Análisis de Amplitude (PS4, PS3)
En 2001 -2002 en Europa- la por entonces desconocida Harmonix lanzó Frequency en PlayStation 2. Antes de ser adquirida por Viacom y la burbuja Guitar Hero/Rock Band/Dance Central, el estudio ya había marcado la línea por la que serían conocidos durante más de una década: el género musical. Dos años más tarde el estudio desarrolló su secuela, Amplitude, que regresa ahora con el mismo nombre y espíritu para PlayStation 4.
El nuevo Amplitude va a lo seguro y no presenta grandes cambios en su mecánica. Comprensible, pues es lo que buscaban sus creadores y los usuarios que pusieron su dinero en la financiación colectiva. Así pues, controlamos a una especie de nave que avanza a ritmo constante por pistas asociadas a canales de sonido, sean voces, bajos, sintetizadores o lo que corresponda a cada tema.
Con tres botones –gatillos o de la parte frontal- debemos pulsar en el momento justo sobre una de las notas –dependiendo de la posición izquierda, centrada o derecha, uno de ellos-. El cuadrado, triángulo y círculo parecen la opción más fácil, pero con gran velocidad se echa en falta usar las dos manos; queda a elección del usuario.
Los jugadores de los clásicos encontrarán pequeñas diferencias en el planteamiento, por ejemplo ahora pulsar una dirección te salta a la pista disponible más cercana, lo que supone que ya no es necesario pasar por tres o cuatro espacios vacíos hasta dar con una activa. La curva de adaptación es cómoda –se sea experto en los juegos de ritmo o no- y cumple la máxima "fácil de aprender, difícil de dominar".
Como suele suceder en estos casos, con los temas más tranquilos basta un poco de concentración para no equivocarse. Hay selector de dificultad, así que cualquier usuario podrá hacerse al control sin problemas. A más revoluciones y complejidad la situación se vuelve más difícil, no ya obtener un buen récord, sino por mantener nuestra salud en un nivel óptimo hasta el punto de control.
El presupuesto más ajustado no se hace notar en lo visual, que en ningún caso necesita una gran demanda –y luce todo lo razonablemente bien, con sus fondos psicodélicos-. En cambio la selección musical sí es mucho menos rimbombante de lo deseable; no olvidemos que los juegos de 128 bits tiraban de Blink-182, Pink, The Crystal Method, Paul Oakenfold, Juno Reactor, Garbage, Slipknot o BT. En la reencarnación de 2016 encontramos una banda sonora en parte original –de la propia Harmonix- y licenciada de Freezepop, Kodomo o Symbion Project –con el mítico retorno de Synthesized-, y varios cameos relacionados con el mundo de los videojuegos: Crazy Ride de Insomniac Games, un tema de Darren Korb de Supergiant Game –Transistor- o de C418 –compositor de Minecraft-.
No es que la poco conocida música de Amplitude, 30 canciones de estilo electrónico en sus variantes -pop electrónico, synthpop, bitpop, un poco de dubstep- sea mala, y de hecho en la parte jugable no afecta de ninguna manera su calidad. Otro tema es que no transmite la misma sensación que seguir el ritmo de un remix de Everyone Says 'Hi' de David Bowie. Alguien dirá que es más homogénea en cuanto a género, y es cierto, pero no encontramos la variedad de voces, artistas o ritmos de pasadas ediciones. ¿Afecta al global del lanzamiento? Tratándose de un juego musical decir que no sería mentir, y nos habría gustado que como remedio barato –para Harmonix- se contemplase compatibilidad con Spotify o archivos locales para generar nuevos retos, véase Audiosurf 2. Una manera de sortear el espinoso asunto económico.
El juego nos presenta dos modos principales: Partida rápida y Campaña. La primera se describe por sí sola, seleccionar una canción con su dificultad para lograr la mejor puntuación posible. Inicialmente sólo hay un puñado de canciones desbloqueadas y será necesario jugar un determinado número de ocasiones o conseguir récords para activar el resto. Hay ítems multiplicadores, ralentizadores de tiempo, limpiadores de una sección completa y otro para sobrevolar la pista. Saber gestionar su uso, especialmente cuando aparecen notas complejas, puede marcar las diferencias en la puntuación.
Existe un multijugador local –competitivo y cooperativo por equipos- que a largo plazo es una de las mejores opciones para mantener el juego activo, e incluso hay algunos potenciadores pensados específicamente para entorpecer a los rivales. Los piques por cubrir un canal y no cometer errores son constantes, si dispones de amigos aficionados a este tipo de títulos la diversión está asegurada.
La llamada campaña nos presenta una serie de canciones en un supuesto viaje por la mente de una paciente que necesita ser curada. Algunas etapas nos pedirán alcanzar un combo determinado –pasar de una pista a otra de manera fluida, sin perder notas- para atravesar las barreras sin recibir daño, pero más allá de esto el interés se encuentra en que es otra vía para desbloquear canciones. Una vez completado, probablemente no tengas más interés en repetir a no ser que sea para poner a prueba tu destreza con un mayor nivel o sacar las canciones secretas. La campaña utiliza los temas exclusivos de Harmonix y eso supone que es la selección menos inspirada de la banda sonora.
Conclusiones
El problema con este Amplitude para no alcanzar la excelencia es la cantidad de contenido, o lo que se hace con él. Es tan divertido como los anteriores, imposible que no lo sea porque la jugabilidad es casi la misma, pero con un impacto menor –se han lanzado multitud de juegos musicales con esta fórmula o parecida, con y sin instrumentos-, la banda sonora es menos pegadiza y se deja por el camino uno de los modos que estaban presente en la vieja PlayStation 2: el juego online. Tan sólo contempla tablones de puntuación para picarse con los amigos.
¿Engancha? Por supuesto, y se contempla una opción para que la "autopista" forme un túnel como en Frequency por si es tu preferencia, pero sabe a poco en cuanto a modos y variedad de ambientes audiovisuales –algo que ayudaría a romper la monotonía-. Amplitude no esconde en ningún momento lo que es: un regreso para nostálgicos limitado por el presupuesto para las licencias. Los autores lo saben y se lanza a un precio ajustado a lo que ofrece, no al de un lanzamiento completo.
Recomendable para fans que aprovechen el multijugador y adictos a la electrónica con ganas de batir récords en búsqueda de esa partida perfecta que difícilmente se consigue.
Hemos analizado el juego mediante un código de descarga para PS4 que nos ha proporcionado Harmonix.