Estar siempre en la cima es difícil. Las compañías japonesas más veteranas han tenido que reinventarse constantemente para adaptarse a las nuevas tecnologías y, además, han tenido que ver cómo los desarrolladores occidentales les cogían el ritmo e incluso los adelantaban. La generación de PlayStation 3 y Xbox 360 fue un auténtico caos para muchas compañías, niponas o no, teniendo que lidiar con unos gastos de desarrollo que cada vez dejaban menos margen de error, y sin juegos como servicio con los que maximizar las inversiones.
Las prácticas que muchas compañías llevaron a cabo en la pasada generación son ahora poco menos que esperpénticas: desde los pases online para limitar el juego en línea en la segunda mano a contenido descargable bloqueado bajo pago en el disco que te acababas de comprar.
También tenemos esa obsesión con la acción, por la que casi cualquier género tenía que convertirse en un shooter o abrazar el caos. Y Capcom… digamos que no se libró de estas tendencias.
Un cambio de generación muy positivo
Capcom, desde sus inicios, había sabido mantener con bastante acierto la calidad de sus juegos. Desde sus primeras recreativas hasta el inicio de la generación de PlayStation 3 y Xbox 360, consiguieron construir un catálogo envidiable. Sí, tienen juegos mejores y peores, pero en general es una ludografía que ya quisieran muchas empresas, con juegos tan míticos como Ghosts 'n Goblins (1985), Mega Man (1987), Final Fight (1989), Street Fighter II (1991), Resident Evil (1996), Devil May Cry (2001), Okami (2006) y tantísimos otros, en lo que sería una lista prácticamente inabarcable.
La compañía una vez conocida como Capsule Computers entró en, el entonces, el futuro con bastante bien pie. Juegos como Dead Rising (2006) o Lost Planet: Extreme Condition (2007) nos dejaba ver cómo estaban aprovechando el nuevo hardware para ofrecer grandes experiencias. Incluso desarrollaron auténticos juegazos para Wii y DS –que ya sabéis que Nintendo juega en su propia liga, con sus propias generaciones– que pasaron increíble e injustamente desapercibidos, como es el caso de Zack & Wiki: Quest for Barbaro's Treasure (2008) o Ghost Trick: Phantom Detective (2011).
Quizás, febrero y marzo de 2009 marcaron un poco el principio del fin. Los lanzamientos de Street Fighter IV y Resident Evil 5 fueron los últimos bien recibidos por los aficionados, si bien es cierto que la quinta entrega numerada de la saga de terror dividió muchas opiniones. Su ambientación y su enfoque a la acción fueron bastante discutidos, al sentirse que se alejaba todavía más de su esencia que la cuarta parte, pero fue un auténtico exitazo, y de hecho es la entrega de la saga más vendida.
El principio del… ¿fin?
Poco a poco, los grandes juegos de Capcom empezaban a decepcionar. Lost Planet 2 (2010) no gustó tanto, y se le achacaba que cometía muchos errores de su predecesor, e incluso empeoraba varios aspectos de éste. Dead Rising 2 (2010), esta vez desarrollado fuera de Japón, también se vio como un pequeño paso atrás, en vez de paso adelante que debería ser una secuela. No queremos olvidarnos de Devil May Cry 4 (2008), un título que, después del sobresaliente Devil May Cry 3: Dante's Awakening (2005), dejó muchas sensaciones enfrentadas por su desarrollo, que nos obligaba a repetir escenarios durante toda la segunda mitad del juego.
Coincidiendo con la crisis de los estudios japoneses, que en general no supieron dar el salto correctamente a los gráficos en alta definición, Capcom decidió externalizar muchos de sus desarrollos a Occidente, con resultados como poco desiguales, por no decir directamente malos. Fruto de esta estrategia tuvimos títulos como Bionic Commando (2009) de Grin, Dark Void (2010) de Airtight Games o Spyborgs (2009) de Bionic Games, un juego para Wii del que literalmente no se acuerda nadie.
Street Fighter X Tekken (2012) no fue mal recibido, pero el buen trabajo se vio empañado al incluir en el disco 12 personajes «descargables» que lanzaría a posteriori por 20 euros, una vez se lanzase la versión de PlayStation Vita. Como os podéis imaginar, la polémica estaba servida, con los jugadores que habían pagado por su copia viendo cómo los piratas podían acceder ya a ese contenido. Todo esto, unido a decisiones poco populares como cerrar Clover Studio (Viewtiful Joe, Okami, God Hand) o cancelar Mega Man Legends 3 hacía que Capcom no fuese la más querida a ojos de sus fans.
Entre triple A y triple A, los fans veían cómo muchas sagas se expandían con títulos totalmente prescindibles o poco más que correctos, como los muchos Resident Evil (Resident Evil: The Mercenaries 3D (2011), Resident Evil: Operation Raccoon City) o Mega Man (tres entregas Star Force para Nintendo DS) que aparecieron en estos años.
Tampoco queremos decir que Capcom no hacía nada bueno. Entre sus lanzamientos había títulos más que decentes, como Ultimate Marvel vs Capcom 3 (2011), múltiples entregas de la saga Monster Hunter o, por supuesto, Dragon's Dogma (2012). Incluso se atrevía a experimentar con títulos como el anime interactivo
Este coqueteo le salió caro. Después de darles esperanzas a los fans con el juego de 3DS, así como la promesa de que al menos la historia de Leon tendría algo de survival horror, Resident Evil 6 (2012) fue una oda a la acción más desmesurada. Un juego fantástico de disparos, pero que de Resident Evil sólo tenía el título. Y, como os podéis imaginar, la gente se enfadó. Eso sí, más en los foros que en las tiendas, ya que la sexta entrega es el tercer juego más vendido de Capcom con 7,2 millones de unidades… por debajo de la quinta entrega, con 7,4 milloncitos.
Con Hideaki Itsuno, director de la saga Devil May Cry, ocupado con Dragon's Dogma, decidió mirar para Occidente, donde la industria parecía estar en lo más alto, para crear la nueva entrega de las aventuras de Dante y compañía. Los elegidos para reiniciar la saga fueron los ingleses de Ninja Theory, y el resultado fue DmC: Devil May Cry (2013). Desde problemas superficiales, como el diseño de Dante, a otros más relevantes, como la profundidad del combate, este título fue objeto de polémicas hasta hoy mismo. A nosotros nos encanta, y parece que no somos los únicos, teniendo en cuenta que es el segundo más vendido de toda la saga, tan sólo por detrás de Devil May Cry 4. También en 2013 llevaron otra de sus sagas a Occidente, Lost Planet 3 de Spark Unlimited, en este caso con nefastos resultados.
En cualquier caso, Capcom había tomado una serie de decisiones con sus sagas más queridas que, independientemente de la calidad de los juegos, no le hacían nada bien. Que el nuevo Dragon's Dogma fuese online, que Resident Evil: Revelations 2 (2015) fuere originalmente digital y episódico, que Monster Hunter apenas hubiese evolucionado en los últimos años, o que Dead Rising estuviese convirtiéndose poco a poco en una caricatura de lo que fue. No todo fue malo en esta etapa, y queremos recordar el estimable Strider (2014), el regreso de una saga mítica de la compañía que pasó bastante desapercibido pero que de vez en cuando nos gusta recomendar.
Resurgiendo de las cenizas
Mediados de 2016 fue el momento en el que los fans de Capcom se dieron por vencidos. Después de lanzar a principios de año un Street Fighter V con una base sensacional, pero una falta de contenido injustificable y multitud de problemas en su infraestructura online, decidieron terminar con un taconeo en la tumba de Resident Evil lanzando Umbrella Corps. Capcom cerró 2016 con Dead Rising 4, un título que sirvió para demostrar que habían olvidado qué hacía grande a la saga.
La esperanza estaba bajo mínimos, pero tan sólo un mes después, en enero de 2017, Capcom resurgió de sus cenizas. Resident Evil 7: Biohazard nos recordó lo que era el terror. Una cámara en primera persona y toda la esencia de la saga, acompañadas por auténticos graficazos y hasta la posibilidad de jugarlo en realidad virtual.
De camino, Capcom decidió darle una nueva vida a Street Fighter V con la Arcade Edition que aportaba muchas de las características que pedían los jugadores, y que sumaba todo el contenido lanzado hasta la fecha… y que faltaba al inicio.
Monster Hunter se dio un buen lavado de cara para cambiar como no lo había hecho antes con Monster Hunter: World, un auténtico juegazo que se ha convertido en el título más vendido de la historia de Capcom, con 11,3 millones de copias vendidas.
Nos llegaban multitud de recopilaciones muy, muy cuidadas de juegos clásicos de plataformas, de sus beat 'em up (Capcom Beat 'Em Up Bundle), de Street Fighter (Street Fighter 30th Anniversary Collection) y de Mega Man (Legacy Collection), que también volvió por la puerta grande con Mega Man 11. Capcom estaba escuchando, y hasta nos ofreció títulos como remasterizaciones de Onimusha: Warlords para todas las plataformas actuales.
La guinda del pastel, por supuesto, han sido el remake de Resident Evil 2 y Devil May Cry V. No sólo han sido dos juegazos, sino dos juegazos que los fans llevaban pidiendo mucho tiempo. Capcom está escuchando, y además está en plena forma. Con el RE Engine –uno de los motores más impresionantes de la actualidad– y con la enorme cantidad de licencias que tienen, estamos deseando ver qué será lo próximo que guardan. Capcom ha vuelto.