Análisis de Secret of Mana CV (Wii)

En el año 1993 Square Soft ofreció a los aficionados al rol una interesante propuesta retomando una serie que había nacido dos años antes en la portátil Game Boy: Seiken Densetsu (Mystic Quest en Europa, Final Fantasy Adventure en EE.UU.) Básicamente, lo que hizo fue tomar la fórmula de las aventuras de rol o rol de acción, redefinirla, y potenciar las posibilidades multijugador. Y lo mejor de todo es que sorprendentemente llegó a Europa, aunque más tarde, a finales de 1994.

Hablamos de Secret of Mana, una de las grandes joyas del catálogo de Super Nintendo, y que nos llegó sin estar localizado al español. Estábamos a las puertas de que el rol en 16 bits empezará a traducirse tras la profunda hegemonía del inglés en los escasos representantes del género que llegaban por estas tierras. Y como muestra de eso, basta recordar que Zelda de Super Nintendo estuvo en inglés (y no sería el último). En la competencia por Europa, Sega con su Megadrive también apostó por cubrir ese sector con los maravillosos Soleil y Story of Thor (injustamente, disponible sólo en inglés en la Consola Virtual).

Vamos a vivir la aventura de un héroe al que se sumarán dos personajes más, sumando un trío de protagonistas que podrán controlar los jugadores permitiendo, así, multijugador a tres bandas (y en esta ocasión, sin tener un multitap, el periférico que añadía más conexiones para mandos). Por supuesto, hay que tener en cuenta que, como sucede con todos los juegos de Super Nintendo (y Megadrive, Nintendo 64, etc.) el título exige utilizar un mando clásico o uno de GameCube. Nosotros sentimos especial preferencia por el mando clásico, pero jugar con la palanca analógica de GCN y su disposición de botones frontales no es mayor inconveniente, ni mucho menos.

Todo va a girar en torno a una espada mística, la perdida espada de Mana, un árbol legendario, una civilización perdida, y el origen de un joven pelirrojo cuyo destino es salvar al mundo de la destrucción que se cierne sobre él. Evidentemente, cumple con todos los tópicos del género, esconde sorpresas, guiños a Final Fantasy, y giros en el guión para mantenernos atrapados e impedir que el maligno imperio cree la Fortaleza de Mana con la que quieren dominar al mundo, utilizando la magia perdida de los dioses, todo ello con tres personajes, cada uno con su historia a las espaldas: un chico exiliado, una chica que confía con que su amor no haya muerto, y un duende amnésico. Y detrás de todo, el maligno Thanatos.

Como veremos más adelante, su nivel técnico era destacable (y mucho), pero no fue eso lo que nos sorprendió entonces, y lo que sigue funcionando hoy en día, sino su sistema de armas, magias y progresión de los personajes. Secret of Mana presenta un sistema de menús circular, por anillos, que nos permite saber visualmente el menú de qué personaje estamos consultando de manera sencilla y directa, pues el personaje en cuestión estará en el centro de círculo. Desde el menú principal accedemos a magias, armas, configuración, equipación...

Eso es importante, porque cada personaje tiene una configuración independiente de inteligencia artificial. No es que funcione a las mil maravillas (al fin y al cabo, incluso hoy en día no se ha avanzado tanto como sería deseable, quizás porque el foco sigue estando en cuestiones superficiales y no tanto en los elementos jugables), pero sí influye de manera evidente en las actitudes de los personajes controlados por la máquina. El jugador, cuando está solo, dependerá en muchos instantes de lo que hagan sus compañeros de equipo, y estos se dejan llevar por lo que les dicta nuestra elección en ese menú. Podemos cambiar de personaje fácilmente con el botón Select (-), e incluso usar la magia directamente desde el menú si obtamos por restringir al máximo su uso por parte de nuestros aliados. De esta manera, se combinan los elementos de acción en tiempo real con los ataques por turnos en el caso de las magias, que siempre pasan por menú y posterior elección de objetivo, con la acción parada.

El juego gira en muchos de esos aspectos en torno al número ocho; nos explicamos. Cada espíritu que vamos encontrando, y que nos llevará hasta el último, el del Mana, se va sumando... hasta ocho, y luego cada uno con tres magias diferentes (salvo excepción, al menos hasta llegar a la batalla final). Igualmente, hay ocho tipos de armas (espadas, lanzas, hachas, arcos, etc.), y su nivel (de magias y armas) va subiendo, hasta un teórico máximo de 8,99. Decimos teórico, porque para evolucionar las armas debemos conseguir unos orbes que emplearemos luego para mejorarlas, y en situaciones hemos visto cómo, de algún modo, el juego daba más orbes para unas armas que otras. Cada uno de los tres personajes debe usar las armas para ir ganando experiencia con ellas, que es independiente del nivel de evolución del arma.

Al subir de experiencia con las armas podemos hacer ataques especiales. Para ello, hay que cargar las armas dejando pulsado el botón de ataque, y la barra se va llenando. Cuanto más niveles, más barras podemos llenar y más fuerte y de mayor alcance es ese ataque físico. Claro, al cargar las armas, nos movemos más lentos y somos vulnerables. Pero no debemos pensar que dar espadazos a diestro y siniestro es una táctica válida, pues después de cada ataque físico, empezará a subir un contador de porcentaje que es el tiempo que tardamos en recuperar la fuerza para volver a atacar con toda nuestra potencia. Esto se parece mucho, evidentemente, a elementos del rol por turno, e incluso a aplicaciones similares en títulos muy recientes, lo que nos muestra lo bien pensado que estaba el juego.

De manera similar, las magias van subiendo cuanto más las usamos, ganando experiencia por su cuenta; eso sí, sólo la chica y el duende pueden usar su poder. Se harán más eficientes, y también mejorarán gráficamente, hasta llegar a u nivel espectacular. Como nota curiosa, las magias, aunque se seleccionan con el sistema de menús (es decir, con la acción parada), se ejecutan en tiempo real... salvo llegados a cierto nivel. En ese momento, empezaremos a ver un espectáculo visual realmente notable, y bien diferente a lo que sucedía antes, y con la acción parada para deleitarnos. Corta un poco el ritmo, pero refuerza nuestra sensación de poderío, y su origen elemental en muchos casos (luz, oscuridad –que son las únicas no compartidas entre los dos personajes con poderes mágicos-, agua, fuego...) se aprecia de manera mucho más consistente llegado ese momento.

En líneas generales, todo el concepto jugable funciona bien, y sigue fresco hoy en día. El volumen de enemigos que puede aparecer en pantalla llega a hacernos las cosas difíciles en determinados momentos, y los jefes finales son de gran tamaño. Algunos se repiten, como sucede muchas veces en el género, con cambios de color y poco más, pero no es algo especialmente punible, máxime teniendo en cuenta que es originario de los años 90. Sea como fuere, los enemigos son variados, los enemigos impresionantes, y conforman un buen estilo visual que se ve reforzado por los viajes por el mapa del mundo cuando consigamos el tamboril y llamemos a nuestro aliado Flammie.

Al usar a Flammie, que conseguimos bastante avanzados en el juego, pero que facilita revisitar zonas que hayamos dejado atrás y cumplir con diferentes tareas de búsqueda de elementos, nos movemos por una representación del mundo hecha sobre modo 7 y un logrado efecto tridimensional gracias al diseño del dragoncito. La progresión del día, los diferentes ambientes, y sus diseños formaron un todo visual encomiable. En al misma línea, la música exprime las características del siempre sorprendente chip de sonido de Super Nintendo con composiciones emotivas, intensas y que se adaptan a los muy diferentes entornos que visitaremos en esta aventura. Destacan especialmente las melodías de los momentos de mayor intensidad narrativa, como la anagnórisis del héroe ante el árbol sagrado, o la secuencia final, por poner unos ejemplos.

Debemos señalar que, técnicamente, el juego mostró uno de los aspectos más impresionantes del catálogo de Super Nintendo, usando el modo 7 para viajar por el mundo, y una resolución de 512x224 píxels, esto es, el modo de alta resolución de la consola (frente al mucho más extendido estándar de 256x224). Es cierto que se vería superado, sobre todo a nivel artístico y técnico con el uso de chips como Super FX 2 en títulos posteriores (como el inédito en occidente Seiken Densetsu 3, todo un derroche de preciosismo para la época), pero en aquel entonces lo que presentaba en pantalla era un alarde de calidad difícil de superar.

La curva de dificultad está bastante bien trazada, aunque da tirones importantes en algunos momentos clave, de manera que se acaba llevando al jugador a buscar enemigos en masa contra los que luchar para subir de nivel. Del mismo modo, la única manera de conseguir que las magias lleguen a niveles realmente elevados, así como las armas, es su uso contra hordas y hordas de enemigos. En cambio, el dinero está mejor llevado, y aunque hay armaduras y objetos realmente costosos, no es tan habitual encontrarnos con problemas económicos.

Conclusiones

Hace quince años, Secret of Mana era un genial juego de rol con muchos elementos innovadores. El que hoy en día siga teniendo encanto y sus características sigan empleándose en títulos actuales muestran el buen trabajo que hizo Square con este juego. El título es ahora más accesible en su vertiente multijugador completa, a tres bandas, y eso lo hace incluso más disfrutable gracias a Wii. Como es habitual en la Consola Virtual, es una pena que el juego no haya sido revisado para traducir sus textos a nuestro idioma, y aunque sabemos que es improbable, nos gustaría ver su secuela, también de Super Nintendo, aparecer en nuestra región para poner el broche a este regreso. En cualquier caso, ya tenemos disponible para descargar uno de los grandes del género, toda una joya que encandiló a propios y extraños en su momento, y uno de los precursores del rol en consola en Europa.