Análisis de BOXBOY! eShop (Nintendo 3DS)

Aunque son principalmente conocidos por la serie Kirby, el estudio japonés HAL Laboratory lleva 35 años haciendo todo tipo de videojuegos, y suyos son también títulos como las trilogías Adventures of Lolo y Mother, o los dos primeros Super Smash Bros.. En el último Nintendo Direct emitido en la madrugada del 2 de abril, además de fechas de lanzamiento, avances de sus próximos juegos y un buen puñado de DLC, Nintendo se sacó de la chistera que ya estaba a la venta desde esa misma noche BOXBOY!, un título para la eShop desarrollado por HAL Laboratory.
Estamos ante un juego de puzles pequeño y modesto, como su espartano aspecto y ajustado precio nos advierten -5 euros-. Lo que no quiere decir que tenga poco contenido, ya que ofrece una generosa cantidad de fases -más de 150-, para estar entretenidos casi una decena de horas si queremos completarlo todo. Su propuesta es en un principio extremadamente sencilla: somos Qbby, un pequeño cubo que tiene la habilidad especial de crear cajas, y con esto y la acción de salto tenemos que superar los distintos obstáculos que nos plantean, en unos niveles de una duración muy breve.

Dependiendo de la fase podemos generar más o menos cajas, y esto lo podemos aprovechar para colocarlas de diferentes maneras: en línea recta, formando escaleras, puentes, creando un gancho para agarrarnos, activando mecanismos, protegiéndonos de trampas, etcétera, es en cómo colocamos las cajas donde siempre encontramos la solución de los puzles. Aunque en alguna descripción podéis haber visto que estamos ante un juego de "plataformas y puzles", realmente el componente plataformero es prácticamente nulo, los saltos de Qbby son muy cortos y limitados, y todas las situaciones se resuelven siempre desde el ingenio, casi nunca con habilidad.
Como en todo juego de puzles, para que sea divertido además de ofrecer unas mecánicas ingeniosas o interesantes, tenemos que tener una dificultad ajustada, que desafíe nuestra mente, pero que tampoco nos frustre, un equilibrio siempre difícil de conseguir. Y HAL Laboratory, casi como si fuera una marca de la casa, nos ofrece unos primeros niveles y mundos excesivamente fáciles, que se convierten en pura rutina, como si se tratara de un tutorial de varias horas. Finalmente acabamos encontrando un reto interesante, pero hasta llegar a las fases más desafiantes tenemos una larga travesía por el desierto, en la que además se desaprovechan ideas interesantes por culpa de la baja dificultad.

Aunque podemos generar un máximo número de cajas a la vez, algo que depende de cada nivel, nada nos impide destruirlas y volverlas a crear tantas veces como queramos. Pero en todas las fases hay un objetivo secundario en forma de una o dos coronas, que para poder recoger, además de tener ingeniárnoslas en cómo llegar hasta ellas, hay que intentar no haber superado cierto límite de creación de cajas. Es en conseguir este objetivo secundario donde podemos encontrar alguna dificultad en los primeros mundos.
Dependiendo de si conseguimos este objetivo o no, al completar una fase somos recompensados con más o menos medallas, que sirven para desbloquear artículos en una tienda. Nuevos atuendos para el protagonista –rapero, superhéroe, caballero, sabio, ninja, etcétera-, que además en algunos casos cambian ligeramente las habilidades del personaje, los temas musicales, técnicas de juego y lo que es más interesante, retos adicionales, de tiempo y de puntuación, que añaden más contenidos a un juego que ya de por sí va bastante bien servido.

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