation 3.
Rozando el techo técnico
El apartado técnico de Assassin’s Creed: Bloodlines es el punto fuerte de un título que podría haber llegado mucho más alto en términos jugables. El potencial de PSP ha sido demostrado en muchos títulos de reciente lanzamiento, y esta entrega de la saga de Ubisoft cuenta con uno de los apartados gráficos más cuidados del panorama de la portátil. La ambientación está muy conseguida, y pese a que hay poco movimiento en las calles de Chipre -todo está bastante vacío cuando no se trata de una misión- y todo cuenta con un tono gris algo desconcertante, los edificios son variados y están muy bien recreados. El modelado de los personajes y sus animaciones en combate y durante los vídeos creados con el motor del juego son un punto de referencia en el panorama de la portátil, pese a que algunas texturas dejen bastante que desear.
En cuanto al apartado sonoro, el juego cuenta con un doblaje muy cuidado, algo que es de agradecer a estas alturas, pues son muchos los juegos que solamente vienen traducidos a nuestro idioma. En cuanto a la banda sonora, ésta cuenta con temas de todo tipo que logran engrandecer la ambientación del título, y en más de una ocasión dotan al juego de un frenetismo único –como los momentos de infiltración o cuando nos veamos perseguidos por varios soldados a la vez-.
En conclusión
Ubisoft se ha esforzado al máximo para realizar una gran adaptación en versión portátil de su saga más popular en la actualidad. Sin embargo, el esfuerzo no se ha visto reflejado en el resultado final, pues pese a que Assassin’s Creed: Bloodlines es una propuesta única para la portátil de Sony, cuenta con las mismas virtudes y los mismo defectos que el título original aparecido hace dos años para las consolas de sobremesa. El apartado gráfico es sólido, el modelado de los personajes está muy logrado, y sus animaciones son excelentes teniendo en cuenta las características técnicas de PSP, pero la ciudad se encuentra vacía, algunas texturas dejan bastante que desear, y el hecho de que debamos esperar a que el juego cargue una nueva área para poder seguir explorando la ciudad hace que olvidemos las virtudes técnicas del corto título, pues en unas seis horas habremos completado la trama, y aunque haya misiones secundarias, estas serán igual de repetitivas que las principales, que pretendían ser variadas, pero no llegan a conseguirlo. Pese a los problemas jugables, como la ortopédica cámara, el título es una buena apuesta para los fans de la saga, que podrán seguir jugando como Altair, el despiadado asesino de templarios.