Análisis Koira: Una hermosa reflexión sobre la amistad y la relación que nos une con el mundo que nos rodea (PC, PS5)

Koira es el debut en el mundo de los videojuegos de Studio Tolima, una joven desarrolladora afincada en Bruselas que, con la colaboración de Don’t Nod, responsables de la popular franquicia Life is Strange y ahora convertidos en editores, nos invita a disfrutar de una experiencia artística en la que exploramos temas muy interesantes como la amistad, las consecuencias de las acciones humanas o la relación que nos une con el mundo que nos rodea. En ella se narra la historia de un personaje sin nombre, a quien llamaremos Sombra de ahora en adelante, que tras un largo letargo despierta en un mundo oscuro, hostil y aterrador.
El panorama sombrío e inhóspito que tanto asusta a Sombra se ilumina por unos segundos ante la aparición de un perrito, a quien a falta de un nombre oficial nos referiremos como Rufito, que tiene la capacidad de disipar las sombras gracias a su luz interior, representada a modo de bombilla luminosa en su nariz. Rufito es, como casi todos los perros de este mundo, bastante desconfiado al principio. Por suerte, Sombra no tarda en ganarse su confianza con pequeños gestos que lo guían y le ayudan a entender quiénes son realmente los seres a los que hay que temer: extrañas criaturas que se esconden en las tinieblas cuyo contorno recuerda a cazadores furtivos, implacables a la hora de atemorizar a los dos héroes de esta historia. Para saber exactamente dónde están e impedir que nos den caza hemos de aplicar nuestros sentidos, sobre todo el visual y auditivo, además de interactuar con los seres que habitan este extraño mundo en el que hemos despertado.

La importancia de sumergirnos al máximo en esta historia queda patente desde las primeras pantallas de introducción, en las que Studio Tolima nos aconseja disfrutar de esta experiencia utilizando cascos y un mando. Koira es, en efecto, una historia que destaca especialmente por su puesta en escena y por tratarse de una especie de cuento o fábula, de una metáfora cuyo auténtico significado corresponde a cada uno discernir, pero que claramente se centra en destacar la importancia de la amistad, del cuidado a los animales y de la atención al mundo que nos rodea. Como en toda buena alegoría, no lo hace de manera visceral y explícita, sino proponiendo que seamos nosotros los que tengamos que pensar y analizar lo que estamos viendo en pantalla para entender cuál es el mensaje que subyace tras las escenas de bella factura técnica y artística que ofrece.
Una amistad única
La amistad entre Sombra y Rufito es el pilar principal sobre el que se sustenta la obra. Hay un objetivo claro: regresar a casa. Para ello tenemos que seguir los pasos que marca nuestro inseparable compañero, conseguir superar algunos obstáculos para abrir camino cuando así se requiere a través de sencillas acciones, como indicar una zona en la que ha de escarbar o un pequeño tronco por el que puede escurrirse para acceder a una llave, por ejemplo, o rescatarle de las fauces enemigas cuando el guion así lo requiere. Nuestro peludo compañero experimenta toda serie de emociones a lo largo y ancho de la aventura que nos obligarán a interactuar con el entorno.

Un ejemplo de ello es lanzar piedras, palos o bolas de nieve que nos permiten alcanzar objetos que están ocultos en zonas elevadas. No cuesta mucho conseguir manzanas o zanahorias para Rufito: basta con colocar el indicador cerca de nuestro objetivo para que este se marque casi de forma automática. Nuestra tarea no consiste en llevar a cabo un ejercicio de maña, sino en realizar pesquisas detectivescas, por lo que investigar cada arbusto o pequeño recoveco que hallamos en nuestra aventura es crucial para avanzar. Mantener los ojos bien abiertos para descubrir los secretos que se ocultan por doquier es casi tan importante como entender las necesidades de nuestro compañero cuadrúpedo en cada momento.

Además de recolectar alimentos y otros productos, por el camino tendremos que solucionar algunos puzles relativamente sencillos. El primero y más frecuente tiene mucho que ver con la parte sonora del juego, ya que hemos de encontrar en el mapa objetos que produzcan notas musicales específicas para luego cantar una hermosa canción orquestal cerca del artilugio que así lo requiera. Una vez logrado esto, pasamos a disfrutar de alguna de las actividades más relajadas y pausadas que ofrece Koira, como echar un vistazo a las nubes buscando figuras o jugar al escondite. Algunas de estas actividades tienen una razón de ser, mientras que otras buscan mejorar el vínculo con nuestro inseparable peludo. Otras, como el propio escondite, sirven como tutorial para superar las zonas de sigilo que son imprescindibles para evitar que los oscuros cazadores nos atrapen.
Lidiando con el peligro
Dado que la solución que buscamos se suele encontrar en los alrededores del acertijo que se plantea, los puzles son fáciles de solucionar. Evitar a los pocos enemigos que se cruzan en nuestro camino, o a los animales salvajes que de vez en cuando nos amenazan, tampoco es algo complicado. El tono de Koira mezcla algunos conceptos de juego acogedor (o cozy game, como se le conoce en inglés), como el hecho de no poder perder la vida (los enemigos pueden atacarnos, pero volvemos a un lugar cercano en cuestión de segundos), o de solucionar algunos problemas de manera amigable sin tener que recurrir a la violencia, con ciertos toques narrativos con los que se le da forma a un argumento que propone cautivarnos desde el primer minuto de juego. En total hay veinticuatro escenarios que superar, unos más cortos que otros, algunos sorprendentes, otros en forma de minijuego muy sencillo con el que pasar un rato entretenido mientras liberamos estrés.

Sobra decir que la experiencia a la que invita Koira es eminentemente sensorial, con una mecánica de juego tan simple como entretenida, pensada para que liberemos tensión en momentos determinados. Para llevar esta aspiración a buen puerto se ha realizado un excelente trabajo artístico, con dibujos y escenarios realizados a mano y el sostén del motor gráfico Godot, que permite que todo transcurra en pantalla sin ralentizaciones ni problemas llamativos. El motor casa a la perfección con el estilo de juego y permite entender la historia sin que los personajes tengan que decir una simple palabra durante en el proceso. Lo único que sí echamos de menos en el aspecto visual es un mapa que nos permita guiarnos con más facilidad por los escenarios, pero teniendo en cuenta que los mapeados son bastante lineales, no es algo que deba preocupar a los jugadores menos experimentados en estas lides.

Por otro lado, y pese a que nos encanta la simplicidad de su mecánica de juego, echamos en falta algo más de variedad en cuanto a los minijuegos se refiere. Estamos ante una aventura que se termina en un par de horas, llamada a cautivar por su moraleja y no por contar con unas mecánicas de juego que vayan a pasar a la historia por su originalidad. Y aunque sobra decir que a este tipo de propuestas no se les puede pedir más de la cuenta, también es cierto que su contenido podría ser algo más variado incluso pese a su apuesta por la sencillez y simplicidad. Parece que a veces se dispone a ir un poco más allá de lo que ofrece, pero siempre acaba retrocediendo y apostando sobre seguro.
Conclusiones
El marco independiente de la industria de los videojuegos sigue siendo el principal surtidor de experiencias como la que plantea Koira, una aventura pausada, hermosa tanto en lo artístico como en su planteamiento filosófico, por así llamarlo. Es difícil imaginar un juego de este estilo copando las principales portadas de los medios especializados, pero su presencia enriquece no solo al sector, sino también a los jugadores que se adentren en el peculiar mundo que ofrece. Es una experiencia pensada para ser vivida en soledad, con calma e introspección, o de cualquier otra forma que nos permita conectar con su mundo, por momentos triste, a ratos nostálgico, otras veces implacable en su forma de proyectar los sentimientos y emociones que nos invaden a medida que superamos sus puzles y retos. Como tal, está claro que no es un juego para todos los gustos.
Sin embargo, si te gustan las propuestas distintas, pausadas, agradables y con un importante componente reflexivo, Koira es una de esas pequeñas aventuras poco conocidas que seguramente harán las delicias de los que busquen desconectar un rato del mundanal ruido.
Hemos realizado este análisis en PC (Steam) con un código proporcionado por Don’t Nod.
NOTA
Puntos positivos
Puntos negativos
En resumen
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