Análisis de Obscure 2 (PS2)
El género de terror en los videojuegos se ha ido diversificando desde las primeras aventuras conversacionales, pasando por Clock Tower, o los más recientes –y de referencia obligada- Resident Evil y Silent Hill, combinando acción, aventura y superviviencia. El terror se ha convertido, en definitiva, en un tipo de ambientación recurrente en múltiples títulos, abarcando tanto aventuras como juegos de acción más intensa, siendo destacable en la actual generación de consolas el giro de tuerca que ha dado el género con títulos como Condemned. Incluso empieza a asomar, con firmeza, en las portátiles.
Oscure II es la secuela, evidentemente, del título original aparecido hace ya unos años, allá por 2004, para ordenador y las consolas PlayStation 2 y Xbox, un título que de una manera discreta y sin grandes pretensiones conformó un producto con su propio estilo y una fórmula jugable con identidad propia. Quizás en parte por su inocencia, y quizás en parte porque en su momento fue una sorpresa al alejarse de planteamientos establecidos formal y jugablemente en las sagas de Konami y Capcom, Obscure consiguió hacerse un hueco en el corazón de no pocos usuarios.
La secuela llega ahora a PC y PlayStation 2, dejando para más adelante la versión para Wii que incluirá un control adaptado a las posibilidades del mando remoto de la consola.
Se trataba de una aventura de terror en un ámbito estudiantil en el que los jóvenes se enfrentaban a un maléfico plan diseñado por uno de sus profesores, empezando la aventura como víctimas. Los protagonistas eran los supervivientes de una extraña amenaza biológica.
Por suerte, este juego –aunque es bastante independiente del primero- nos narra esos hechos en su introducción, quizás porque los desarrolladores son conscientes de que el éxito comercial de su primer título fue relativo.
No es, como decimos, requisito indispensable saber qué sucede en la primera parte de la saga, aunque desde luego ayuda a contextualizar y nos parece muy de agradecer el detalle de los creadores del juego. La historia está vinculada, pero, insistimos, no es precio haber jugado al primero y, desde luego, quienes quieran saber bien las motivaciones de los hechos iniciales pueden partir de la propia intro. Después de todo, el juego se ambienta dos años después de los hechos de anterior título y, claro, nadie se acuerda de esas pequeñas catástrofes cotidianas en las que muere gente y el terror se expande por la ciudad.
Así se iniciará una aventura que vuelve a ser coral, empezando con la presentación de Corey y Mei, que van a ir una fiesta universitaria. Allí probarán una nueva planta (no, no hablamos de una especia), y eso no puede presagiar nada bueno, aunque es ésta la nueva moda en el campus... por lo que parece, bastante popular. Pero este estupefaciente tiene algo especial, pues de repente los dos despiertan en un cementerio, lleno de tumbas, lugares lúgubres y alguna que otra criatura desagradable extraída de la peor de sus pesadillas. La visita a ese extraño lugar será breve, pues pronto habrán vuelto al mundo real, pero hay algo raro... A partir de aquí, el juego va a desvelarnos el origen de la planta y las consecuencias de su consumo, estructurándose a través de un sistema de capítulos breves pero, comúnmente, intensos.
En Obscure II vamos a tener que ir siempre con un compañero, pudiendo cambiar entre cualquiera de los dos personajes en cualquier momento, con tan sólo pulsar un botón. Nuestro amigo estará controlado, evidentemente, por el sistema de inteligencia artificial del juego, que realiza una labor eficiente en la mayor parte de las situaciones, con una tendencia que parece habitual desde que el tiempo es tiempo a dejarse golpear por enemigos en algunos momentos. Es una de las lacras de la inteligencia artificial, un mal absolutamente endémico en el mundo de los videojuegos, que parece que todavía tardará unos años en solucionarse.
Cambiar de personaje no tiene mucha relevancia en muchas situaciones, como en los combates, pues en esencia los personajes son idénticos, aunque fuera de esa situación habrá que tener en cuenta muy bien a qué personajes llevamos, de manera que en realidad se establece un equilibrio bastante acertado. Así, Corey se desenvuelve en las zonas que requieran cierta agilidad física, pues puede llegar a lugares inalcanzables para otros. Sven, por su parte, es un tipo corpulento que puede mover objetos imposibles para los demás. Es decir, hay cierto factor puzle en saber qué personaje usar y cómo, lo que añade un elemento interesante a la jugabilidad. Por supuesto, cuantos más personajes tengamos la opción de controlar, más variables en forma de habilidades específicas habrá que manejar, siendo quizás el elemento más destacable y divertido de la concepción del juego. Cuando se nos dé la libertad de escoger qué dos estudiantes llevar, el juego se desvelará entonces en toda su magnitud.
El sistema de juego en esta vertiente es más dinámico, como puede parecer evidente, que en otros títulos del género, como Resident Evil 4, donde Ashley es poco más que una comparsa inútil casi todo el rato, y también mejor implementado que el sistema que se planteó en Resident Evil Zero, mucho más dinámico en este sentido. Después de todo, han pasado años ya, y era de esperar que estos planteamientos se depurasen. Pese a que no es tan real, en Obscure II los personajes comparten inventario, y en general es todo más sencillo y simple, facilitando el planteamiento al jugador novel.
Todo el sistema de juego, sin embargo, está mucho más orientado hacia los combates que en la primera entrega, aunque habrá que seguir jugando con las luces y sombras (dicho de otro modo, luz intensa como las de un flash), pero casi todo va a basarse en el uso de herramientas más contundentes para deshacernos de los enemigos del juego, incluyendo sierras y pistolas.
Se ha mejorado también el sistema de salvado al limitarlo. Ahora no podemos salvar en cualquier momento, sino sólo en los lugares habilitados para ello, de manera que el sistema hace que el juego se alargue sin aumentar mucho su dificultad. Es un sistema que, para el género, nos gusta más, pese a los inconvenientes naturales de tener que repetir secciones en caso de fracasar en la partida.
En su contra se muestra el sistema de cámaras, no del todo apropiado. Es cierto que controlamos el ángulo con el stick en el caso de PS2 o el ratón en ordenador, pero no siempre. En zonas determinadas podemos mover la cámara con libertad, lo que es estupendo, pero en otras la cámara estará fijada y no siempre en el lugar más apropiado para permitir una perspectiva jugable. No hablamos ya de que facilite o no efectistas sustos, sino que, simplemente, atenta contra la jugabilidad. El sistema puede llegar a ser confuso cuando, en una misma zona, según el lugar en el que se sitúen los personajes cambiaremos entre la cámara libre y la cámara fija, mareando al jugador sin nada que respalde realmente esta extraña decisión.
El acabado gráfico del juego es bueno en PlayStation 2, aunque claro, en PC se nota que el juego surge de esa consola, quedando por debajo de los estándares actuales en dicha plataforma. Los personajes están bien modelados y caracterizados, con un nivel de detalle bastante alto en los niveles de dimensiones más reducidas y más que aceptable en los más amplios. Hay algún fallo ocasional en la tasa de imágenes por segundo, sí, pero no llegan a ser graves ni a afectar a la partida severamente: se notan, pero no molestan en demasía.
El apartado sonoro aporta una ambientación sólida que ayuda a completar una atmósfera de película de terror adolescente muy convincente. La pena es que las voces son malas. Los actores y actrices hacen un trabajo abiertamente malo, entre anodino y sobreactuado, sin término medio, que produce una sensación extraña en el jugador. No sabemos si es una decisión artística de la dirección de doblaje, o si realmente los intérpretes no daban para más, pero sea como fuere, son voces para olvidar (si podemos), y que realmente destruyen la atmósfera del título.
La rejugabilidad, por su parte, puede verse muy potenciada si optamos por disfrutar del juego en el modo multijugador cooperativo, en el que cada jugador controlará a un personaje, algo tan sencillo como conectar un segundo mando a la consola (o configurar el periférico de entrada que corresponda en PC, claro). Esta es, quizás, la opción de juego más interesante y, claro, puesto que el juego parte del control de dos personajes siempre, su implementación es soberbia.