No puedes parar de jugar
Una de las mejores cosas que se puede decir de un videojuego es que no puedes parar de jugar y, en el caso de Killzone 2, esto cobra especial significado. El esperadísimo juego de Guerrilla Games, que tanto se ha retrasado, ya ha demostrado con creces que gráficamente será una de las cúspides de lo que va de generación, pero las dudas se centraban sobre todo en su apartado jugable, en si la experiencia de juego estaría a la altura de la capacidad de impacto visual que siempre se le ha supuesto. En el caso de esta versión beta del modo para un solo jugador, tras cada muerte a manos de los Helghast volvíamos a coger el mando de la consola PlayStation 3 para avanzar un poco más. Los fans más acérrimos de la consola, que esperan este juego como agua de mayo, pueden respirar tranquilos. El excelente modo multijugador que ya comentamos hace unos días tendrá su contrapunto en un magnífico modo campaña en el que nos sumergiremos en las entrañas del mundo Helghast para acabar con su amenaza de una vez por todas, o al menos hasta Killzone 3.
En esta versión para un solo jugador no estaban presentes todos los niveles y es evidente que todavía queda trabajo por culminar en los meses que quedan de desarrollo hasta su lanzamiento en febrero de 2009, pero su estado es mucho más avanzado, y mucho mejor, que en las últimas ferias donde pudimos probarlo.
El modo historia ofrece algunos momentos memorables, aunque sobre todo destaca por su intensidad. Apenas hay momentos de respiro, estamos en el corazón del mundo de los Helghast y los emblemáticos soldados de anteojos rojizos están por todas partes y venden muy cara su piel.
Las seis misiones de Killzone 2 que pudimos probar cubren parte de la campaña, aunque no todas las misiones están conectadas entre sí. Comenzamos el asalto a la ciudad Helghast con la ya célebre secuencia cinemática en la que bajamos, a bordo de una nave voladora, y nos encontramos de lleno con la resistencia enemiga. Entonces nos sumergimos en una especie de batalla a media escala entre los dos bandos, comprobando cómo independientemente de lo que hagamos nosotros, la acción sigue su curso y aunque podemos aportar nuestro granito de arena, y sin duda es mucho más pesado que el de cualquiera de nuestros compañeros, no somos los absolutos protagonistas, sino un peón más, alfil si nos empeñamos, de la partida.
Combinando batallas con pequeñas escaramuzas
Estas secuencias de acción a media escala –son escaramuzas, no batallas campales- se combinan con otras en las que avanzaremos en solitario o, casi siempre, acompañados por un compañero que nos ayudará a combatir a los Helghast y al que a veces habrá que revivir, pues no es inmortal, aunque sí muy resistente. El juego combina sabiamente estas dos modalidades, alternando los escenarios abiertos, donde los dos bandos se enfrentan en buen número, con los cerrados, más de tiroteos y de cobertura, donde somos nosotros dos contra pequeños escuadrones Helghast, escurriéndonos por callejones o edificios para ir avanzando poco a poco, mientras las otras partes del ejército hacen lo propio.
Pero aunque nuestro avance es casi en solitario, siempre estamos en contacto, vía radio o secuencias cinemáticas, con el grueso de la batalla, lo que hace que lo que hagamos tenga algo de sentido y coherencia dentro de un gran todo: no vamos a acabar en solitario con los Helghast, pero nuestra contribución es importante y a veces nuestra llegada al frente de batalla muy celebrada. Aunque los personajes con los que interactuamos no tienen gran personalidad, la historia resulta interesante por lo que va sucediendo a medida que avanzamos y las situaciones que tenemos que resolver. Que nadie espere fraternales relaciones entre compañeros de armas ni trasfondos personales, el interés está única y exclusivamente en la guerra, y en las profundidades del mundo Helghast.
El estilo de juego se parece al del primer Killzone, y si tenemos que buscar ejemplos en el actual panorama de títulos en primera persona, tiene un ritmo similar al de los últimos Call of Duty. Avanzamos contra el enemigo poco a poco, cubriéndonos en los tiroteos, recuperando nuestra salud, a veces desesperadamente, buscando refugio para evitar el fuego enemigo. Una de las cosas que más nos han gustado de Killzone 2 es cómo se comporta el enemigo. Si bien en algunas partes de su inteligencia artificial todavía existen lagunas –cuando asaltamos con sigilo a los Helghast, parece que están sordos-, cuando se produce una batalla explícita nos ha sorprendido la forma en que los Helghast nos atacan.
El enemigo también quiere ganar la guerra
Se supone que en un juego de acción nosotros avanzamos y el enemigo retrocede, o muere, a medida que lo hacemos, pero en Killzone 2 ocurren tiroteos y momentos de combate en los que se trata de una verdadera batalla. Llegamos a donde se encuentra el enemigo y, una vez comienza el combate, el enemigo podrá avanzar a posiciones que antes no ocupaba, obligándonos a retroceder y a que se desarrolle algo parecido a una lucha de trincheras. Esto es muy evidente en las batallas a gran escala, en las que de hecho hay trincheras y se produce una verdadera disputa por el terreno y por acabar con el ejército enemigo, pero también lo notaremos en tiroteos en edificios y callejones. Los Helghast quieren hacernos retroceder, cercarnos y acribillarnos, exactamente lo que nosotros intentamos con ellos.
Esta intensidad de los tiroteos nos ha sorprendido muy gratamente y hace que la experiencia de Killzone 2 sea trepidante y muy divertida. Nos enfrentamos a multitud de situaciones, algunas de ataque, otras de defensa, y el juego siempre destaca por su gran intensidad, por la lucha sin descanso y el comportamiento táctico de los enemigos, que intentan siempre lograr superioridad sobre nosotros, previo paso a aniquilarnos. Los momentos más interesantes son, sin duda, las grandes batallas. En escenarios con trincheras, sacos de arena y otros elementos usables como defensa, tenemos que enfrentarnos a los Helghast con todo lo que tenemos, intentando que salgan de su escondite lanzándoles granadas, intentando acabar con las defensas con explosivos, y aguantando, en compañía de nuestros aliados y cubriéndonos como podamos, las sucesivas cargas que el numerosísimo enemigo lanzará para rodear nuestras defensas y acabar con nosotros.
Aprovechando el arsenal
Dos elementos juegan un gran papel en esto: el primero, la posibilidad de cubrirse, algo poco habitual en un juego en primera persona y que algunos, como los Rainbow Six, han implementado realizando cambios a tercera persona. En Killzone 2 nos cubriremos también en primera persona con el mismo botón que usamos para agacharnos, y estando cubiertos podremos asomarnos para disparar al enemigo, pero sin abandonar nunca la vista en primera persona, logrando por lo tanto una gran inmersión. Cubrirse es imprescindible y nuestro seguro de vida en muchísimas situaciones. El segundo es el armamento. Si bien el juego no tiene un arsenal de armas demasiado numeroso, ni éstas destacan por tener fuego secundario o usos imaginativos o de ciencia ficción, el repertorio de armas sí ofrece bastante variedad y el solo poder llevar una al mismo tiempo –junto con la inseparable pistola- hace que tengamos que pensar cuál nos conviene coger en cada momento. Está claro que con el rifle de francotirador tenemos una gran ventaja sobre el enemigo y podemos hacer que caigan como moscas, pero en cuanto se aproximen varios soldados Helghast y no nos quede otra opción que retroceder, nos las veremos crudas para combatir cuerpo a cuerpo con ellos.
Entre las armas que pudimos ver en esta beta se encuentran varios fusiles de diversa potencia y capacidad, destacando el arma estándar del ejército "bueno", que además contiene un competente zoom para hacer blancos de precisión; contamos además con el ya mencionado rifle de francotirador, una escopeta letal en las distancias cortas, el lanzacohetes, una gran ametralladora, e incluso pudimos usar un lanzallamas durante un breve tiempo, antes de comprobar que, por muy vistoso que sea el resultado, la escopeta sigue siendo la mejor opción para fulminar enemigos a corta distancia. También contaremos con un lanzagranadas especialmente útil para las ya mencionadas situaciones de guerra de trincheras.
Helghast más variados
Además de este repertorio de armas, las granadas juegan un papel fundamental en la dinámica de tiroteos y batallas de Killzone 2, tanto a la hora de atacar como de defendernos. Tanto nuestros aliados como nuestros enemigos las usan con frecuencia, y nosotros podremos usarlas para hacer que los enemigos salgan de su escondite o acabar con ellos rápidamente (hay incluso trofeos por lograrlo). Las granadas han sido implementadas de un modo bastante acertado, lanzándolas con un botón, y pudiendo mantenerlas en la mano, esperando a que carguen, para que así exploten antes y cojan al enemigo por sorpresa. Dominar esta técnica nos dará una enorme ventaja para acabar con los Helghast.
Éstos, por ciertos, son bastante variados, y a medida que avancemos por el juego iremos encontrándonos con varios tipos diferenciados, con variedad entre ellos. El soldado normal es de sobra conocido, y muy divertido quitarle el casco a tiros, pero también hay otras variedades de enemigos, con diferentes armamentos, con comportamientos más agresivos, e incluso lo que podríamos llamar subjefes finales. Helghast monstruosos, gigantescos, a los que habrá que enfrentarse casi a la desesperada. Más variedad que en el primer juego, pese a que todos tengan en común esos reveladores ojos rojos.
A nivel jugable, por lo tanto, Killzone 2 cumple, no solo adaptando bien todas las "tendencias" del género hoy en día, como la salud que se recupera automáticamente, tras segundos de descanso -y siendo alertados de la cercanía de la muerte con efectos visuales- o un sistema de coberturas que funciona bien, sino logrando un estilo propio que, aunque se parece a otros títulos, es lo suficientemente diferente – y a ello contribuye la ambientación futurista- para lograr una marcada personalidad. Pero sobre todo, lo que logra es una gran experiencia de juego, que nos ha sorprendido, quizás porque nos esperábamos que el apartado gráfico copase todo el protagonismo y que el jugable no fuese un salto comparable. A veces es un placer equivocarse.
Por otra parte, aunque en el juego no hay puzles propiamente dichos, sí tendremos en ocasiones que interactuar con objetos del escenario. Como ya comentamos en alguna ocasión, se hará usando el SixAxis: por ejemplo, moveremos una manivela agarrándola (pulsando los botones superiores del mando) y girándola (girando el mando). También se usa al apuntar con el rifle de francotirador: tendremos que equilibrar el apuntado, como si el pulso de nuestro soldado se tratase, moviendo el mando SixAxis. Un uso coherente de la detección de movimiento de la consola, sin que sea forzada. La única queja del apartado jugable siguen siendo los errores de la inteligencia artificial, demasiado evidentes como para no considerarlos provisionales.
El impactante y fantasmagórico mundo Helghast
A nivel gráfico, como ya comentamos en su día, en las impresiones multijugador y en anteriores artículos, Killzone 2 marca una especie de antes y después en los juegos de PlayStation 3, quizás no tan radicalmente, pero sí está muy por encima de otros títulos de acción en primera persona de la consola y es un verdadero salto. Parece mentira que entre el recién lanzado Resistance 2 y este Killzone 2 solo vaya a haber tres meses de diferencia, parecen juegos de períodos muy lejanos de la vida de una plataforma.
Los escenarios de Killzone 2 destacan por su gran cantidad de elementos y lo cuidados que están pero, sobre todo, por una sensacional atmósfera fantasmagórica. Los Helghast viven en un mundo con un aire casi irrespirable y eso se nota en la atmósfera del juego, plagada de filtros gráficos que le dan a los escenarios un aspecto asfixiante, algo que se combina a la perfección con la intensidad del juego. Tanto su cuidada iluminación como otros detalles como los efectos de humo o explosiones son impresionantes, y el motor gráfico lo mueve todo con fluidez. El apartado sonoro está también a un gran nivel. Las voces en castellano, tanto en secuencias cinemáticas como integradas en la acción, están bien dobladas y los gritos de guerra de los Helghast y los aliados son lo suficientemente variados para no resultar repetitivos, ni tampoco hilarantes.
Directo a la cima
Pocas cosas más podemos decir de Killzone 2 más esclarecedoras que lo que mencionamos al comienzo del artículo: no puedes parar de jugar. Su impactante apartado visual y su intensa jugabilidad te obligan a seguir adelante. Killzone 2 cumplirá su promesa de convertirse en un referente de los juegos de acción en primera persona y en darle a PlayStation 3 una de sus más envidiadas exclusividades. Killzone 2 es intensidad pura, y si se logran pulir los pequeños defectos que todavía tiene, como la inteligencia artificial, estaremos ante uno de los grandes juegos del año 2009 y un duro competidor para los otros juegos de acción en persona de referencia. Queda cada vez menos para el mes de febrero.