Análisis de Viking: Battle For Asgard (PS3, PC, Xbox 360)
Hace unos días publicábamos unas primeras impresiones de la versión final de Viking: Battle for Asgard, el nuevo título de Creative Assembly para consolas de nueva generación, publicado por Sega. En ellas os contábamos cómo esta nueva incursión en el género de la acción por parte de los creadores de Total War mezclaba varias ideas, unos escenarios abiertos con combate salvaje, toques de sigilo y batallas a gran escala, retándonos a salvar el mundo de Midgard de las huestes de la reina del inframundo, Hel. Esta interesante mezcla de ideas ha resultado entretenida, aunque queda lejos de destacar entre el poblado catálogo de juegos de acción de la nueva generación.
Viking es un cambio notable respecto a Spartan: Total Warrior, el anterior juego de acción para consola de Creative Assembly.
Mientras éste era un juego de acción basado en niveles, donde avanzábamos en solitario y en ocasiones tomábamos partido en grandes batallas, en Viking la idea es más ambiciosa, y ante nosotros se muestra un mundo abierto, oscurecido por la presencia de las fuerzas del inframundo, donde podremos campar a nuestras anchas con la misión de liberar a nuestros hermanos vikingos de las garras de la Legión, el ejército de la reina Hel.
Las tres islas que componen el mundo de Viking están abiertas, y podremos recorrerlas para superar los diferentes objetivos que nos encontremos. Éstos se muestran cómodamente en un mapa, donde se señala cada uno de los objetivos y lo que tendremos que hacer para cumplirlos. Las misiones no son un aparte del juego, sino que están integradas en él, y únicamente las batallas y las emboscadas, de las que hablaremos más adelantes, hacen que el juego haga una pausa y comience la misión en sí. El resto está completamente integrado en el mundo abierto, por así decirlo.
La misión estándar de Viking nos pide la liberación de un lugar ocupado por la legión, que generalmente incluye liberar también de sus jaulas a los vikingos que anteriormente poblaban o trabajaban en él. Liberar un lugar no consiste en llegar hasta él y arrasar a todos los enemigos usando el hacha y la espada de Skarin, nuestro protagonista, que es rescatado de las garras de la muerte por Freya nada más comenzar el juego. Como comentábamos en las impresiones, en Viking no podremos enfrentarnos a un gran número de enemigos a la vez con posibilidades de éxito. Más de cuatro o cinco nos puede meter en graves apuros. Para liberar los lugares generalmente tendremos que intentar infiltrarnos con sigilo.
Este componente de sigilo no es tan exigente como en los juegos de espionaje, naturalmente, pero implica no entrar por la puerta principal, a lo Rambo, pues los enemigos acabarán con nosotros; de hecho, muchas "barreras naturales" que el juego introduce para que no podamos entrar en un sitio consisten en tres docenas de enemigos a los que es imposible derrotar. Tendremos que buscar puntos flacos en un muro, o escalar por salientes, para llegar al corazón del lugar que intentamos liberar y, generalmente, abrir la jaula de los vikingos para que nos echen una mano. Quizás no sean muy agresivos, pero al menos distraen la atención de los enemigos y así podemos encargarnos de éstos uno por uno.
Cuando liberemos una panda de vikingos no necesariamente se unirán al momento a nuestras mesnadas. Generalmente incluyen una serie de requisitos para unirse a nosotros, que consisten a grandes rasgos en otras submisiones. De ese modo, aunque sobre el papel no sería necesario cumplir con todas las misiones del juego para llevar a cabo las batallas (de las que más adelante hablaremos), su diseño hace que tengamos que superar todos los retos para que así todos los vikingos que hayamos liberado accedan a luchar codo con codo con nosotros.
Tras salvar a todos los grupos de vikingos y hacer que se unan a nuestro ejército, llega el momento de las batallas (hay varias por isla). En estas batallas se enfrentarán cientos de enemigos y aliados entre sí aunque, en la línea de Dynasty Warriors, seremos nosotros quienes tengamos que marcar la diferencia acabando con los enemigos clave, y enfrentándonos en solitario al jefe final si es necesario. En estas batallas contaremos con la ayuda de dragones, algo que a priori resulta interesante pero luego no lo es tanto al estar reducido su uso a ciertas partes de la batalla en concreto, y exigir tener cierto número de runas del dragón para invocar ataques sobre los enemigos. Lo que a priori parecía algo que tendría mucho que ver en el juego, se queda en algo bastante anecdótico.
Como ya comentábamos antes, Viking no es un juego en el que fácilmente podemos lidiar contra diez o cinco enemigos a la vez. La primera opción es un suicidio y la segunda requerirá de gran habilidad. La vida escasea, aunque se regenera si estamos un rato fuera de una zona de combate, pero sobre todo baja muy rápido cuando los enemigos nos enganchan un par de ataques. Los enemigos no se quedan parados mientras acabamos con sus congéneres, y es común estar golpeando a un sirviente de la legión y que sus compañeros nos golpeen por la espalda. Hay que ser tremendamente efectivos, no dejar de golpear a un enemigo hasta que lo hayamos matado, y tener un poquito de suerte. Afortunadamente el juego es permisivo con las muertes y seremos regenerados en el pueblo central de la isla, al lado de una piedra mágica que nos permite viajar instantáneamente a varios puntos de la isla, la mayoría de los cuales están justo al lado de las misiones que hay que realizar.
Aunque el sistema de combate sea exigente, no está exento de opciones divertidas. Cuando un enemigo esté al borde de la muerte, pulsando el botón de ataque fuerte, podremos realizar un espectacular y violento movimiento de ejecución. En nuestras primeras horas pudimos ver varios diferentes, y a veces son acompañados por una cámara lenta y zoom para darle un efecto más cinemático. No pudimos comprobar hasta qué punto marca la diferencia rematar así a los enemigos o dejar que se mueran solos, aunque sí que parece que los enemigos sueltan con más frecuencia vida y orbes rojas cuando lo hacemos.
El sistema de combos es sencillo, basándose en la combinación de dos tipos de golpe, el normal y el fuerte para finalizar ataques; inicialmente empezaremos con pocos movimientos pero luego podremos comprar más a los antiguos vikingos del Valhalla. Aparte de los movimientos normales, podemos hacer ataques de furia, siempre y cuando podamos, habiendo fuertes y rápidos. Los fuertes son especialmente útiles para romper la guardia de los enemigos con escudo, mientras que los rápidos hacen bastante daño y son efectivos. A medida que avancemos por el juego también iremos consiguiendo más recursos para el combate, pudiendo lanzar hachas y calderos de fuego a los enemigos, y también realizar ataques mágicos, dotando a nuestra espada de los poderes del fuego, hielo o trueno, consiguiendo devastadores efectos en los enemigos mientras tengamos suficiente barra de magia.
También hay encuentros con jefes finales, o enemigos especialmente duros que requerirán de una gran pericia para ser vencidos –no podemos bloquear sus ataques y es frecuente morir-, y resolver una secuencia interactiva al estilo de otros juegos de acción. Estas secuencias, muy espectaculares, nos piden pulsar los botones adecuados en el momento adecuado y luego repetidas veces uno de ellos, para finiquitar al enemigo. Si fallamos, siempre podremos intentarlo de nuevo, tras golpear unas cuantas veces más al enemigo y dejarlo en un estado que nos permita iniciar de nuevo la secuencia.
Con esta combinación de misiones y exploración de un mundo abierto, y batallas a gran escala, Viking intenta ofrecer una combinación de diversos subgéneros dentro de los juegos de acción, pero el problema es que se queda algo así como a medias en todo. El sistema de combate es bueno, pero no lo suficiente para escapar de la monotonía tras unas horas de juego. Las misiones a primera vista se distancian de la idea del asalto directo, pero también acaban haciéndose algo monótonas, al girar siempre en torno a lo mismo. Finalmente, las batallas a gran escala son espectaculares, especialmente la cinemáticas, pero no son demasiado abundantes, por desgracia.
A nivel gráfico, Viking es un juego vistoso, con un buen modelado de los personajes y unos escenarios grandes, con gran nivel de detalle, aunque no demasiado variados entre sí. El juego ilustra muy bien la diferencia entre las zonas liberadas del mal, y las que todavía siguen en su poder. Usando filtros de imagen, los lugares "buenos" son normales, luminosos, resplandecientes, mientras que los que aún están en manos de la legión son oscuros y están verdaderamente envueltos en las tinieblas. Es llamativo ver cómo el juego cambia al pasar de una zona a otra, y cómo la vida vuelve a un lugar una vez lo hayamos liberado de sus ocupantes. Algunos efectos gráficos llaman la atención, pero en general a nivel visual el juego se queda justo en el notable, sin destacar demasiado dentro del catálogo de acción en la nueva generación.
El sonido cumple con su papel al ofrecernos un repertorio de efectos bastante variado para las armas y los combates, junto con una banda sonora que cambia dinámicamente según los momentos, aunque no cuenta con unos temas especialmente variados. El doblaje al castellano es un acierto y funciona muy bien, aunque por desgracia la historia del juego tiene un papel muy testimonial y no acaba de tener demasiado protagonismo.
Como decíamos antes, Viking es un buen juego de acción, con algunas buenas ideas, pero que por aplicarlas demasiado tímidamente o, en el caso de las batallas, no demasiado, no acaba de destacar ni por lo que innova ni por cómo hace lo que tradicionalmente se espera de un juego de estas características. Su sistema de combate, por muy variados que sean los fatalities, puede acabar haciéndose monótono, y más allá de las tres islas que liberar, no ofrece mucha más duración. Es un buen juego de acción y una nueva muestra del potencial de Creative Assembly en este género, pero está lejos de posicionarse entre los grandes del género.