Análisis de Stick it to the Man (PS4, Switch, Xbox One, PS3, PSVITA, PC, Wii U)

Tras acabar Stick it to The Man! estuvimos intentando recordar cuál fue el último juego que nos había hecho reír tanto, y la verdad, no nos acordamos. El humor es un "género" minoritario en esto de los videojuegos, y pese a que hay títulos que son simpáticos por su diseño artístico, o en los que sus personajes se permiten el lujo de hacer algún chiste o comentario gracioso, son pocos en los que toda su trama e incluso su razón de ser gira en torno a hacernos reír. Uno de los estudios más populares que se caracteriza por esto es Double Fine Productions, el equipo dirigido por el conocido Tim Schafer, con obras tan simpáticas como Psychonauts o Stacking, en las que siempre el humor está presente de una manera o de otra.
Al creador de juegos tan famosos como Grim Fandango o Maniac Mansion : Day of the Tentacle ya le hubiera gustado firmar Stick it to The Man!, no solo por el tono y la forma, que nos ha recordado constantemente a su estilo, sino porque es
Aquí demuestran su enorme talento creativo realizando un bello a la par que un tanto tétrico mundo de papel y cartón, en la línea de la serie Paper Mario, en el que los personajes y objetos son pegatinas. A nuestro protagonista Ray, al poco de comenzar la aventura, le cae un misterioso objeto en la cabeza proveniente del cielo, de un avión militar que ha sufrido un accidente. Desde este momento, un alienígena se aloja en su cerebro, y un extraño brazo espagueti rosa sale de su cabeza, lo que le permite leer la mente de otras personas además de coger y pegar pegatinas, que son desde objetos físicos hasta pensamientos.
Como veis todo suena muy extravagante y alocado, y lo es, pero en cambio sus mecánicas jugables son muy básicas y sencillas de aprender. Aunque parece una aventura gráfica clásica, y podría haberlo sido perfectamente, manejamos al personaje directamente con el stick izquierdo del mando, y con el derecho su brazo espagueti, con el que interactuamos con el entorno y los personajes. Con él podemos arrancar pegatinas, que pueden ser los clásicos objetos, o bien pensamientos de la mente de los personajes, y tantos unos como otros los guardamos en un pequeño inventario, teniendo que usar estas pegatinas en otros lugares para resolver los sencillos puzles y seguir avanzando.

Con el brazo también nos desplazamos por el escenario, como si fuéramos Spider-Man, agarrándonos a unas chinchetas que están distribuidas estratégicamente, y podemos desvelar localizaciones ocultas, como arrancar la fachada entera de un edificio, que es una pegatina. Hay un toque plataformero, pero no tiene demasiado peso en el desarrollo, es más una manera divertida de recorrer los escenarios bidimensionales, y sí que hay unas pequeñas escenas de acción o mejor dicho, de sigilo. A partir de determinado punto de la historia aparecen policías y matones que intentan atraparnos, y tenemos que darles esquinazo en unas entretenidas y sencillas persecuciones, a modo de pequeñas secciones de infiltración.

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