Análisis de Stellaris (PC)

Si se buscan videojuego de estrategia complejos y completos, virtualmente infinitos dadas sus abrumadoras características y posibilidades, siempre acabamos mirando hacia Paradox Interactive. En su sello, conviven juegos como Europa Universalis, Cities: Skylines o Crusader Kings, presentándonos las más variadas ambientaciones históricas y contemporáneas así como un diseño de producción que, unificado a su estilo de juego, los convierten en piezas únicas en un género que en PC siempre ha gozado de buena salud en mitad de una constante competencia feroz.
Ahora, desmarcándose de sus anteriores sagas consolidadas, prueban suerte con Stellaris, un videojuego de conquista y exploración especial que se ha convertido en todo un éxito -logrando vender más de 200.000 copias en apenas horas-, y que marca, una vez más, un nuevo hito en la historia de la compañía.
En los albores de la Fundación
Stellaris nos lleva a un futuro muy distante, en el que la humanidad, ha comenzado a expandirse por el espacio. La tecnología ha permitido que los seres humanos abandonen incluso su sistema solar, conquistando galaxias lejanas y entablando contacto con distintas razas alienígenas. Razas, que por sus propios medios e ingenios, también han comenzado a dar saltos de un planeta a otro entre las estrellas. No esperéis ningún pretexto argumental predefinido, pues Stellaris nos deja vía libre para que seamos protagonistas y forjemos una historia propia, brindándonos un relato diferente en cada partida en función de nuestros hechos y decisiones.

Paradox parece haber recogido buena parte de los logros de títulos anteriores como Crusader Kings y Hearts of Iron, nos presentan una pantalla de elección en la que podemos escoger y personalizar hasta el más mínimo detalle de nuestra raza y futuro imperio. No hablamos del simple aspecto o del color y emblema unitario de nuestras unidades; estamos hablando de una vasta cantidad de opciones, que van desde el tipo de especie -desde homínidos a criaturas de origen aviar, pasando por seres bípedos con aspecto de cefalópodos y extrañas figuras en forma de hongo-, a su nombre, su tipo de planeta natal -desérticos, fluviales, helados, etc.- o su estilo de gobierno.
Podemos modificarlo prácticamente todo, dándonos absoluta libertad a la hora de catalogar nuestra facción. Y hay más: Stellaris soportará mods y modificaciones totales o parciales por parte de los usuarios, con lo que podemos ver cómo en nuestra pantalla desfilan o combatimos contra razas propias de Warhammer 40.000, el juego de miniaturas ambientado en el futuro de Games Workshop -ahora en especial alza con varios videojuegos muy esperados en su haber- o si algún usuario quiere, nombres habituales de sagas literarias como Dune o Fundación dentro de la partida. Por tanto, nos ofrece -y ofrecerá- las más variadas posibilidades para que construyamos nuestro punto de partida.

En este videojuego, y como en casi todos los títulos dentro del llamado subgénero 4X -exploración expansión, explotación y exterminación- en el ámbito de la táctica y la estrategia, es completamente distinta de la anterior. Hay un colosal número de variantes y modificadores, que nos ofrecerán una serie de acontecimientos e hitos en nuestras sesiones de juego, cambiando la experiencia de juego en todo momento. No hay que olvidar, que al mismo tiempo que nosotros como jugadores escogemos raza, forma de gobierno o tecnología de partida, la inteligencia artificial hará lo mismo, ofreciéndonos resultados completamente inesperados. De hecho, hasta la galaxia será distinta, con sistemas solares aleatorios generados de forma procedural gracias al motor del juego.

Últimos análisis de PC





