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Crítica de 'Guardianes de la Galaxia vol. 3' - Una despedida con sabor agridulce

La tercera entrega de Guardianes de la Galaxia se estrena el 4 de mayo en cines y nosotros ya hemos podido verla. ¿Merece la pena?
Crítica de 'Guardianes de la Galaxia vol. 3' - Una despedida con sabor agridulce

James Gunn es de los pocos cineastas dentro del Universo Cinematográfico de Marvel que tiene una voz única en sus proyectos. Existe un gran bloque de largometrajes, y series, dentro de Marvel Studios cuya dirección carece de sello autoral. Si nos pusieran fragmentos de unas y de otras sin ton ni son, costaría diferenciar quién es el director que está tras la realización de esas imágenes. Sin embargo, la mano de Gunn es muy diferenciable del resto. Sus Guardianes de la Galaxia llegaron en 2014 por la puerta de atrás, sin demasiadas esperanzas de poder triunfar debido a que fueron sepultados por la crítica de forma bastante contundente por no ser personajes tan reconocidos como Iron Man, Capitán América, Thor o Hulk. Pero resulta que el baile de Chris Pratt a ritmo de Come and get your love captó la atención del público desde el minuto uno y, a partir de ahí, el resto es historia.

Los Guardianes de la Galaxia cierran su etapa en Marvel Studios con algunos 'peros'

Casi una década después, James Gunn repite como director con el mismo Pratt, Zoe Saldaña, Dave Bautista, Vin Diesel, Bradley Cooper, Karen Gilian y otras incorporaciones que llegarían a posteriori como Pom Klementieff. Guardianes de la Galaxia vol. 3 es la despedida de este variopinto elenco de personajes que tantas risas ha levantado en salas de cine a través de sus proyectos y con otras colaboraciones esporádicas, como en Vengadores: Infinity War, Vengadores: Endgame o Thor: Love and Thunder. Este cierre de la trilogía de los Guardianes ha disparado la imaginería de ciencia ficción de Gunn convirtiendo el filme en una especie de space opera bastante alejada de las estructuras habituales de Marvel, manteniendo su característico humor (que no el de Taika Waititi) con un tratamiento especial para los protagonistas, haciendo hincapié en esta ocasión en Rocket.

Si bien la primera entrega llegó a cartelera justo en el instante preciso, con un género de superhéroes en pleno auge y con Marvel Studios arrasando entre el público, esta tercera parte aterriza en una de las horas más bajas del UCM, con un público cansado de tanto producto superheroico y una Casa de las Ideas que ha tenido que pegar un giro de timón en plena crisis (con problemas en realización de efectos especiales, escándalos entre sus artistas y marcha de algunos pilares fundamentales de producción) para no saturar más a sus espectadores, modificando fechas de estreno de productos de televisión y reconduciendo su planificación al recorte de secuelas. El impacto que puede tener Guardianes de la Galaxia 3 está lejos de ser el mismo que el de la primera entrega a pesar de servir como punto y final de un grupo por el que nadie daba un duro.

Guardianes de la Galaxia 3
James Gunn hace un uso extraordinario de la paleta de colores durante todo el filme.

Teniendo esa perspectiva en mente, porque si algo caracteriza a James Gunn es que está muy vinculado con la audiencia y comprende el género que más fama le ha dado, el cineasta se toma la libertad de construir una película totalmente libre en cuanto a imaginería, desatando el universo de los Guardianes trasladando a los personajes por una aventura espacial increíble donde se ve de todo: batallas áreas y terrestres épicas, presentación de mundos extraordinarios (y viscerales)...

El cineasta, ahora a cargo de DC Studios como co-CEO, echa toda la carne en el asador y lanza un proyecto desde el corazón. Pero debido a la constante masificación de lanzamientos relacionados con el género, y el cansancio de estar frente a libretos clónicos cada vez que vemos un filme de superhéroes, Guardianes de la Galaxia no termina de ser esa emotiva despedida que debería.

El reparto está fabuloso aunque Adam Warlock, la mayor novedad, no termina de encajar

No nos malinterpretéis con esto porque las interpretaciones de los artista, en lo que respecta a sus arcos dramáticos, está perfectamente medida. Chris Pratt posiblemente hace su papel más sincero como Star-Lord y Zoe Saldaña se adapta a su nueva Gamora para darle una vuelta con genial acierto. Y Bradley Cooper, por lo que le toca en su trabajo como Rocket, consigue que el pequeño mapache mutante nos llegue al corazón. Cuesta quedarse con una interpretación, pero puede que la que más nos haya sorprendido es la de Chukwudi Iwuji como Alto Evolucionador. El actor, que tuvo que enfrentarse a toneladas de críticas racistas, roba la escena cada vez que aparece: su histeria, su rabia, la locura que consigue transmitir con unas pocas palabras. Todo ello realza al personaje y lo convierte en más que un simple villano que pasará de largo. Por lo menos para nosotros, por supuesto.

Pero sí hay una participación muy olvidable: el Adam Warlock de Will Poulter. Desde luego, no era la mejor de las ideas introducir a un personaje así en una despedida de la magnitud de los Guardianes. La interpretación de Poulter no termina de encajar con la del resto de sus compañeros y sus secuencias como Warlock son extremadamente flojas. El personaje queda reducido a un sencillo bufón que no aporta demasiado a lo que es la evolución de la obra en sí. Está muy metido con calzador y eso hace que el libreto, con sus apariciones, se resienta un poco. No es que moleste, por otro lado, pero tampoco suma. Y teniendo en cuenta que hablamos de uno de los personajes más fuertes de Marvel Cómics, se siente extraño.

Guardianes de la Galaxia 3
Chukwudi Iwuji es la gran estrella de la película y roba todas las escenas.

El lenguaje del videojuego se apodera de las escenas de acción de James Gunn

Gunn lo compensa con unas set pieces increíbles que más bien parecen sacadas de un juego, y no exageramos. Hace ya tiempo que la industria cinematográfica echa ojo al lenguaje del videojuego para sus puestas en escena, los planos secuencias y las escenas de acción que desprenden adrenalina por sus cuatro costados, pero lo visto en Guardianes de la Galaxia 3 nos ha llamado especialmente la atención. Parece en ocasiones que estemos viendo una cinemática, muy pulida gráficamente, del juego de Eidos Montreal publicado en 2021 basado en estos personajes de Marvel, con todos cooperando sacando a relucir sus habilidades especiales mientras hacen frente a oleadas ingentes de enemigos muy poderosos. Y hasta hay una determinada parte que recordará a los jugadores de High on Life, tanto por su derroche de comedia como por su escenografía. El despliegue visual es impresionante en ese sentido.

Guardianes de la Galaxia 3 acierta dando en las teclas adecuadas para que los espectadores se emocionen, sobre todo, con el arco de Rocket, que queda perfectamente hilado y cerrado en el libreto de Gunn. Pero más allá de eso, viendo el panorama actual y cómo la industria que gira alrededor de los superhéroes se las ingenia para arrastrar a los personajes más queridos de vuelta en pantalla (ahí tenemos al Batman de Michael Keaton, ni más ni menos), esta despedida se siente un tanto agridulce. James Gunn desveló hace unas semanas lo complicado que era hacer una cinta de superhéroes tras Vengadores: Endgame: "Creo que es muy difícil [hacer buenas películas] con la estela de Vengadores: Endgame. Ese evento mundial, que unió a todo el universo. Y la verdad es que todo el mundo estaba loco de atar en ese momento".

Guardianes de la Galaxia 3
Los tiroteos y las peleas parecen un quick time event.

Nuestras conclusiones

La tercera entrega de Guardianes se siente bien gracias a que se despega un poco de eso, del UCM troncal, y funciona un poco por libre. Una aventura independiente de nuestro grupo de personajes favorito (o no) con una nueva misión que cumplir, que además marcará un antes y un después en su historia sin involucrarse con el resto de proyectos que se están cociendo por ahí. Una space opera de las de antes, con espíritu libre y cientos de alienígenas, planetas extraños, chascarrillos y una puesta en escena en ocasiones para quitarse el sombrero. Es todo un sí, pero a su vez tiene ese factor de cansancio y saturación que impide que impacte tanto como en realidad debería.

Xavi Mogrovejo
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