Análisis HASTE: Broken Worlds, el Sonic que no sabías que querías (PC)

Estamos en una época en la que los juegos, muchas veces erróneamente, piensan que más es más. ¿Por qué ofrecer una mecánica pulida al máximo cuando pueden ofrecerte 700? Muchos títulos clásicos hacían exactamente eso, pulir una mecánica e ir complicándola para entretenernos durante decenas de horas. Haste: Broken Worlds hace exactamente eso, y nos ha gustado mucho.
Sonic y Tiny Wings se dan la mano
Haste: Broken Worlds es un juego de velocidad y, hasta cierto punto, de plataformas, en el que nuestro objetivo es atravesar un nivel lo más rápido posible intentando mantener la inercia al saltar desde las colinas y caer en ellas. Si habéis jugado a Tiny Wings –un clásico de dispositivos móviles–, y lo extrapoláis a la velocidad y a las tres dimensiones de las llamadas secuencias boost de los Sonic 3D, os podéis hacer una idea; si no, es un poco como el motocross. Tenemos que asegurarnos de intentar coger las pendientes con la velocidad adecuada e intentar caer con el ángulo correcto. La diferencia es que aquí podemos pulsar un botón para caer en picado.

Esta simplicidad es la clave: a nivel jugable, sólo tenemos que pulsar izquierda o derecha para cambiar la dirección, y un botón para intentar alinear nuestra caída con la pendiente.
Sí, hay otros botones para usar una especie de potenciador –hay varios que podemos ir desbloqueando– y los objetos que compremos durante cada partida, pero en esencia es un arcade muy pulido, donde la idea principal no cambia, pero nos van añadiendo cada vez más peligros, obstáculos y complejidad para obligarnos a ser mejores.

Esto queda envuelto en una fórmula roguelike que le sienta bastante bien. Es exactamente lo que os podéis imaginar: tenemos una base central en la que hacer progresar la historia y desbloquear mejoras, y diez áreas a completar que requieren ir eligiendo nuestro camino, con zonas normales, zonas para comprar cosas, zonas para curarnos, zonas más desafiantes con mejores recompensas, etcétera, hasta llegar al jefe final de cada una. Los jefes, por cierto, son lo «peor» del juego. Hay básicamente tres tipos que se repiten con pequeños cambios, lo que nos ha parecido un tanto decepcionante.

Haste: Broken Worlds es un título que llega a ser relativamente difícil, pero justo. Se controla bien, la protagonista responde siempre a la perfección, y la inmensa mayoría del tiempo, si morimos es porque hemos cometido un error. Hay siempre un componente de suerte en los objetos que podemos adquirir para cada partida, que pueden facilitar las cosas, pero a nivel jugable está muy bien medido.
Sabor a 128 bits
En lo visual, Haste: Broken Worlds nos ha gustado mucho. Es, como podéis ver, bastante simple, pero tiene mucha personalidad, y su diseño nos ha recordado a juegos de Dreamcast, GameCube o PlayStation 2. Esta simplicidad hace también que funcione genial, y en nuestra Steam Deck OLED hemos podido jugarlo con casi todo al máximo a 90 imágenes por segundo estables. Las zonas de transición –donde descansamos, compramos, etcétera– hacen que el framerate baje bastante, pero no nos parece un problema.

La interfaz sí que creemos que podría mejorarse un poco. Moverse por la zona principal puede ser un poco confuso si queremos repetir áreas ya completadas, y muchas veces no queda claro qué hacen los potenciadores que podemos comprar en las tiendas. Además se rompe ligeramente en la Deck, cortando a veces texto fundamental para la experiencia; quizás por ser 16:10 y no 16:9, si bien en general no es nada grave.

La historia también cumple bastante bien, teniendo en cuenta que tiene que justificar que nos peguemos horas corriendo sin mirar atrás, y nos llega muy bien traducida a nuestro idioma. Por último, la música ha sido una agradabilísima sorpresa. Es música electrónica que a priori no podía pegar menos con la estética e incluso la propuesta jugable, pero encaja a la perfección, y nos da ese impulso perfecto para cada partida.
Un juego de los de antes con ideas de ahora
Haste: Broken Worlds nos ha gustado mucho y nos ha atrapado más de lo que esperábamos. Creemos que la tanto la idea como la ejecución son muy buenas, y su naturaleza rápida y ágil hace que sea perfecto tanto para partidas rápidas como sesiones más largas. Tiene problemillas con la interfaz, y que los jefes se repitan es un tanto decepcionante, pero si os llama la idea de un Tiny Wings mezclado con las secciones de velocidad de un Sonic 3D, creemos que se merece una oportunidad. Si no estáis seguros, os animamos a probar su demo.
Hemos realizado este análisis en Steam Deck con un código de descarga proporcionado por Popagenda.

NOTA
Puntos positivos
Puntos negativos
En resumen
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