Análisis de Risen 3: Titan Lords (PC, PS3, Xbox 360)
Risen nunca ha sido una saga superventas, pero eso no le ha impedido llegar a una tercera entrega que, con su más y sus menos, ha conseguido entretenernos más de lo que esperábamos tras el flojo Risen 2: Dark Waters. De hecho, el mayor acierto de Piranha Bytes con este juego ha sido no prestarle mucha atención a dicha secuela y mirar de cerca a sus anteriores trabajos, como la saga Gothic o el primer Risen, algo que se nota durante toda la aventura. Pero vayamos por partes.
Un héroe sin alma
La historia de Risen 3: Titan Lords no es lo más original del mundo ni tampoco es que resulte especialmente interesante, limitándose en su mayor parte a ponernos un telón de fondo que nos dé la excusa perfecta para ponernos a explorar y a recorrer el mundo viviendo todo tipo de aventuras. En ella nos cuentan cómo un nuevo héroe sin nombre (al que no podremos personalizar físicamente), hijo de un gran pirata, acaba desatando una plaga de demonios y nomuertos en todo el mundo mientras exploraba una misteriosa isla en busca de tesoros.
En el proceso, un temible ser le mata y le roba el alma, aunque esto no será más que el comienzo del juego, ya que un misterioso personaje nos resucitará y nos dirá que si no acabamos con todos los males que hemos desatado por el mundo acabaremos convirtiéndonos en un demonio. Por lo tanto, nos tocará viajar en busca de ayuda para retrasar el proceso de corrupción y de paso buscar nuevos aliados que se unan a nuestra causa, un viaje en el que nos iremos haciendo cada vez más fuertes y donde no encontraréis demasiadas sorpresas argumentales.
Al principio todo está más o menos guiado, ya que durante nuestros primeros compases tendremos que superar un tutorial en el cual nos van diciendo exactamente lo que hacer y qué tecla pulsar en cada momento, aunque una vez superemos el prólogo (tranquilos, no dura mucho más de 20-30 minutos) el juego deja de llevarnos de la mano y nos suelta en su enorme mundo para que lo exploremos a placer y decidamos a dónde queremos ir.
Esto es probablemente uno de los grandes aciertos del título y uno de sus mayores atractivos, ya que nos permite embarcarnos en muchas aventuras diferentes y nos anima a explorar constantemente para ver qué es lo que nos encontraremos al otro lado de esa montaña que se ve de fondo. Hay muchos personajes con los que interactuar, misiones que encontrar y que cumplir (las cuales pueden completarse de diversas formas según nuestras decisiones), tramas secundarias de todo tipo, gremios y facciones a los que unirnos y el mundo es lo suficientemente grande como para tenernos muy entretenidos yendo de un lado a otro.
Hasta aquí todo bien, pero, por desgracia, el juego arrastra un buen número de errores que limitan mucho su potencial. Para empezar tenemos un sistema de combate que deja muchísimo que desear, muy rígido, poco intuitivo y torpe que hace de cada enfrentamiento algo tedioso y poco emocionante, especialmente si optamos por el cuerpo a cuerpo (también tenemos armas secundarias a distancia como pistolas y magias de todo tipo), ya que el sistema de detección de impactos suele fallar con bastante frecuencia.
A pesar de ello, ha recibido algunas mejoras respecto a su segunda parte, como las nuevas magias, las esquivas y la posibilidad de bloquear también a las bestias, aunque no por ello llega a ser un sistema de combate decente y que no pare de interrumpirnos el ritmo del juego cada vez que toca empuñar la espada.
El mundo de Risen 3 está repleto de peligros y de criaturas hostiles, por lo que la exploración suele ser sinónimo de enfrentamientos, provocando que el sistema de batalla acabe pasando mucha más factura de lo que lo habría hecho si el número de combates fuera menor. A este defecto tenemos que sumarle unos controles que se hacen algo imprecisos, por lo que hay ciertas situaciones que se nos harán un poco cuesta arriba por culpa de ello y no porque sean realmente difíciles.
Además de todo lo referente a combatir, el juego no tiene un desarrollo especialmente variado y se echa de menos algo más de inventiva y originalidad a la hora de plantearnos sus misiones y aventuras, las cuales no suelen salirse mucho del esquema clásico de ir de A a B, obtener algo, matar a una criatura, explorar un sitio en cuestión o hablar con alguien.
Como era de esperar, volvemos a encontrarnos con un sistema de artesanías que nos permitirá crearnos todo tipo de armas, armaduras, gemas, pociones, etcétera. Su funcionamiento es bastante simple y genérico, por lo que solo necesitaréis conocer las recetas de lo que queráis crear y recolectar los materiales que os pidan, los cuales pueden obtenerse matando criaturas concretas para hacernos con sus pieles, buscando hierbas y flores en un bosque o minando minerales en una cueva, por citar unos ejemplos.
En cuanto a la personalización de nuestro personaje, podremos invertir los puntos de experiencia que recibamos al realizar misiones y matar enemigos (llamados puntos de gloria) para mejorar las diversas estadísticas de nuestro héroe y desbloquear nuevas habilidades. Eso sí, no todo será tan fácil como esto, ya que hay ciertas técnicas y mejoras que nos requerirán acudir a un instructor y desembolsar buenas sumas de dinero para adquirirlas.
Gráficamente estamos ante un juego bastante discreto por lo general, con unos modelados de personajes mejorables y con unas animaciones realmente malas. Las escenas cinemáticas están fatal llevadas y en vez de aportar la espectacularidad que buscan consiguen el efecto contrario de lo pobres que resultan. Los efectos de iluminación también dejan mucho que desear, hay texturas a las que les cuesta cargar y el apartado artístico no es para tirar cohetes, especialmente en lo referente a los personajes y criaturas.
El punto fuerte de su apartado técnico lo encontramos en los escenarios, los cuales sí que están muy conseguidos, regalándonos algunas vistas dignas de mención, aunque no evita que sintamos la sensación de encontrarnos ante un título obsoleto a nivel técnico y que parece provenir de hace varios años. Eso sí, está muy bien optimizado en PC (la versión que hemos utilizado para este análisis), permite configurar muchas opciones de vídeo para ajustarlo a nuestras necesidades y la interfaz también resulta muy personalizable, ofreciéndonos opciones tan agradecidas como la posibilidad de ocultar o no el minimapa para hacer la experiencia más inmersiva.
En cuanto a la banda sonora, tenemos una serie de composiciones de corte épico que se adaptan bien a todo lo que vemos en pantalla pero a la cuales pocas veces prestaremos atención, ya que les falta algo de fuerza e inspiración, aunque ciertos temas, como el principal del juego, sí que nos han gustado mucho. Por otra parte, los efectos están logrados y cumplen su función, mientras que el doblaje (voces en inglés, subtítulos en castellano) nos ha parecido bastante pobre, con unas interpretaciones y voces que no consiguen convencer en casi ningún momento.
Conclusiones
Risen 3: Titan Lords es un juego que nos ha dejado sensaciones encontradas. Por un lado, tenemos un mundo grande, vivo, repleto de cosas por hacer y que podemos explorar con total libertad sin que nadie nos lleve de la mano, pero por el otro tenemos un sistema de combate muy mejorable, una historia no demasiado interesante ni original, personajes sin carisma alguno, un diseño de misiones poco variado y un apartado técnico que se siente obsoleto en muchos aspectos. Si creéis que lo primero os compensará todo lo segundo, probablemente encontraréis en esta tercera entrega un título de aventuras muy disfrutable y con el que teneros entretenidos durante una larga temporada, especialmente si Risen 1 fue un juego de vuestro agrado.