Análisis de Ninja Gaiden 3 (PS3, Xbox 360)
En 2004 el polémico Tomonobu Itagaki resucitó una saga clásica de NES llevándola con mucho acierto a las tres dimensiones con Ninja Gaiden, para la primera Xbox, un juego que dado su éxito tuvo después múltiples conversiones, la más reciente de hace apenas un mes para la nueva portátil de Sony PlayStation Vita, titulado Ninja Gaiden Sigma Plus. En 2008 y ya en una nueva generación de consolas llegaba la continuación, primero para Xbox 360 y un año después para PlayStation 3 con la coletilla Sigma.
Implicado en todos los juegos del Team Ninja, básicamente las sagas Dead or Alive y Ninja Gaiden, en 2008 y tras 16 años Tomonobu Itagaki abandonó su compañía de toda la vida, Tecmo, y no de manera muy amistosa que digamos, con demandas de por medio.
Desde entonces el Team Ninja ha desarrollado Metroid: Other M para Wii en 2010, Dead or Alive Dimensions para Nintendo 3DS, y un par de versiones de Ninja Gaiden, pero es en este 2012 cuando vuelven con fuerzas renovadas con Ninja Gaiden 3 y Dead or Alive 5, que saldrá el próximo mes de septiembre.
Y no vamos a ser nosotros quienes digamos que la marcha de Itagaki se ha notado, es difícil calcular hasta qué punto en un proyecto tan grande una única persona puede ser tan decisiva, por muy poderosa y creativa que sea, y si la marcha de un líder tan carismático en un estudio puede afectar tanto. Pero lo que está claro es que Ninja Gaiden 3 no es un título muy inspirado, el más flojo sin duda de la trilogía, tiene carencias y ha eliminado elementos de la jugablidad de manera inexplicable, haciéndolo un juego demasiado simple y repetitivo, aunque no deje de ser un buen hack and slash, pero lejos del brillo que llegó a tener la saga en sus dos anteriores juegos.
Lucha contra tus demonios
La historia comienza en las calles de Londres, con un ataque terrorista con un fin incierto, aunque su objetivo en el fondo es atraer al mítico ninja Ryu Hayabusa, por un motivo que ya sería desvelar demasiado del argumento. Tras nuestras primeras peleas por la ciudad inglesa, acabamos peleando con el misterioso Regente de la Máscara, un alquimista encubierto que nos acaba condenando con un terrible hechizo: que el brazo de Ryu absorba la Espada dragón, y con ella todo el sufrimiento y muertes que ha ido causando a lo largo de estos años.
En un débil intento por humanizar el personaje y hacer una historia más emotiva, en un tono mucho más cinematográfico, recorreremos diferentes y clásicas localizaciones a lo largo del mundo, desde una ciudad abandonada en el desierto, una isla paradisiaca, laboratorios, la Antártida, o incluso el pueblo natal de Ryu. Una historia olvidable, con todos los topicazos de las historias japonesas, con muchas escenas cinemáticas que la intentan desarrollar y algún giro de guion "sorprendente", pero que al fin y al cabo sirve para llevarnos de un lugar a otro acabando con todo tipo de enemigos, y no le solemos pedir a los hack and slash que tengan una historia muy elaborada.
El desarrollo de la aventura se produce por escenarios lineales, pasilleros incluso, sin ningún elemento de exploración, recolección o de progresión del personaje, primando la acción por encima de todo, en enfrentamientos continuos contra decenas de enemigos, con entretenidos jefes finales, y prescindibles escenas con QTE –quick time events- y algún ligero toque de plataformas, un poco torpe. El control es muy sencillo, ya que contamos solamente con dos botones de ataque: fuerte y rápido. Salto, lanzar shuriken –algo que apenas tiene utilidad-, y con LB/L1 más R2/L2 disparamos el arco con apuntado automático, bastante importante con ciertos enemigos lejanos o voladores. Con LT/L2 bloqueamos y esquivamos, una acción primordial y que conviene dominar, ya que junto a los dos tipos de ataque, será lo que usemos todo el rato.
Algo que a la larga acaba jugando muy en contra es que no hay ningún tipo de progresión. No aprendemos nuevos combos o movimientos, ni adquirimos habilidades o magias, lo que podemos hacer al comienzo del juego, es lo mismo que haremos hasta el final, sin incorporarse ninguna mecánica nueva, y esto acaba haciendo el desarrollo demasiado monótono. Solo tenemos un arma en toda la aventura, vale que llegamos a conseguir tres tipos de espadas por motivos argumentales, pero a efectos prácticos es lo mismo, jugaremos con una espada todo el rato. Tras cada combate la vida se regenera al completo, y no tenemos ningún ítem o inventario, ya que nunca recogemos nada. En cada nivel se van incorporando un par de nuevos tipos de enemigos, pero al final estos se acaban haciendo repetitivos, y no tienen un diseño muy brillante que digamos, excepto los jefes, que tienen su gracia.
Junto a la dinámica de combinar el botón de bloqueo, el de salto y los dos ataques, para conseguir todos los tipos de combos, hay dos ataques especiales. Debajo de la barra de vida de Ryu, tenemos una de Ki. Cuando esta se llena pulsando dos botones podremos realizar un Ninpo. Ryu se transforma en un dragón de fuego, acabando con todo los enemigos del escenario, y además recupera su vitalidad, por tanto podéis imaginar la importancia de este ataque, que nos salvará el pellejo en más de una ocasión. El otro ataque especial se realiza cuando vemos el brazo "infectado" de Ryu brillar, tras haber matado a unos cuantos enemigos. Dejando el ataque fuerte pulsado un par de segundos, Ryu se lía a espadazos con los rivales de su entorno, yendo de unos a otros de manera automática, y acabando con ellos de un espadazo.
Sobre la polémica dificultad que muchos temían que hubiera sido rebajada, así ha sido, aunque con matices. Tenemos tres niveles de dificultad: Héroe, Normal y Difícil. Héroe es el más sencillo, un paseo que no recomendamos a ningún jugador. Normal es bastante más fácil que el nivel medio de anteriores Ninja Gaiden, aunque en las fases avanzadas sea un reto considerable, y a un seguidor de la saga y del género en general, le recomendaríamos que comenzara a jugar en Difícil. Hay numerosos puntos de control, y podemos guardar partida de vez en cuando en un halcón que viene a nuestro encuentro.
Además de todo lo dicho, hay pequeños momentos aventureros o de plataformas, corriendo por una pared, agarrándonos a una barra para saltar, un pelín toscos aunque no muy difíciles, y lo peor sin duda es la escalada Kunai. A lo largo de la aventura tendremos que escalar por numerosas paredes con una especie de minijuego en el que mediante los dos gatillos apretados, soltándolos alternativamente, iremos subiendo. La primera vez que nos encontramos con esta situación vale nos hace gracia, la segunda empieza a cansar, pero es que resulta que alguien en Tecmo ha pensado que estos momentos son divertidísimos, y hay demasiados a lo largo del juego, y bastante tediosos.
Luego sobre los QTE –quick time events-, o pulsaciones de botones en escenas cinemáticas, a estas alturas de la generación, habiendo pasado ya doce años desde que Shenmue puso de moda el término, o los incluyes con algo de gracia y originalidad, o al menos que exijan un poco de habilidad y sincronización. Aquí se hace una implementación muy pobre de los QTE, aporreando botones, pulsando uno en concreto con tiempo de sobra, y realmente no aportan nada a la jugabilidad. Aunque irónicamente, en un juego que elimina un montón de cosas de sus antecesores, los QTE acaban siendo una de las pocas novedades, que bien se podrían haber ahorrado.
Una vez superada la aventura, con una duración muy variable dependiendo de la dificultad elegida, pero que a nosotros en Normal nos ha durado unas ocho horas, tenemos los modos multijugador, que en este título, como está de moda, se apuntan al pase online para poder ser jugados. En este apartado del juego titulado Sombras del mundo, tenemos un modo cooperativo y otro competitivo. En Pruebas ninja podemos jugar solos o acompañados de otra persona, en diez escenarios distintos sacados de la campaña y picándote con tu compañero para ver quién consigue más puntos.
Y en Batalla de clan hasta ocho jugadores pueden participar en combates por equipos, todos contra todos, y cuyas normas pueden cambiar en mitad de las partidas. Además cada jugador tiene un objetivo personal, el contrato en la sombra, que incluso puede llegar a ser traicionar a un miembro de tu propio equipo. En ambos modos mejoramos el personaje subiendo de nivel, y desbloqueamos extras para personalizar su aspecto. El arma, el color de la piel, de los ojos, la voz, el color del traje, o la ropa de la cabeza y la armadura, además de poder poner un kanji a la espalda. Un modo multijugador curioso que merece ser probado, ya que no se ha visto casi nunca en un hack and slash, aunque imaginamos se acabará volviendo habitual.
Técnicamente discreto
Su mayor logro técnico está en moverse con mucha fluidez, a 60 imágenes por segundo, sin ninguna ralentización, porque por lo demás cuesta mucho destacar algo. Unos modelados muy austeros, un tanto anticuados, inexpresiones faciales, dientes de sierra, texturas pobres –que por momentos parecen de otra generación- y unos escenarios desangelados y muy vacíos, sin ningún elemento con el que interactuar, además de ser muy estrechos y pasilleros. La cámara sigue jugando sus malas pasadas, aunque no lastra demasiado la jugabilidad, y tampoco hay ningún efecto gráfico que consiga llamar la atención, unos gráficos que parecen más propios del inicio de la generación, y es evidente cómo el Team Ninja no le consigue sacar ningún partido a Xbox 360 y PlayStation 3, después de las bestias gráficas que hemos visto para ambas consolas el pasado año.
Un juego no solo técnicamente discreto, sino artísticamente también bastante pobre, con unos diseños en general poco inspirados y un aspecto en general un poco feo, oscuro y apagado. Un tema polémico ha sido el de la eliminación del gore, que no de la sangre. Ya no hay desmembramientos de ningún tipo como en la segunda parte, aunque sigue habiendo abundantes salpicaduras de sangre, pero nada que nos pueda escandalizar. Y sobre el sonido pues aunque no molesta, tampoco hace nada especialmente bien, con unas músicas machaconas que se repiten a lo largo de todo el juego, y unos efectos de sonido aceptables. Las voces se pueden elegir en inglés y japonés, y tenemos subtítulos en múltiples idiomas, incluido el castellano.
Decepcionante regreso de Ryu Hayabusa
Estamos ante un producto que ejemplifica de manera perfecta el devenir de las desarrolladoras japonesas en la actual generación de consolas, a la que nunca le han llegado a coger el punto salvo unas pocas excepciones, y que ya con un cambio generacional en el horizonte, no parece que lo vayan a conseguir. Ni en los comienzos de Xbox 360 y PlayStation 3, ni ahora en pleno 2012, los estudios japoneses han sabido estar a la altura técnica de los proyectos occidentales, y jugablemente tampoco se puede decir que hayan aportado algo en estos últimos cinco años, dando palos de ciego.
Ninja Gaiden 3 es un fiel reflejo de todo esto, un juego que técnica y jugablemente está desfasado, que no sabe aportar novedades al género de los hack and slash ni lo intenta, y que encima elimina elementos importantes de sus antecesores, e incluye tediosos QTE como una de sus pocas novedades, además del modo multijugador. No sabemos si la marcha de Itagaki habrá tenido algo que ver, que es posible, pero estamos ante el peor Ninja Gaiden desde su estreno en las tres dimensiones, un buen título de acción, que seguro entretendrá a los amantes del género, pero muy lejos de aquel juego que brilló con gran intensidad en 2004 para la primera Xbox. Si ya la segunda entre supuso un paso atrás para algunos, esta tercera no mejora para nada las cosas, y Tecmo se debería plantear muy bien qué quiere hacer con esta mítica saga. De hecho aunque suene un poco cruel, esta tercera entrega va a conseguir que miremos con mejores ojos a la segunda.
No hay ningún tipo de progresión del personaje, ni habilidades nuevas, ni conseguimos armas según avanzamos, y el mismo repertorio de combos y movimientos que tenemos a los cinco minutos de empezar el juego, nos acompañará hasta el final, lo que se acaba haciendo tedioso y repetitivo. Su gracia radica en la dificultad –si elegimos el nivel difícil-, un reto para los jugadores más experimentados, y su sistema de combate que no está nada mal, pero es muy criticable que no se hayan molestado en incluir ninguna novedad a lo largo del desarrollo, y los toques plataformeros acaban siendo torpes y toscos, y los QTE poco inspirados. Si te encanta la saga, estamos seguros que te decepcionará, pero contradictoriamente es posible que seas quien más lo vaya a disfrutar, ya que algo queda de sus antecesores. En definitiva un correcto juego de acción con espadas, pero que no consigue estar a la altura de su nombre.