La mafia ha demostrado ser fuente de diversión dentro del mundo de los videojuegos desde hace ya varios años. Desde la salida del excelente Mafia y hasta la fecha, muchas han sido las desarrolladoras que han apostado por llevarnos a los rincones más inhóspitos de la sociedad para demostrarnos que, pese a que la mafia es uno de los problemas más graves del mundo, en su versión virtual puede ser más que divertida. Como era de esperar, el concepto comenzó a expandirse de manera desmesurada, llegando títulos como El Padrino y el primer Yakuza, para PlayStation 2 y de la mano de Sega. El juego que hoy nos ocupa es la tercera parte de la franquicia de Sega y segunda dentro de la nueva generación, ya que Kenzan!, nombre que recibe el título ambientado en el Japón medieval y que parece ser que no llegará a occidente, supuso el estreno de la serie en PlayStation 3.
Pasamos pues de la mafia occidental y nos adentramos dentro de los suburbios japoneses, donde el honor, el credo y, por supuesto, el dinero, son parte inminente de un concepto que está presente actualmente en el país del sol naciente. Tras unos meses de incertidumbre acerca del lanzamiento occidental de la serie en nuestro país, poco a poco van apareciendo esperanzas para quienes disfrutaron de lo lindo con lo que en su día se llamó el sucesor espiritual de Shenmue, que son palabras mayores.
De vuelta a la actualidad
Como decíamos, la serie Yakuza ha tomado dos direcciones en los últimos años. Por un lado nos encontramos con la saga numerada, donde los dos primeros juegos aparecieron en PlayStation 2 contando la historia de Kiryu Kazuma; mientras que luego vemos como Sega se adentró dentro del Japón feudal para mostrarnos una versión distinta del concepto de mafia. Sea como fuere la tercera entrega -numerada- de la franquicia vuelve a ponernos en la piel del ex-yakuza Kiryu, que vive una vida tranquila y plácida en la paradisíaca isla de Okinawa. Evidentemente los conflictos no tardarán en aparecer, sobre todo teniendo en cuenta que la intención del protagonista es levantar un orfanato junto con Haruka, la pequeña y dulce niña que vimos en la obra original, cuando los militares y las mafias locales todavía deambulan por la ciudad. De esta manera, Sega aprovecha el arco argumental para llevarnos no sólo a las sucias y oscuras calles del Japón actual, sino también a los campos abiertos -y soleados- de Okinawa, donde tendremos que vernos las caras con mafiosos y militares que se oponen a los intereses del protagonista.
La desarrolladora ha prometido que, pese a que en un principio la trama pueda parecer tópica y simple, el guión será completamente adulto, con momentos emotivos y fascinantes que harán que el jugador se identifique con los personajes que harán aparición.

Así pues, la trama japonesa se desenvuelve dentro de un concepto similar al que vemos en obras como Grand Theft Auto: un mundo abierto donde la ciudad y los alrededores están completamente vivos, con gente haciendo su vida, tiendas que cierran al anochecer y multitud de opciones a disposición del jugador para que se entretenga entre misión y misión. Cabe apuntar, que si en Grand Theft Auto -serie de corte occidental- las carreras de coches y los asaltos con armas de fuego son una constante, en la franquicia de Sega serán los puñetazos y el cuerpo a cuerpo lo que sustituya los elementos bélicos de la serie de Rockstar, adaptando así el término de sandbox y acomodándolo con personalidad propia.