Análisis de The Legend of Zelda: Majora's Mask 3D (Nintendo 3DS)

Ser la secuela de uno de los juegos más importantes y revolucionarios de la historia no es una tarea sencilla, algo que The Legend of Zelda: Majora's Mask sabe muy bien, ya que su mayor "pecado" fue salir tan solo dos años después de la primera y espectacular aventura de Link en 3D. "Es un gran juego, pero no es Ocarina of Time", fue una de las frases más repetidas tanto por crítica como por público en el año 2000 cada vez que se hacía alusión al título que hoy nos ocupa. La sombra del clásico de 1998 era alargada y evidentemente Majora's Mask carecía de ese impacto tan brutal que tuvo aquel en el mundo de los videojuegos, algo a lo que había que sumarle una mecánica de juego tan diferente, rara y especial respecto a lo que se había visto hasta el momento, que al principio no consiguió convencer a todo el mundo.
Por suerte, el paso del tiempo es sabio y, con los años, los aficionados echaron la vista atrás y pudieron volver a valorar la odisea de Link por las tierras de Términa como se merece, es decir, sin prejuicios ni comparaciones, momento en el que el juego pasó automáticamente a convertirse en una obra de culto. Y no es para menos, ya que 15 años después y en Nintendo 3DS, la magia de la máscara de Majora sigue intacta. O lo que es lo mismo: sigue siendo un juegazo que nadie se debería perder bajo ningún concepto.

72 horas para salvar el mundo
Si nunca tuvisteis la oportunidad de jugar a la versión de Nintendo 64, simplemente tenéis que saber que su historia continúa los hechos de Ocarina of Time, con Link buscando a Navi por los bosques de Hyrule. Sin embargo, este viaje no tarda en torcerse y una serie de acontecimientos nos acabarán arrastrando a las tierras de Términa, un mundo paralelo a Hyrule amenazado por una gigantesca luna con una siniestra cara que amenaza con estrellarse contra el suelo y destruirlo todo en tan solo tres días, algo que tendremos que impedir cueste lo que cueste.
Como podréis suponer, este tiempo es insuficiente para tamaña tarea (especialmente si consideramos que una hora de Términa equivale a un minuto real), aunque por suerte somos el Héroe del Tiempo, por lo que tendremos el poder de retroceder al primer día siempre que queramos. De esta forma, nos tocará revivir una y otra vez estas fatídicas 72 horas para evitar que la luna caiga y así darnos más tiempo para encontrar la manera de detener la inminente destrucción que se avecina.
Traduciendo a nivel jugable, esto significa que siempre estaremos jugando contra el tiempo, metiéndonos presión y recordándonos constantemente lo poco de vida que le queda al mundo y lo próximo que está su final, ya sea con un reloj que avanza incansable, con temblores cada hora en el día final, con las campanadas que nos avisan de que se nos ha acabado otro día, etcétera.
Además, al volver al primer día, todo lo que hubiéramos hecho hasta el momento se perderá, por lo que si rescatáis a alguien o liberáis a un pueblo de una maldición, os volverá a tocar repetirlo todo otra vez una vez que entonéis la canción del tiempo. Por suerte, el juego tiene un diseño sublime y tremendamente bien estudiado que nos facilitará todo tipo de atajos para que no lo tengamos que repetir todo de nuevo y así podernos ahorrar tiempo.

Últimos análisis de Nintendo 3DS





