Análisis The Legend of Zelda: Link's Awakening, un sueño hecho realidad (Switch)
Hablar de The Legend of Zelda: Link's Awakening es hacerlo de una de las entregas más especiales y únicas de esta aclamada saga de Nintendo. Un título de Game Boy que ha rebasado las barreras del tiempo y que, 26 años después, sigue divirtiéndonos y sorprendiéndonos como el primer día, demostrando que un buen diseño es lo más importante en un videojuego.
Videoanálisis
Buena prueba de ello la tenemos en que, a pesar de las limitaciones de la mítica portátil en la que se lanzó, sigue siendo el capítulo favorito de muchísimos fans de la serie, lo que no es decir precisamente poco cuando hablamos de una saga que nos ha dejado una obra maestra tras otra, con juegos del calibre de Ocarina of Time, A Link to the Past o Breath of the Wild.
Para alegría de todos, Nintendo ha decidido recuperar esta leyenda y homenajearla con un cuidadísimo y precioso remake para Switch que actualiza sus gráficos, controles y otros detalles a lo que cabría esperar de un título actual, pero que sabe mantenerse siempre fiel al espíritu del original sin perder ni una pizca de todo aquello que lo convirtió en un clásico atemporal.
La leyenda del Pez del Viento
Así pues, volveremos a acompañar a Link en una aventura en la que tendrá que despertar al mítico Pez del Viento para escapar de Koholint, una isla extraña y misteriosa a la que llegó tras naufragar en uno de sus muchos viajes en barco.
Esta premisa argumental la aleja de la épica grandilocuente por la que se suele caracterizar la serie para centrarse en una de las historias más personales de Link, ya que aquí no tendremos que salvar el mundo de las fuerzas del mal, sino encontrar la manera de regresar a casa, aunque por el camino haremos sorprendentes descubrimientos de un gran impacto emocional que nos harán replantearnos el significado de la palabra "héroe" y nos llevarán a dudar de nosotros mismos y de lo justo de nuestra empresa.
No os vamos a contar mucho más, ya que no queremos arruinaros el que es uno de los mejores giros de guion que nos ha dejado la saga, pero si de algo podéis estar seguros es de que su guion, dentro de su simpleza y sencillez, no os dejará indiferentes.
Gran parte de la culpa de todo esto también la tiene la propia Koholint, la auténtica protagonista del juego. A diferencia de Hyrule, estamos hablando de una tierra muy extraña en la que nada es lo que parece y cuya lógica y coherencia se aleja por completo de lo que podríamos considerar como normal.
Animales que hablan, seres provenientes de otros juegos de Nintendo, personajes a cada cual más raro y extravagante y multitud de situaciones inverosímiles ayudan a crear una ambientación muy única y enrarecida que conseguirá que siempre estemos alertas y no nos fiemos de nada ni de nadie, dándole así un toque muy especial y personal a toda la aventura.
Un fiel remake de una obra atemporal
Entrando ya en lo que es su jugabilidad, decir que nos encontramos ante una recreación extremadamente fiel del juego original que apenas ha sufrido cambios en su desarrollo. ¿Esto qué quiere decir? Que el mapa es el mismo, los pasos que tenemos que dar para avanzar y progresar se han mantenido inalterados, no se ha tocado ni un solo puzle y todos los secretos están justo donde los recordábamos.
Esto es algo que tiene muchísimo sentido si tenemos en cuenta que estamos hablando de una obra redondísima y cuyo diseño se estudió al milímetro, desde el ritmo y la forma en la que abrimos el mapa con los ítems que conseguimos hasta los rompecabezas y enfrentamientos que nos aguardan, haciendo de la aventura una experiencia enormemente gratificante y satisfactoria que nos empuja a seguir jugando y a no soltar la consola hasta llegar a los títulos de crédito.
Como decimos, todo este buen hacer se ha mantenido intacto, ofreciéndonos una aventura de primer nivel y divertida como ella sola en la que tendremos que explorar un mundo relativamente pequeño buscando la manera de llegar hasta sus diferentes mazmorras, entre las que se incluyen algunas de las mejores de toda la saga. Y ojo, que el tamaño del mapa no sea especialmente grande no significa que hayan pocas cosas para hacer, ya que es un título cargado de secretos, minijuegos y pequeños detalles que demuestran el mimo y pasión que puso en él su equipo de desarrollo original.
Mejoras y novedades
Podríamos escribir infinidad de párrafos sobre sus virtudes, pero, al tratarse de un remake, probablemente os interesen más los cambios, mejoras y novedades que ha recibido respecto a la versión de Game Boy.
Para empezar, los controles se han revisado por completo al disponer de mandos más complejos, por lo que ciertos objetos como la espada, el escudo o las botas de pegaso se han asignado a botones concretos, mientras que ítems como el brazalete de fuerza se gestionan ahora como acciones contextuales.
Gracias a todo esto, ahora la exploración es muchísimo más cómoda y agradable, ya que se reduce al mínimo el número de veces que tenemos que abrir el inventario para equiparnos con los diferentes artefactos que vayamos consiguiendo.
Por otra parte, la movilidad de Link y los combates tampoco se han librado de cierta revisión. Si bien nos seguiremos moviendo únicamente en ocho direcciones, ahora nuestro héroe puede mirar a todas ellas, incluyendo las diagonales, algo que hace que los enfrentamientos y el plataformeo sean considerablemente más orgánicos e intuitivos, permitiéndonos apuntar mejor y, en un par de casos muy concretos, "romper" incluso algún que otro puzle.
También nos ha llamado mucho la atención una nueva mecánica con la que podremos desequilibrar a nuestros rivales cuando bloqueemos sus ataques con el escudo, dejándolos totalmente expuestos a un contraataque, una solución muy ingeniosa y acertada al problema que suponía replicar con los nuevos gráficos los duelos contra los enemigos que son capaces de protegerse.
Tampoco podemos olvidarnos de mencionar las nuevas físicas con las que cuenta el minijuego del gancho, ya que consiguen que sean mucho más divertido y adictivo. Es más, esta prueba opcional se ha ampliado con el añadido de un nuevo tipo de coleccionable en forma de figuras que, posteriormente, podremos colocar en sus correspondientes pedestales. No es que aporte demasiado, pero siempre es agradable tener algo más para hacer y en lo que invertir nuestro tiempo de juego.
Continuando con las novedades, también es de reseñar el hecho de que se haya duplicado el número de caracolas secretas que hay repartidas por toda Koholint, por lo que ahora es posible conseguir nuevas y mejores recompensas con ellas, como un detector para las mismas que nos hará la vida mucho más fácil a la hora de buscarlas.
Los más veteranos también tienen buenas noticias, ya que se ha incluido el Modo Héroe desbloqueado desde el principio, un nuevo nivel de dificultad en el que recibiremos el doble de daño y en el que ni los enemigos ni los objetos que rompamos soltarán corazones para curarnos, obligándonos a jugar con mucha más cabeza y a conseguir las piezas de corazón lo más pronto posible para aumentar nuestro margen de error.
Os podemos asegurar que, al menos durante las tres primeras mazmorras, vais a sufrir bastante jugando de esta manera, aunque pasado este punto podemos suavizar muchísimo las cosas si sabemos dónde están ciertos secretos, por lo que solo lo recomendamos para quienes se conozcan el original de memoria.
Como apuntes, decir que se ha mantenido la mazmorra del color que se incluyó con The Legend of Zelda: Link's Awakening DX, aunque, en la parte negativa, se han eliminado las fotos secretas que podíamos tomarnos con ciertos personajes.
Un decepcionante editor de mazmorras
Evidentemente, hay más novedades y pequeños retoques que se han hecho, especialmente en lo que a secretos y contenido opcional se refiere, aunque, sin duda, el añadido más importante lo tenemos en su nuevo editor de mazmorras.
Esto no es un modo independiente, ya que está completamente integrado dentro de la aventura principal y, a efectos prácticos, es una larga misión secundaria en la que deberemos diseñar mazmorras siguiendo los patrones y requisitos que nos impongan para luego intentar superarlas.
Se trata de un editor muy básico en el que lo único que podremos hacer será conectar las salas que hayamos explorado en las mazmorras de la historia, por lo que no será posible modificar o personalizar estas habitaciones de ninguna manera.
El problema de este planteamiento es que nuestras creaciones no retienen la esencia de la saga y no son nada divertidas, asemejándose más a lo que cabría esperar de un roguelike que a una experiencia auténticamente "zeldera", por lo que únicamente nos dedicaremos a correr de una habitación a otra matando enemigos, abriendo cofres y sin la necesidad de memorizar su diseño o de resolver puzles. Y todo ello por no hablar de que todas las salas ya nos las conoceremos de antemano y que, por necesidades de las conexiones que tenemos que realizar, nos tocará repetirlas en más de una ocasión.
La puntilla a todo esto se la da su extraño sistema para compartirlas con nuestros amigos, ya que no será posible subirlas a internet para que otros jugadores las descarguen e intenten superar nuestras marcas. En vez de eso, se ha apostado por añadir la posibilidad de guardarlas en las figuras amiibo de la serie The Legend of Zelda para poder traspasárselas a nuestros conocidos, una decisión incomprensible y que termina de dinamitar el poco encanto que podría tener.
Lo mejor que podemos decir es que el editor es algo completamente opcional y secundario, así que si no os gusta, simplemente podéis pasar de él y seguir disfrutando de todo lo que el juego tiene que ofrecer, aunque os quedaréis sin algunas recompensas exclusivas, como ciertas piezas de corazón. Una pena, ya que si esta idea se hubiese desarrollado un poco más podría haber sido algo muy atractivo y divertido.
Un remake de leyenda
Como era de esperar, a nivel gráfico se trata de un juego rehecho completamente desde cero que abandona el pixel art para abrazar un nuevo y curioso estilo visual tridimensional que emula el estar ante un diorama que cobra vida, dándole tanto a sus personajes como sus escenarios un toque muy particular y de juguete, con texturas que emulan el plástico y otros materiales.
Es más, para conseguir esto se ha hecho un uso magistral del efecto tilt-shift (con él, se desenfocan las partes inferiores y superiores de la pantalla, simulando así que todo es mucho más pequeño de lo que parece para que no desviemos la mirada al jugar) para crear una ilusión óptica realmente convincente que nos traslade a un mundo en miniatura muy creíble.
El resultado es simple y llanamente espectacular, todo un regalo para la vista que desprende simpatía, encanto y muchísima personalidad, diferenciándolo de todo lo que habíamos visto hasta ahora.
La elección de este estilo artístico resulta de lo más llamativa y acertada, ya que consigue crear un interesantísimo contraste con los tintes que va tomando la historia a medida que avanzamos, enrareciendo todavía más el ambiente que se respira y generándonos unas sensaciones muy particulares y únicas que habrían sido imposibles de cualquier otra manera.
Las animaciones tampoco se quedan atrás, un apartado en el que se ha puesto muchísimo mimo y atención al detalle, tal y como bien demuestran todos y cada uno de los movimientos de Link, aunque esto es algo que podemos extender a cualquier enemigo, jefe o personaje con el que nos encontremos.
Y ojo, que no todo es una buena dirección de arte, ya que en lo técnico es un título muy bien resuelto, con efectos muy llamativos como la recreación que se ha hecho del agua, unos escenarios plagados de elementos y unos modelados fantásticos.
Quizá lo más polémico sea su rendimiento, ya que si bien es capaz de mantener casi siempre las 60 imágenes por segundo cuando estamos en interiores, en exteriores le cuesta algo más alcanzar esta cifra, lo que no impide que disfrutemos de una experiencia de juego suave y fluida la mayor parte del tiempo. Lo peor de todo esto lo tenemos en el momento de cambiar de zona, ya que al pasar de una a otra el título realiza una carga en segundo plano que provoca un bajón muy evidente y molesto, aunque por suerte es algo que solo dura unos instantes.
Por último, pero no por ello menos importante, tenemos que aplaudir con fuerza el trabajo que se ha realizado con la banda sonora, instrumentalizando sus inolvidables temas musicales para hacer que suenen mejor que nunca, pero sin olvidarse de mantener ciertos efectos y detalles que nos recuerden a sus orígenes de 8 bits. Todo un deleite para nuestros oídos y nuestra vena más nostálgica.
Los efectos también son de gran calidad, muy variados y reconocibles, y el doblaje se limita únicamente a los típicos gritos y expresiones de Link y ciertos personajes, por lo que no esperéis conversaciones con voces. La gran noticia aquí es que esta es la primera vez que de forma oficial podemos jugar a esta aventura en nuestro idioma y con una traducción impecable.
Conclusiones
The Legend of Zelda: Link's Awakening es uno de los mejores juegos de Game Boy y ahora también de Nintendo Switch. Una obra atemporal y de una calidad incuestionable que encuentra en este remake su mejor cara para ofrecernos la misma aventura que ya pudimos disfrutar en 1993, pero con un nuevo y encantador apartado audiovisual y multitud de pequeños retoques jugables que terminan de redondear una de las entregas más queridas de esta legendaria saga.
Quizá no sea el más largo, ya que se puede completar entre 8 y 12 horas, dependiendo de lo que nos atasquemos, aunque pocos títulos tienen su encanto y ese aura tan especial que lo rodea. Así que, independientemente de que sea tu primera vez o no, si hay algo que tenemos claro es que la aventura de Link en Isla Koholint sigue siendo una experiencia imprescindible para cualquiera con ganas de disfrutar de un gran videojuego. No os la perdáis.
Hemos realizado este análisis gracias a un código de descarga de la versión final que nos ha facilitado Nintendo.