Análisis de Sonic Boom: El Cristal Roto (Nintendo 3DS)
No son buenos tiempos para el erizo azul de Sega y sus muchos seguidores, ya que en este ocasión ni el cómico "Sonic Cycle" se ha cumplido, y desde el anuncio de este proyecto transmedia con una serie de animación para la televisión y dos videojuegos exclusivos para las consolas de Nintendo, fueron muchas las voces críticas, entre otras cosas por el arriesgado y juvenil nuevo diseño de los personajes. Un cambio de look que finalmente ha sido el menor de sus males, y ni el juego para Wii U ni el de 3DS han cumplido con las expectativas, y eso que eran bastante bajas.
En un par de días os hablaremos del Sonic Boom para la consola de sobremesa de Nintendo, pero ahora le toca el turno a Sonic Boom: El Cristal Roto, la entrega para Nintendo 3DS, desarrollada por Sanzaru Games, responsables de títulos como Secret Agent Clank y Sly Cooper: Ladrones en el tiempo, un estudio siempre muy ligado a las consolas de Sony. Para su debut Nintendo 3DS y en la saga Sonic han preparado un clásico juego de plataformas en dos dimensiones, que alterna momentos aventureros, pausados y con mucha exploración, con las clásicas fases de velocidad en las que tenemos que correr con Sonic a toda pastilla, con mucho menos peso que la parte aventurera.
En Sonic Boom: El Cristal Roto Sonic, Tails, Knuckles y su nueva amiga Sticks se tienen que enfrentar al malvado Lyric, el último superviviente de una antigua civilización que ha secuestrado a su amiga Amy, como parte de su plan para recobrar un antiguo poder. Al principio de la aventura solo podemos controlar a Sonic, y poco a poco se van uniendo al grupo el resto de personajes, cada uno con sus propias habilidades.
Hay acciones que son comunes entre los cuatro personajes, como el salto normal y el doble, esprintar, utilizar un rayo energético, que sirve para quitar el escudo de energía a ciertos enemigos y para balancearse, y el clásico ataque teledirigido de los últimos años, con el que tras fijar a un enemigo u objeto, salimos disparados hasta el objetivo.
Pero lo que diferencia a unos personajes de otros son sus habilidades únicas, que nos obligan a ir alternando el control de los miembros del grupo para superar todo tipo de situaciones. Sonic por ejemplo puede realizar un acelerón aéreo, que le permite romper un tipo de bloques, además de evitar ciertas caídas. Tails puede sobrevolar en el aire, lo que le permite por ejemplo planear por corrientes, además de poder lanzar bombas. Knuckles puede dar puñetazos y escavar en ciertas zonas, lo que le permite llegar a lugares inaccesibles para el resto de personajes. Y el nuevo personaje, Sticks, tiene un bumerán que además de para atacar, sirve para activar unos interruptores sin lanzamos en su modo guiado.
De esta manera tenemos que ir cambiando de personaje pulsando en la cruceta para superar diferentes retos, que siempre son muy obvios y que no se pueden considerar ni puzles. Como hasta pasadas unas fases no tendremos al grupo de protagonistas completo, en los primeros compases de la aventura nos toparemos con un montón de lugares a los que no podemos acceder, teniendo que volver después cuando tengamos a todos los personajes. La aventura no tiene muchas fases distintas, y se basa demasiado en rejugar los mismos niveles una y otra vez, algo que no es opcional como en otros plataformas, sino obligatorio.
Para poder progresar en el juego y acceder a nuevos niveles nos piden cierto número de insignias, y estas no se obtienen solo superando las fases, sino que además tenemos que completar alguno de los desafíos que tiene cada nivel, que suelen consistir en reunir distintos tipos de coleccionables. El diseño de los niveles es bastante laberíntico, y en la pantalla inferior de la consola se nos muestra un mapa y el porcentaje de nivel que hemos visitado, un poco a lo metroidvania. Es normal que a veces te pierdas explorando, no tanto por un ingenioso diseño de los escenarios, sino porque se repiten constantemente las texturas, estructuras y enemigos, el aspecto es siempre el mismo, y cuesta ubicarse.
Fases además innecesariamente largas y muy poco apropiadas para un juego portátil, que si a veces aburren en la primera vuelta, imaginaros si encima estás obligado a jugarlas un par de veces más para encontrar los coleccionables y así poder tener las insignias suficientes para seguir avanzando en la aventura, que dura unas 6 o 7 horas, aunque de manera un tanto artificial. Es un juego muy repetitivo, tanto por las propias mecánicas dentro de los niveles, que siempre son las mismas, como por el hecho de estar obligados a jugar varias veces unas fases que ya eran repetitivas en sí mismas.
Para aportar un toque de variedad, tenemos un par de tipos de fases distintas, que son los momentos más Sonic de la aventura. Por un lado carreras contra otro personaje, en las que tenemos que atravesar un nivel a toda velocidad sin detenernos un segundo, con el objetivo de llegar los primeros a la meta, y que no están mal, aunque son pocas. Y una especie de jefes en los que cambia la perspectiva, avanzando hacia delante con una cámara trasera, como en las fases de bonus de Sonic 2, moviéndonos sobre raíles y con muy poca libertad de acción, y que además vista una vista todas, ya que se repiten todo el rato.
El juego se controla de manera aceptable, un poco tosco aunque no hemos tenido esas muertes absurdas de los últimos Sonic, y eso se debe a su ritmo pausado, en el que los momentos clásicos de velocidad, con loopings y rizos, están muy compartimentados y scriptados, por lo que no generan problemas, aunque tampoco aportan mucho más allá de un toque de espectacularidad. Es un juego sencillo, claramente orientado a un público infantil, en el que no tenemos vidas y hay bastantes puntos de control. Su mayor dificultad es encontrar la salida de los escenarios, laberínticos y con un mapa que no cumple bien su papel.
Acorde con el resto de apartados del producto, los gráficos son muy corrientes, con animaciones pobres y unos escenarios repetitivos hasta el hartazgo, aunque sin problemas de rendimiento que estropeen la experiencia jugable. La música y el sonido pasan completamente desapercibidos y las voces están dobladas al castellano, aunque son pocas ya que la mayoría de las veces los diálogos cuentan solo con textos mientras los personajes hacen ruiditos. Unas conversaciones por cierto que no sabemos si son así de malas accidentalmente o es que los guionistas están siendo muy irónicos.
Una aventura de plataformas mediocre
Sonic Boom: El Cristal Roto es un juego que no hace nada demasiado mal, pero tampoco bien, y la palabra que mejor lo define es mediocre. Sin ser un desastre –aunque sí un mal Sonic-, al público infantil que no es tan exigente y al que no le importa tanto repetir situaciones, puede que le entretenga durante unas horas y se le haga bastante ameno si además está siguiendo la serie de televisión. Conscientes de que no pertenece a la saga principal y que es un producto derivativo, podían haber tomado un camino bien diferente y haber hecho algo que funcionara por sí mismo, pero finalmente se queda en tierra de nadie, queriendo ser una aventura de plataformas y exploración con algunos momentos de Sonic, no haciendo demasiado bien ninguna de las dos cosas.