La escena independiente este año ha estado de dulce, y este tipo de juegos tienen un gran protagonismo en nuestra lista. Una de las primeras sorpresas agradables fue Darkest Dungeon, una aventura de rol y exploración de mazmorras, algo que a priori no suena demasiado original, pero a la que sus creadores le han dado una vuelta de tuerca al añadir un factor tan interesante como la salud mental de los personajes, que dependiendo de lo que ocurra puede traer beneficios o perjuicios.

Un juego de rol por turnos, con toques de gestión y mazmorras generadas aleatoriamente que atrapa como pocos, tan exigente como absorbente, y muy original para tratarse de un género tan explotado, que parece que a estas alturas ya lo ha intentado todo. Uno de los juegos indies con más personalidad del año.