Análisis de El Hobbit (Game Boy Advance)
"El Hobbit" es una novela ambientada en el mundo de la Tierra Media, y que, sorprendentemente, da el salto al mundo de los videojuegos sin pasar antes por el cine. No es, por supuesto, el primer juego basado en la obra de Tolkien que nos llega sin superar ese trámite, pero en plena vorágine fílmica de "El señor de los anillos" resulta cuando menos un poco curioso y, cómo negarlo, también oportuno.
La historia del juego sigue, por tanto, la aventura del hobbit Bilbo en compañía del mago Gandalf y el enano Thorin, entre otros personajes, llevándonos a sitios que los lectores (y también los seguidores de las películas) conocerán, como Rivendel, y, en consecuencia, iremos descubriendo la flora y fauna de todo este mundo mágico. La adaptación, sin embargo, es bastante discutible y muy naíf, algo que repercute en el desarrollo del videojuego. El hecho de que los diálogos –en castellano- sean en la mayoría de los casos de un ridículo extremo (ni el propio Arniches hubiese logrado algo tan destacable) no ayuda a mejorar la sensación de que el juego se queda en lo más superficial.
Pero esto no es todo amigos: una mecánica terriblemente simplificada, que se basa casi por completo en la estructura "personaje necesita tu ayuda-le solucionas la papeleta-se quita del camino para que puedas avanzar/te da objeto para que puedas avanzar", y que resulta obvia y cansina a más no poder debido a la absoluta linealidad de la aventura y unos puzzles sencillos en exceso. Así, nos encontraremos tan pronto moviendo un carro como mulas, o desratizando una casa destartalada, a cambio de unos premios poco jugosos.
Apartado técnico sorprendente…
Sorprendentemente malo, así es. En The Hobbit nos encontraremos unos gráficos poco definidos, con objetos borrosos, y escenarios que parecen casi desdibujados, en muchas ocasiones, terriblemente pixelazos y con una patente falta de color que nos recuerda más a algunos títulos de Game Boy Color que a lo que nos puede ofrecer esta consola. Las animaciones, por el contrario, son por lo general buenas, incluso en algunos casos destacables (la lluvia no es del todo mala), pero sin muchos alardes, la verdad. Algunos elementos, como la capa del protagonista, y varios detalles más, se mueven francamente bien, aunque nos encontramos, también, con personajes con una falta de cuadros de animación más que notable, lo que produce no sólo movimientos bruscos y repetitivos, sino también una sensación de desconcierto severa. Los enemigos, además, y seguramente como consecuencia de tales animaciones, tienen la habilidad de quitarnos vida sin entrar en contacto con nosotros, pero por suerte, es algo recíproco. De hecho, la principal dificultad del juego reside precisamente en quedarnos enganchados a los objetos y paredes, y en los enemigos con telequinesia (todos) y, aún así, si nos matan, seguramente será porque nos hemos dejado la consola sin pausar mientras hacemos otra cosa.
La música es repetitiva, y con un tono metálico muy desagradable que hará que optemos por bajar el volumen al mínimo. Y no, con auriculares no mejora la cosa. Los efectos especiales, resultan, además de metálicos, estridentes, y tan sólo valdría la pena resaltar unos amagos de grititos con regusto a digitalización de baja calidad… lo suficiente como para que nos decidamos a quitar todo rastro de volumen y pongamos nuestra propia música.
Una aventura clásica
Aunque tal vez sería más apropiado el término "anacrónico". Sí, definitivamente, ésa es la palabra. Ya hemos visto que el desarrollo no les ha quedado especialmente brillante, y el aspecto técnico llega a influir negativamente en la jugabilidad, pero, sin embargo, el juego no está mal estructurado. Cada cierto tiempo obtendremos armas y objetos nuevos que nos servirán para mejorar nuestras habilidades, especialmente unas runas de diversos tipos (habilidad, defensa…) que incrementarán nuestras características en ese sentido. Esto parece destinado a reforzar la sensación de action-RPG que intenta transmitir, sin mucho éxito, el título.
La distribución de los controles es razonablemente buena, siendo A un botón de acción genérico, mientras a B y L podemos asignar los objetos (armas, sobre todo) libremente. El problema radica en la respuesta de algunos objetos que requieren apuntar, pues el sistema se basa en rotar sobre nuestro eje con el pad, por lo que perdemos toda movilidad. El botón R activa un anecdótico "modo sigilo", mientras que Select nos lleva al menú de objetos y Start activa la pausa y un menú con algunas opciones. Como vemos, el control de GBA tampoco da para más, pero sin duda se hubiese podido encontrar alguna opción mejor o, por lo menos, lograr que la respuesta a los comandos fuese algo mejor.
Conclusiones
Admitámoslo: The Hobbit es un juego que no se puede calificar ni de mediocre. Sus defectos son muchos y sus virtudes casi nulas, hasta tal punto que parece destinado exclusivamente a decepcionar tanto a los seguidores de Tolkien como a los amantes de las aventuras en consola. Su apartado técnico es injustificable, y su casi inexistente dificultad (si tenemos algún problema, bastará con quedarnos quietos y apretar repetidamente el botón al que hayamos asignado nuestra espada), así como unos puzzles tal vez demasiado simples, parecen señalar que está destinado a los más pequeños de la casa… pero ningún niño se merece tal crueldad.
Tal vez podamos obviar todo lo negativo durante los primeros veinte minutos, pero, puesto que el catálogo de la portátil ha generado a lo largo de todos sus años de historia aventuras muchísimo mejores, no cabe duda de que nos saldrá mucho más rentable decidirnos por cualquier otra opción. Estamos, una vez más, ante un juego que engrosará la lista negra de "licencias desaprovechadas en juegos vergonzosos".