Reviviendo tiempos pasados
La época dorada del género arcade se puede decir que abarcó buena parte de los 80 hasta principios de los 90 (englobando también los gloriosos años de las consolas de 16 bits). De esa época salieron arcades tan míticos como la saga Ghouls’n Ghost, Strider, Green Beret, Probotector/Contra o Turrican (por poner sólo algunos ejemplos significativos) de un sinfín de juegos en los que había que ir superando trepidantes niveles llenos de enemigos que no daban un solo respiro al incansable jugador. Eran juegos que hoy día pueden parecer algo simples en comparación con las sofisticadas aventuras 3D actuales pero desde luego estos viejos arcades cuentan con una carga adictiva y jugable total.
Como iba diciendo, hoy día por desgracia, este género no sólo está de capa caída sino que prácticamente no existen, están en vías de extinción.
Un arcade de nueva generación
Por eso, a estas alturas constituye toda una sorpresa encontrarse con un juego como Silent Bomber, de los nipones de Bandai (parece que han dejado por un momento las conversiones manga para centrarse en la realización de un título como éste) y es que nada más empezar a jugar, uno de da cuenta de que SB es un juego de los de antaño, un ARCADE de los de toda la vida, aunque eso sí, convenientemente adaptado a la época del Texture Mapping y de los polígonos.
Un futuro a prueba de bomba
La historia no sitúa en un entorno totalmente futurista en el que legiones enteras de malvados androides amenazan el futuro de la humanidad. Tú eres Jutah y perteneces a un cuerpo de explosivos llamado Silent Bomber (los mejores del mundo). Tendrás ante ti toda la nave nodriza de los androides para, sección a sección, ir destruyendo y arrasando la totalidad de ésta. Como véis, el desarrollo del juego no puede ser más sencillo. Lo original (y genial, todo hay que decirlo) de este título es el haber unido las mecánicas de dos juegos tan aparentemente distintos, pero míticos, como son Bomberman y Probotector (ó Turrican). Y el resultado no ha podido ser más satisfactorio. Del primero toma el concepto de ir colocando bombas por el terreno, aunque eso sí, pudiendo detonarlas cuando quieras y del segundo juego nombrado pues toma la temática futurística así como toda la legión de androides, robots, naves, tanque y demás máquinas-artilugios infernales que se interpondrán en tu camino, incluyendo (como todo buen arcade que se precie) la presencia de gigantescos y casi invencibles Final Bosses en cada fase que se encargarán de amargarte la existencia.
Jutah puede, o bien dejar las bombas por el camino o bien fijar las bombas a un determinado objetivo (por ejemplo a un robot móvil) mediante el lanzamiento de éstas.
También tendrás a tu disposición toda una serie de items escondidos en diversos contenedores metálicos, que irán desde cápsulas de energía, bombas de NAPALM y unos chips (llamados e-chips) que mejorarán las habilidades de tu personaje.
Un juego largo y completo
Hay un total de 26 fases a lo largo y ancho de la descomunal nave nodriza, y en la mayoría de ellas tendrás que realizar un determinado objetivo que se te dirá antes de cada fase. Por ejemplo destruir unos condensadores que nutren de energía a la nave, proteger una nave aliada del fuego enemigo ó rescatar a tu superiora (Annri) la cual está encerrada en una celda-prisión. Esta gran variedad de misiones que además van enlazando con un hilo argumental a lo largo del juego, unido al original manejo del personaje hacen que acabes una fase y estés deseando ir a la siguiente para ver que nuevos “bicharracos” te aguardan en ella.
Apartado técnico impecable
Respecto al apartado técnico, tiene un sólido entorno 3D (todo poligonal) en la línea del Metal Gear aunque no tan brillante como el juego de Konami. Posee una fantástica ambientación futurista con abundantes efectos de luces y todo tipo de explosiones, aunque con algunas texturillas de los decorados bastante gruesas y pixeladas. Nuestro héroe Jutah es de pequeño tamaño aunque está bastante bien animado. Los diseños de las “maquinitas” están muy bien, desde tanques a mechas. También hay que destacar la ausencia total de ralentizaciones pese a la multitud de elementos y explosiones que en determinadas ocasiones inundarán la pantalla.
Las músicas son bastante maquineras, con temillas Techno acorde a la temática futurista y que se acoplan perfectamente al frenético ritmo del juego. Los FX cumplen a la perfección su cometido.
El control del personaje es simplemente perfecto. En cuanto hagas el tutorial inicial y aprendas la habilidad del personaje para colocar y fijar las bombas serás una auténtica máquina de destrucción, asolando todo a tu paso. El juego es dificilillo pero no imposible. Poco a poco se van superando las fases, además abundan los items y hay continuaciones infinitas. Solo baja un poco el nivel general del juego en las secuencias CG’s que se suceden a lo largo del juego. No están mal del todo, pero uno ya está acostumbrado a las de producciones de Square ó Namco que están a años luz de éstas.
Un juego de los que ya quedan pocos
En conclusión, un arcade genial de los que ya no abundan con un apartado técnico notable y sobretodo una adicción realmente endiablada que te pegará irremediablemente a tu control pad (¿no os recuerda esta frase los gloriosos años del Amiga 500?). Muy, muy recomendable, ¡ah! y perfectamente doblado y traducido al castellano.