Metal Gear Solid 3: Snake Eater ha cumplido 15 años desde su lanzamiento en Estados Unidos. El considerado por muchos pináculo de los títulos de la saga Metal Gear llegó primero a Norteamérica, antes que incluso a Japón o Europa, desembarcando en las PlayStation 2 de los usuarios un 17 de noviembre de 2004. La obra maestra de Hideo Kojima, el creativo que ahora ha puesto a la venta Death Stranding en otra consola de Sony, marcó un antes y un después en la sobremesa de 128 bit y es considerado sin discusión como uno de los mejores juegos en la historia en términos absolutos.
Un Metal Gear muy arriesgado y ambicioso
Metal Gear Solid 3: Snake Eater basa sus cimientos en un concepto que, para la serie Metal Gear, supuso toda una revolución. Ya no teníamos que infiltrarnos únicamente en un complejo militar y esquivar a los guardias pertinentes. El título ampliaba sus miras jugables ofreciéndonos un entorno selvático inspirado en las junglas de la Unión Soviética de los años 60, con terrenos plagados de peligros naturales y animales salvajes, los cuales jugaban un papel determinante en las mecánicas de alimentación del personaje, Big Boss (Naked Snake). A modo de precuela, conocíamos la historia de Snake, un agente encubierto estadounidense cuya misión no es otra que la de rescatar a un desertor soviético y destruir un arma experimental nuclear que podría cambiar el curso de la Guerra Fría entre los dos bloques. De paso, verá como su antigua mentora acaba por traicionar a su nación y a él mismo, obligándolo a replantearse su papel como peón y brazo ejecutor de los Estados Unidos.
Como siempre -y esto es marca de la casa-, la historia de Snake Eater volvía a ofrecernos una historia de antagonismos y rivales políticos y militares, pero con un toque mucho más maduro y adulto, y con algunas de las mejores cinemáticas y conversaciones de toda la saga. Esta precuela de la saga Metal Gear, la primera en orden cronológico, revolucionaba las mecánicas de sigilo e infiltración a eliminar gran parte de los gadgets clásicos, reducir la presencia del radar o incluso potenciar el camuflaje gracias a un diseño de patrones de ocultación en trajes y maquillaje que acabó por ayudar al desarrollo del octocamo en Metal Gear Solid 4: Guns of the Patriots.
Con un apartado gráfico que llevó al límite la consola, Metal Gear Solid 3: Snake Eater ofrecía entornos más abiertos y llenos de bifurcaciones y caminos, jefes finales carismáticos y una gran cantidad de secretos ocultos entre sus escenarios. El videojuego se convirtió en un éxito en PlayStation 2, gozando del respaldo de la crítica y siendo uno de los juegos de mayor peso en el catálogo de la consola. Con el paso de los años ha visto varias revisiones, como Metal Gear Solid 3: Subsistence o Metal Gear Solid: Snake Eater 3D, esta última para Nintendo 3DS con añadidos y cambios gráficos. También contó con una revisión en alta definición como parte de Metal Gear Solid: HD Collection, que ajustaba el framerate y la definición entre otras mejoras jugables.
