Análisis de Dying Light (PS4, Xbox One, PC)
Enero se está convirtiendo en el mes de las sorpresas. Si el año pasado por estas fechas nos quedamos sorprendidos con la calidad que atesoraba The Banner Saga, ahora nos toca decir exactamente lo mismo con Dying Light, un juego que si bien no ha hecho demasiado ruido al quedar algo tapado y en segundo plano por culpa de la avalancha de títulos que están por llegar, ha conseguido atraparnos desde el primer minuto hasta el final, convirtiéndose sin lugar a dudas en el primer gran juego de zombis de la nueva generación. ¿Los motivos? No tenéis más que seguir leyendo.
Buenas noches y buena suerte
Para evitar la mayor cantidad posible de spoilers, solo diremos que la historia nos sitúa en la ciudad de Harran, una urbe que está actualmente en cuarentena tras el brote de una virulenta infección que está convirtiendo a los afectados en zombis.
Allí tendremos que luchar para sobrevivir mientras vamos descubriendo un guion que hace uso de prácticamente todos los tópicos del género que os podáis imaginar, por lo que si estáis acostumbrados a este tipo de historias no conseguirá sorprenderos demasiado.
Eso sí, esto tampoco nos ha parecido algo especialmente malo, ya que a cambio Techland ha conseguido ofrecernos una narrativa muy cuidada y darle mucho ritmo a la trama para contextualizar todas nuestras acciones y así darles sentido. Gracias a todo esto, el guion consigue captar nuestra atención y mantenernos entretenidos durante toda la aventura, haciendo que nos sintamos como el auténtico protagonista.
Entrando ya en lo que es su jugabilidad, decir que estamos ante un juego de mundo abierto en primera persona con muchos toques roleros y en el que el parkour resulta fundamental. Por lo tanto, podremos movernos por toda la ciudad de Harran con total libertad, escalando edificios, trepando estructuras, saltando de tejado en tejado, etcétera, mientras evitamos que los hambrientos nomuertos nos devoren.
Un detalle que nos ha encantado es lo bien implementado que está el sistema de parkour, muy realista y "manual". A diferencia de la mayoría de juegos actuales, aquí no nos bastará con pulsar un botón y darle hacia delante para que nuestro personaje lo haga todo de forma automática, por lo que tendremos que estar constantemente buscando puntos de apoyo y sitios a los que nos podamos agarrar. De la misma forma, los saltos tendremos que planificarlos y calcularlos bien (siempre que nuestros perseguidores nos dejen, claro), ya que uno mal dado puede acabar condenándonos a una muerte muy dolorosa contra el suelo.
En líneas generales el parkour nos ha recordado mucho a lo visto en Mirror's Edge, aunque algo menos complejo y sin tantas opciones de movimiento (aquí no hacemos cosas como correr por paredes o rebotar de una a otra). Además, tiene algunos momentos plataformeros realmente buenos e inspirados con ciertos toques de puzle que nos obligarán a observarlo todo con mucho detenimiento para averiguar cómo lo podemos hacer para alcanzar el lugar al que queremos ir.
Esta alta movilidad de la que disponemos también se acaba aplicando a los combates. Si bien al principio nuestro repertorio de acciones está bastante limitado, a medida que progresemos iremos desbloqueando movimientos de todo tipo, como agarres, llaves, patadas voladoras, deslizamientos entre las piernas de los enemigos para partírselas, golpes especiales, etcétera.
La gran mayoría de armas que utilizaremos para defendernos serán cuerpo a cuerpo y se nota que el sistema de combate se ha desarrollado con ellas en mente. Los golpes se sienten muy contundentes, permitiéndonos cercenar cabezas y miembros con armas de filo o romper huesos y aplastar cráneos con las contundentes. La velocidad, el peso y el manejo de cada una difiere según su tipo y todas ellas nos consumirán energía al atacar, por lo que tendremos que estar un rato sin pegar para recuperarnos y que nuestras ofensivas no pierdan fuerza.
Eso sí, el uso que podremos darle es limitado, ya que estas se gastan y van perdiendo durabilidad, teniendo un número máximo de veces que las podremos reparar antes de que se queden como objetos totalmente inservibles. Por otra parte, en la segunda mitad de la aventura nos encontraremos con que las armas de fuego cobran un gran protagonismo. Estas tienen una potencia devastadora (además de permitirnos mantener las distancias), aunque tienen muy poca variedad (fusiles, pistolas y escopetas) y su uso no es especialmente satisfactorio, ya que no transmiten sensación de peso alguna.
Como en Dead Island, el juego también nos da la oportunidad de mejorar nuestras armas y de crear objetos con los materiales que vayamos recogiendo, algo que consigue que rebusquemos en el interior de cada piso y casa que visitemos para ver si hay algo que nos sirva o que podamos vender.
También nos gustaría destacar la importancia que tiene el ruido en el juego. Si disparamos con un arma de fuego, provocamos que se produzca una explosión o, en definitiva, producimos cualquier tipo de ruido (por ejemplo, activar por error la alarma de un establecimiento), atraeremos la atención de los zombis que haya cerca de nuestra zona, por lo que utilizar una pistola puede que no sea siempre la mejor opción y probablemente acabéis prefiriendo guardar vuestras balas como último recurso.
Otra de las características diferenciadoras del título la encontramos en su ciclo de día y noche. Cuando el sol lo ilumina todo, Harran será como nuestro campo de juego, ya que podremos movernos por ella sin demasiados problemas y la mayoría de zombis que nos encontraremos no serán especialmente peligrosos. El problema llega cuando cae la noche, momento en el que aparecen los coléricos, un tipo de nomuerto totalmente letal, capaz de pegar gigantescos saltos y que no pararán de perseguirnos hasta que les consigamos dar esquinazo. Por si esto fuera poco, los horribles gritos que emiten atraerán la atención de todo lo que haya en la zona, por lo que preparaos para correr como si no hubiera un mañana a poco que consigan detectaros.
Por suerte, por todo el mapa hay repartidos una serie de refugios en los que podremos dormir para pasar la noche de forma automática (o el día, si queremos pasar a la fase nocturna), aunque para poder utilizarlos primero tendremos que asegurarlos, una tarea que suele consistir en acabar con todos los zombis que encontremos dentro, bloquear los accesos y activar la electricidad.
En lo que respecta al sistema de personalización de nuestro personaje, existen tres parámetros que podremos mejorar y subir de nivel: Supervivencia, Agilidad y Potencia. Cada uno tiene sus propios árboles de habilidades y para mejorarlos tendremos que hacer cosas distintas. Para la Supervivencia necesitaremos cumplir misiones y objetivos de todo tipo (aunque si morimos, perderemos algunos puntos), para la Agilidad realizar parkour y para la Potencia nos tocará atacar y matar enemigos. Si queremos subir rápidamente, una buena opción puede ser jugar de noche, ya que cuando cae el sol nuestros puntos de experiencia se duplicarán, aunque claro, eso será si salimos vivos de dicho infierno...
Centrándonos en el diseño de sus misiones tenemos un juego bastante conservador y que no reinventa la rueda. Eso sí, como bien hemos dicho antes, todas ellas están muy bien contextualizadas, por lo que a pesar de que al principio nos sentiremos como "el chico de los recados" (algo con lo que el propio protagonista bromea y que luego se disimula mejor), siempre tendremos la sensación de que lo que estamos haciendo tiene su razón de ser.
Además, las situaciones que nos tocará superar son lo suficientemente variadas y diferentes como para no aburrirnos en ningún momento y evitar cualquier rastro de monotonía, algo a lo que también ayuda una buena variedad (que no original) de enemigos que nos obligarán a adaptar nuestras estrategias constantemente. También nos sentimos obligados a destacar sus numerosas misiones secundarias, que no caen en el camino fácil de ponernos encargos de relleno y apuestan por ofrecernos sus propias tramas argumentales relacionadas con la historia principal, lo que les da mucho interés a la vez que nos permite conocer mejor a los habitantes de la ciudad y sus circunstancias.
Completar la aventura es una tarea que nos llevará entre 15 y 20 horas, siempre y cuando nos centremos únicamente en cumplir las misiones de historia, por lo que si os proponéis completar el 100% esta cifra se puede duplicar perfectamente. Tampoco podemos olvidarnos de mencionar su genial modo multijugador cooperativo, permitiendo que disfrutemos de la aventura hasta con otros tres amigos (aunque ojo, que la misión final solo se puede jugar en modo individual).
Por la experiencia que hemos tenido, la diversión del título se multiplica jugando así, ya que está muy bien implementado (se siente como un añadido natural y nada forzado) y nos permitirá incluso crear competiciones para los eventos y desafíos, lo que le da algo más de vida a las partidas. Eso sí, de esta forma el juego también nos ha parecido un poco más fácil, ya que seremos más para hacer frente a los zombis y en el caso de que caigamos en combate nuestros compañeros tendrán unos segundos para resucitarnos.
También existe un modo de juego multijugador llamado "Be The Zombie" que en un principio iba a llegar como un contenido descargable para los que reservaron el juego, aunque al final será gratuito para todo el mundo. En él podremos encarnar a un zombi mutado con unas poderosas habilidades de combate y capaz de moverse por el mapa con una facilidad pasmosa.
Si nos ponemos en la piel de este ser, se nos dará la oportunidad de invadir las partidas de otros jugadores, como si de Dark Souls se tratara. Una vez entremos en una, nuestro objetivo será conseguir 10 muertes, mientras que nuestros rivales tendrán que destruir tres nidos de coléricos para expulsarnos de la partida. Se trata de un modo bastante entretenido y muy tenso que sabe ofrecer muy buenos momentos, aunque si no nos gusta, siempre podremos configurar las opciones para impedir que nos invadan (nos dejan hasta escoger si solo queremos invasiones de noche o a cualquier hora del día).
Gráficamente estamos ante un título bastante potente, de los pocos que nos recuerdan que ya estamos ante una nueva generación de hardware, con unos modelados muy detallados, unos buenos efectos, una iluminación muy conseguida, una ciudad muy grande con multitud de interiores y repleta de elementos (mención especial al diseño de Harran, muy estudiado y coherente), una distancia de dibujado realmente lejana, etcétera.
Nuestras únicas pegas en este sentido las encontramos en algunos bugs (hay más clipping del que nos gustaría, aunque en líneas generales se trata de un título bastante pulido), unas animaciones faciales que no destacan demasiado y una optimización en su versión de PC (que es la que hemos jugado) algo mejorable. En un i7-2600k, con 16 GB de RAM y una tarjeta gráfica NVIDIA 980 GTX (y con el título instalado en un disco duro SSD), el juego nos ha obligado a reducir la distancia de visionado para alcanzar las 60 imágenes por segundo, e incluso así, hemos sufrido ciertos bajones puntuales a 30 y 40 fps, por lo que estamos convencidos de que se podría haber hecho algo más en este sentido.
Del sonido poco malo podemos decir, ya que cuenta con una banda sonora que sabe meternos perfectamente en ambiente, los efectos tienen una calidad sobresaliente (muchas veces conseguirán ponernos los pelos de punta) y el doblaje español que se ha realizado tiene un grandísimo nivel, con multitud de actores famosos del cine y la televisión, tal y como ya nos tienen acostumbrados en Warner Bros. con juegos como La Tierra Media: Sombras de Mordor o la saga Batman: Arkham. Hay ciertas voces que chirrían un poco y que no son igual de buenas que el resto, pero en líneas generales no podemos ponerle casi ninguna pega.
Conclusiones
No lo vamos a negar: Dying Light nos ha gustado mucho y nos lo hemos pasado genial de principio a fin con su propuesta. Bien es cierto que no revoluciona nada, que la historia no se va a llevar ningún premio y que la mayoría de las cosas que ofrece ya las hemos visto antes en otros juegos, pero todo lo que hace lo hace bien y en conjunto se trata de un título muy redondo, sólido y divertido (que al final es de lo que se trata). Si os gustan los zombis, los juegos de mundo abierto y tenéis ganas de una experiencia audiovisual de nueva generación, lo nuevo de Techland es una apuesta segura. Y si encima tenéis amigos con los que disfrutarlo en compañía, pocos motivos encontraréis para no haceros con él en cuanto tengáis una oportunidad.